Una Guía de Práctica Clínica (GPC) sobre contracepción de emergencia, publicada en el 2004 e incluida en el Catálogo de Guía Salud (1) señala entre los datos a recoger para valorar la necesidad y tipo de anticoncepción de emergencia:
- La fecha de la última regla, para descartar un embarazo.
- El tiempo transcurrido entre la relación coital con riesgo de embarazo y la demanda de anticoncepción.
- Otros coitos con riesgo de embarazo en el ciclo menstrual actual.
- El uso incorrecto o no utilización de método anticonceptivo.
Así mismo indica que para la iniciación de un anticonceptivo hormonal de emergencia es necesario conocer la siguiente información:
- Hipersensibilidad a alguno de los componentes.
- Antecedentes personales de tromboembolismo.
- Si la mujer está lactando.
- Si está dentro de las seis semanas postparto.
- Si toma alguna medicación, para valorar interacciones.
- Antecedentes personales de síndrome de malabsorción.
La prueba de embarazo sólo la recomienda si hay un retraso menstrual, o sea, cuando el tiempo transcurrido desde la última regla sea superior al ciclo habitual. La Guía si indica la necesidad de solicitar una prueba de embarazo si la mujer no tiene el período en los 21 días siguientes desde la toma de las pastillas anticonceptivas, para descartar la posibilidad de un embarazo.
Las GPC más recientes, de otros países (2) (3) (4) tampoco incluyen entre sus recomendaciones la necesidad de realizar un test de embarazo previo a la iniciación del anticonceptivo hormonal. En concreto la Guía de la Asociación Americana de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) (3) indica que no es necesario la realización de un examen clínico o prueba de embarazo antes de la provisión o prescripción de la contracepción de emergencia (recomendación tipo B, basada en una evidencia científica insuficiente o limitada).
La GPC de la Asociación Americana de Pediatría (AAP)(5), en el caso de adolescentes que solicitan contracepción de emergencia si recomienda, de forma habitual, la solicitud de una prueba previa analítica para descartar una gestación. Lo justifica en que probablemente las adolescentes no son capaces de facilitar una historia menstrual suficiente para descartar un embarazo.