Las mascarillas quirúrgicas (MQ) se deben poner a las personas que presentan síntomas respiratorios, mientras que las mascarillas filtrantes de protección personal (FPP) tienen por objeto proteger a la persona que las lleva de la inhalación de contaminantes ambientales.
Las MQ tienen como finalidad evitar la transmisión de agentes infecciosos por parte de la persona que la lleva(1,2). Están diseñadas de dentro a fuera para evitar la diseminación de microorganismos normalmente presentes en la boca, nariz o garganta, por lo tanto se deben poner a las personas que presentan síntomas respiratorios, procediendo a su ajuste con el adaptador nasal.
Los protocolos revisados (3,4) y las recomendaciones del Centers for disease control and prevention (CDC)(5) indican que mientras se usa las MQ, en la exhalación, el aire de la nariz y la boca sale con una velocidad alta y se dirige frontalmente. Las partículas son relativamente gruesas, entre 3 y 8 micras (1 micra = 0,001 mm), e impactan directamente en la parte interior de la mascarilla. Incluso si se produce salida de aire por los bordes, las bacterias u otras partículas no escapan puesto que, debido a su grosor no son capaces de seguir las líneas de flujo del aire que sale por los bordes. En una MQ, el ajuste es importante pero, aunque no sea un ajuste hermético, la eficacia no se ve comprometida.
El papel de las MQ es el control de la fuente de contagio (del paciente)(3), para evitar la contaminación del área circundante cuando una persona tose o estornuda.
El papel de las FPP es proteger al usuario frente a la inhalación de contaminantes ambientales tales como agentes patógenos, agentes químicos, antibióticos, citostáticos. Están diseñadas para trabajar de fuera hacia dentro y se recomienda el uso para procedimientos de aislamiento ó con posible generación de aerosoles infecciosos(5).