La búsqueda realizada no ha identificado guías de práctica clínica, sumarios de evidencia o protocolos en los que se haga referencia al manejo del paciente anticoagulado que desea realizarse un tatuaje o que mencionen la contraindicación expresa de realizar un tatuaje en un paciente en tratamiento anticoagulante oral.
Tampoco se localizan estudios (tras buscar en Medline, Embase y Google Académico) en los que se describa el caso de un paciente anticoagulado que se realiza un tatuaje. Encontramos únicamente una revisión de la literatura(1) que tiene como objetivo evaluar el manejo de la warfarina en pacientes que desean realizarse tatuajes.
Los autores de la revisión comentan que no se identificaron ensayos que incluyan pacientes en tratamiento con warfarina sometidos a la realización de tatuajes por lo que se seleccionaron ensayos clínicos que incluyeron pacientes anticoagulados con warfarina en los que se llevaron a cabo procedimientos cutáneos menores. Consideran que el proceso de tatuar es similar a la cirugía menor cutánea, ya que la piel se marca perforando la capa dérmica e insertando pigmentos, y es posible un sangrado menor; en consecuencia, las recomendaciones sobre el manejo de la warfarina para estos procedimientos dermatológicos podrían extrapolarse razonablemente a la realización de tatuajes.
Entre los procedimientos de cirugía menor que evaluaban los 11 estudios incluidos en la revisión se encontraban: biopsias cutánea por excisión, punción o curetaje, biopsia diagnóstica o biopsia por raspado; colgajos locales; injertos de piel; cirugía micrográfica de Mohs; escisión de carcinoma de células basales y de células escamosas; o cirugía plástica menor de tejidos blandos.
Los autores concluyen que, debido a las limitaciones metodológicas de los ensayos, la evidencia no es concluyente con respecto a la continuación de warfarina durante los procedimientos cutáneos. Sugieren que debería evaluarse el INR (“international normalized ratio”) antes de realizar el procedimiento, retrasando este si el INR está elevado, y que se ha de valorar de forma completa y minuciosa el riesgo trombótico del paciente en caso de considerar la interrupción de la warfarina debido al aumento del riesgo trombótico que dicha interrupción puede suponer para el paciente. Indican además que se necesitan ensayos que evalúen el manejo de la terapia crónica con warfarina en el contexto de la realización de tatuajes.
Extrapolando las recomendaciones respecto al manejo de la anticoagulación oral en un paciente que se somete a un procedimiento dermatológico, en un paciente anticoagulado que se va a realizar un tatuaje, no sería necesario suspender el fármaco anticoagulante si el paciente está bien controlado y se adoptan las medidas hemostáticas pertinentes:
En una guía clínica que publicó en mayo de 2019 la Organización Sanitaria Integrada (OSI) de Donostialdea (actualmente en proceso de pilotaje)(2) la cirugía menor de piel y tejido subcutáneo se incluiría entre los procedimientos en los que el riesgo de mantener la anticoagulación conlleva un riesgo de hemorragia muy bajo y asumible por el operador, y en las que el riesgo de eventos tromboembólicos (como el ictus) supera al hemorrágico.
Similar información encontramos en un documento de consenso de 2018 sobre el manejo perioperatorio y periprocedimiento del tratamiento antitrombótico(3).