No se han identificado guías de práctica clínica o sumarios de evidencia que aborden el manejo del síndrome del intestino irritable (SII) y en los que se indique que la adherencia a la dieta mediterránea (DM) tiene algún efecto en la sintomatología que presentan los pacientes con este diagnóstico.
Se han localizado tan sólo los resúmenes de dos estudios de casos-control(1,2), presentados en dos congresos italianos (las ediciones 21 y 18 del “National Congress of Digestive Diseases”, respectivamente), en los que se muestra que una baja adherencia a la DM parece relacionarse con una mayor presencia de síntomas sugestivos de SII:
El objetivo del estudio(1) más reciente fue evaluar cómo diferentes niveles de adhesión a la DM se correlacionan con la aparición de trastornos gastrointestinales funcionales, como el SII o la dispepsia funcional (DF). Participaron 1134 sujetos (423 hombres y 711 mujeres; rango de edad 17-83 años) sin antecedentes de cirugía abdominal o enfermedad crónica orgánica relevante, en los que se valoraron los hábitos alimenticios. Mediante el uso del cuestionario de Roma III los participantes se dividieron en sujetos asintomáticos (n = 719; controles), y en sujetos con sintomatología (n = 415; casos: 172 participantes que cumplían los criterios para SII y 243 que los cumplían para DF). Se utilizó un cuestionario estandarizado de frecuencia de alimentos (FFQ) para evaluar la adherencia a la MD (puntuación de 0 - adherencia menor a 1 - alta adherencia). Además, todos los sujetos fueron agrupados en cinco categorías de edad: de 14 a 24 años; 25 a 34; 35 a 49; 50 y 64; por encima de 64. El análisis de los resultados mostró una adherencia significativamente menor en los participantes con DF (0,62 ± 0,21; p <0,001) y con SII (0,56 ± 0,24; p <0,05) en comparación con sujetos control (0,57 ± 0,23). Cuando los datos fueron estratificados por sexo, las mujeres confirmaron la diferencia en los casos de DF (0,58 ± 0,24; p <0,05) y SII (0,56 ± 0,22; p <0,05) versus los controles CNT (0,64 ± 0,22), mientras que en el grupo masculino solamente los casos con DF (0,53 ± 0,25 ; p <0,05) mostraron una puntuación significativamente más baja en la adherencia que los controles (0,61 ± 0,21). En cuanto a la agrupación por edad, se encontró una puntuación significativamente más baja en los grupos de 17-24 años y 25-34 años para la DF (17 a 24 años: 0,44 ± 0,21, p <0,001; 25 a 34 años 0,48 ± 0,22, p <0,05) y el SII (17 a 24 años: 0,45 ± 0,20, p <0,05; 24 a 34 años: 0,44 ± 0,21, p <0,001) en comparación con el grupo control (17-24 años: 0,56 ± 0,21; 25 a 34 años: 0,69 ± 0,20). No se observaron diferencias entre los otros grupos de edad. Concluían los autores que los resultados muestran que la baja adherencia a la MD puede desencadenar síntomas gastrointestinales funcionales principalmente en sujetos más jóvenes.
En el estudio(2) previo se valoró la adherencia a una dieta mediterránea (DM) en adolescentes con síntomas de SII clasificadas en sus subtipos: con estreñimiento predominante (IBS-C) o con predominio de diarrea (SII-D). En este caso participaron en el estudio 447 estudiantes (hombres: 293; edad 14-21 años) en los que se exploró la presencia de síntomas del SII mediante el cuestionario de Roma III. Se recogieron datos con respecto a los parámetros demográficos (peso, talla, índice de masa corporal) y se utilizó el test Kidmed para evaluar los hábitos alimentarios. La adherencia a la DM se evaluó mediante la puntuación Kidmed (rango teórico 0-12: una puntuación de 8-12 supondría la mayor adherencia y una puntuación de 0-3 correspondería a la menor adherencia a la DM). Al analizar los resultados se encontraron síntomas del SII en 59 (27 hombres) de los participantes; 26 sujetos fueron predominantemente SII-C y 33 SII-D. Los participantes considerados controles tenían una mayor adherencia (9-12) a la DM (p <0,05). Los sujetos con SII-E y el SII-D tenían una adherencia a la DM baja (0-3) o mediana (4-7), respectivamente (p <0,05). Como conclusión se establecía que una dieta equilibrada como la DM parece ser un factor protector frente a los síntomas del SII con la misma diferencia entre el SII-C y el SII-D; no obstante se considera necesario un análisis cuantitativo de los componentes de los alimentos para evaluar las relaciones entre la dieta y los síntomas intestinales.