[Se han revisado guías de práctica clínica (GPC) y sumarios de evidencia sobre enfermedades de transmisión sexual sin encontrar referencia al manejo concreto de la mujer en la que se aisla Haemophilus parainfluenzae en muestras genitales. En base a esta ausencia de información hemos centrado la respuesta en las recomendaciones que ofrecen este tipo de documentos (GPC(1-5) y sumarios de evidencia(6-8)) respecto a la actitud terapéutica a adoptar en una mujer que es contacto sexual de un varón con uretritis no gonocócica (UNG).]
Tras la revisión realizada concluimos que H. parainfluenzae es una posible causa de UNG en el contexto de una infección de transmisión sexual (ITS) y extrapolamos que, como en el caso de otras UNG, todo contacto sexual de un paciente con una UNG debida a este patógeno debería tratarse, independientemente de la ausencia de síntomas. Como en el caso descrito se dispone de un antibiograma, el antibiótico seleccionado y la duración del tratamiento estarían basado en los resultados de este.
Las especies del género Haemophilus (Haemophilus spp), excluyendo Haemophilus ducreyi (HSND), pueden ser la causa de una UNG en el varón adulto, tal y como se menciona en alguno de los documentos consultados(2,6,7) y se describe en una reciente revisión sistemática(9). La revisión sistemática(9) (con búsqueda sólo en la base de datos MEDLINE) se propuso como objetivo evaluar la importancia clínica del aislamiento de Haemophilus spp. (excluyendo H. ducreyi) en infecciones genitales y rectales. Tras revisar la información seleccionada los autores de la revisión indican que las especies de HSND se detectaron en 2.397 episodios de infección genital, siendo las especies más frecuentemente aisladas H. influenzae (57,7%; 1.383/2.397) y H. parainfluenzae (35,7%; 855/2.397). En cuanto al sexo de los pacientes, el 34,8% (835/2.397) eran hombres; 48,3% eran mujeres (1.158/2.397) y en el 16,9% (404/2.397) de los casos no fue reportado este dato.
En el grupo de hombres, H. parainfluenzae (44,1 %; 367/835) y H. influenzae (42,6 %; 356/835) se detectaron casi con la misma frecuencia. La gran mayoría de los varones fueron diagnosticados con uretritis. Las manifestaciones clínicas más frecuentes fueron secreción uretral, purulenta o no, disuria y prurito o irritación uretral. El tratamiento administrado con mayor frecuencia fue ceftriaxona con azitromicina y/o doxiciclina, aunque solo se especifica el tratamiento en el 40% (15/37) de las publicaciones referidas a hombres.
En las mujeres adultas en las que la infección no se produjo durante el embarazo (47,1%; 155/329) hubo episodios de vaginitis, bartolinitis, salpingitis, endometritis o abscesos tubáricos; la ausencia de datos no permitió sacar conclusiones sobre la prevalencia de una especie específica de Haemophilus. Cuando la infección se produjo en mujeres embarazadas (52,9%; 174/329), casi todos los estudios se refieren a aborto séptico, corioamnionitis aguda, ruptura prematura de membranas y sepsis neonatal; H. influenzae se detectó con más frecuencia (64,9 %; 113/174) que H. parainfluenzae (30,5 %; 53/174). El tratamiento antibiótico incluía β-lactámicos o quinolonas.
En cuanto al tratamiento se comenta que las tasas de susceptibilidad de Haemophilus frente a las cefalosporinas, especialmente las de tercera generación, fueron muy altas y junto con la amoxicilina/ácido clavulánico se consideran los tratamientos de elección.
En base a estos datos, los autores concluyen, entre otros aspectos, que HSND desempeña un papel patogénico relevante en episodios de infección genital, por lo que los protocolos de diagnóstico microbiológico deberían incluir métodos que permitan su detección, así como incluirlos en el espectro etiológico de este tipo de cuadros clínicos. Por otra parte, teniendo en cuenta el perfil de resistencia antibiótica, las cefalosporinas de tercera generación, la amoxicilina-clavulánico y las quinolonas se postulan como las opciones de erradicación más exitosas.
Entre los estudios observacionales incluidos en la revisión reseñamos 2(10,11) por haber sido realizados en nuestro contexto sanitario:
- En uno de ellos(10), se describe que se aisló Haemophilus spp. en el 33,6% (n= 38) de 113 pacientes que fueron diagnosticados de uretritis microbiológicamente confirmada en una unidad de ITS, durante un periodo de estudio de 3 años. Haemophilus spp. fue el único agente causante de uretritis en 15 de los 38 pacientes (39,5%). El tipo de Haemophilus spp. más frecuentemente aislado fue H. parainfluenzae en el 84,2% de los casos (32 pacientes).
- El otro es un estudio retrospectivo(11), se centra en analizar la prevalencia de cepas multirresistentes (CMR; resistente a 3 o más clases de antibióticos) de H. parainfluenzae entre 944 muestras clínicas de 919 pacientes recolectadas durante un período de cinco años. Fueron 175 (18,5%) las muestras urogenitales en las que se aisló el patógeno y entre ellas se identificaron un total de 97 aislamientos de CMR en las muestras clínicas de 96 pacientes. La prevalencia general de H. parainfluenzae multirresistente fue del 10,2 % (96/944), siendo del 28,6% en muestras urogenitales (50/175). En este estudio destacan los autores que en 10 pacientes con uretritis H. parainfluenzae multirresistente fue el único patógeno relacionado con la ITS.
En relación al manejo de los contactos sexuales de un varón con una UNG:
En la actualización de 2022 de la GPC de la “European Association of Urology” sobre infecciones urológicas(1) encontramos como recomendación que todas las parejas sexuales de un varón con UNG deberían ser tratadas manteniendo la confidencialidad del paciente (grado de recomendación fuerte)*.
En la GPC de los “Centers for Disease Control and Prevention” de 2021 sobre ITS(2) se menciona que otros patógenos bacterianos posibles causas de uretritis clínica, son Haemophilus influenzae y Haemophilus parainfluenzae. En esta guía, respecto al manejo de las parejas sexuales de hombres con UNG se indica que todas ellas deberían ser evaluadas y tratadas de acuerdo al respectivo patógeno aislado.
La GPC de la Organización Mundial de la Salud(3) no hace referencia concreta a la UNG por Haemophilus spp. pero explica que: una persona con ITS ha contraído la infección de una pareja sexual que también tenía la infección; del mismo modo, desde el momento en que el paciente índice se infectó, él o ella también ha sido infeccioso, es decir, capaz de transmitir la ITS a otras parejas sexuales o a la misma pareja (la fuente de la infección) que, mientras tanto, puede haber sido tratada; por lo tanto, la cadena de transmisión de la ITS solo se puede romper si todas las parejas sexuales en común reciben tratamiento para las infecciones antes de tener más relaciones sexuales entre ellos.
En una GPC de la “International Union against Sexually Transmitted Infections (IUSTI)” sobre el manejo de las parejas de personas con ITS(4), se incluían las UNG (en general) entre las infecciones que requieren tratamiento epidemiológico de los contactos sexuales, incluyendo los casos asintomáticos.
Otra GPC posterior, también de IUSTI, sobre el tratamiento de las UNG(5) incluye la infección por Haemophilus spp. entre las causas que probablemente representan una pequeña proporción de las UNG y también establece que todas las parejas sexuales de riesgo deberían ser valoradas y se les debería ofrecer tratamiento epidemiológico, manteniendo la confidencialidad del paciente.
El sumario de evidencia de BMJ Best Practice sobre las uretritis(6), establece que, respecto a todos los pacientes con uretritis (gonocócica y UNG), se debería hacer todo lo posible para garantizar que las parejas sexuales del paciente de los 60 días anteriores sean evaluadas y tratadas con un régimen recomendado. Añade que el manejo de las parejas sexuales de un paciente con uretritis es una consideración importante para prevenir la reinfección y una mayor transmisión.
Los sumarios de evidencia de Uptodate sobre la uretritis en el varón(7) y el de Dynamed sobre las UNG(8) incluyen a Haemophilus influenzae entre los patógenos que con menor frecuencia pueden causar síntomas de uretritis; Uptodate indica que puede transmitirse a través de las secreciones respiratorias de un portador durante el sexo oral. Respecto al manejo de los contactos sexuales remiten a la recomendaciones de los CDC(2).
*Ver en el texto completo de la guía.