Se han encontrado 2 Guías de Práctica Clínica (GPC) sobre resucitación cardiopulmonar (RCP) y un Resumen de Evidencia (RE) de UptoDate sobre soporte vital cardíaco. Indican que, antes del 2010 la secuencia recomendada era: apertura de vía aérea, respiración y compresiones torácicas, pero después, recomiendan, en general, la secuencia de: compresiones torácicas, apertura de vía aérea y respiración, aunque la secuencia de acciones de rescate se debe adaptar a la causa más probable del paro (¿cardíaca o respiratoria?)
Una GPC(1) de la American Heart Association (AHA) para la RCP y la ECC (en inglés Atención Cardiovascular de Emergencia) señala que el aspecto mas destacado del soporte vital básico (en inglés BLS) es el cambio de la secuencia "A-B-C"(apertura de vía aérea, respiración, compresiones torácicas) a la secuencia "C-A-B"(compresiones torácicas, apertura de vía aérea, respiración), tanto en adultos como pacientes pediátricos (niños y bebés, con exclusión de recién nacidos). Aunque los expertos coincidieron en que es importante reducir el tiempo en que se tarda en dar la primera compresión torácica, eran conscientes de que un cambio en algo tan establecido como la secuencia ABC requiere reeducación de todos los que ya han aprendido la RCP. La GPC recomienda este cambio por diversas razones:
- La gran mayoría de los paros cardíacos ocurren en adultos, las tasas mas altas de supervivencia tras paro cardiaco se consiguen entre pacientes de todas las edades con paro presenciado y ritmo de Fibrilación Ventricular (FV) o Taquicardia Ventricular sin pulso (TV). En estos pacientes los elementos iniciales críticos de la RCP son compresiones torácicas (CT) y comenzar la desfibrilación.
- En la secuencia ABC las CT se retrasan a menudo mientras el resucitador abre vías aéreas para dar respiraciones (boca a boca, dispositivo de barrera o otro equipo de ventilación). Al cambiar la secuencia a CAB, las CT se iniciarán pronto y la ventilación sólo se verá retrasada mínimamente hasta la finalización del primer ciclo de CT (30 CT en 18 segundos aproximadamente).
- Menos del 50% de las personas en paro cardiaco reciben la RCP estándar. Uno de los impedimentos puede ser la secuencia ABC, que comienza con los procedimientos que los rescatistas encuentran más difícil: la apertura de la las vías respiratorias y el aporte de respiraciones de rescate. Comenzando con las CT pueden garantizar que más víctimas reciben RCP y que los equipos de rescate que no pueden o no quieren proporcionar ventilaciones, al menos realizarán las CT.
- Los resucitadores deben adaptar la secuencia de acciones de rescate a la causa más probable del paro. Por ejemplo, si un rescatista solitario atiende una víctima en colapso, puede asumir que la víctima ha sufrido un repentino paro cardiaco por FV, una vez que ha comprobado que no responde ni respira, debe activar inmediatamente el sistema de respuesta de emergencia, obtener y utilizar un DEA (Desfibrilador externo automático) y proporcionar la RCP. Pero para una presunta víctima de ahogamiento o de paro por asfixia de otra índole, la prioridad sería proporcionar aproximadamente 5 ciclos (unos 2 minutos) de RCP convencional (incluyendo respiración artificial) antes de activar el sistema de respuesta de emergencia. También, en recién nacido lactantes, es más probable que la etiología del paro sea de origen respiratorio y la reanimación se debe intentar con secuencia ABC a menos que haya una etiología cardíaca conocida.
La otra GPC(2) para la resucitación señala los principales cambios, que se producen para apoyar las directrices básicas del BLS, para reflejar la importancia atribuida a la CT de buena calidad y para reducir el número y duración de las pausas durante la CT.
La pauta recomendada es:
- Conseguir, si es posible, un DEA y comenzar con la CT (comprimiendo el pecho a una profundidad de 5 cm y a una velocidad de 100-120/min. Al usar un DEA se minimizan las interrupciones en la CT.
- Después de 30 CT, abrir vías respiratorias y dar respiración de rescate (dos respiraciones efectivas, que no deben durar mas de 5 segundos en total). A continuación se debe volver a la CT. La proporción de CT y respiraciones de rescate sería de 30/2.
- Si se ha insertado algún dispositivo respiratorio, por ejemplo tubo traqueal, la pauta es de 8-10 respiraciones por minuto, continuando la CT sin hacer pausas.
- Detenerse para evaluar a la víctima solo si muestra algún signo de recuperación de conciencia (tose, abre los ojos, habla, se mueve a propósito y comienza a respirar con normalidad), de lo contrario, no se debe interrumpir la reanimación.
Indica que si no hay posibilidad a aportar las respiraciones de rescate, las CT deben ser continuas y a una velocidad de 100-120/min. En paros cardíacos de etiología no respiratoria, y dado que algunos rescatadores tienen reparos en llevar a cabo la ventilación boca a boca (por ejemplo, por miedo a la infección), hace hincapié en la prioridad de las CT, recomendando que, en adultos, la RCP comience por las CT en vez de las ventilaciones. En niños recomienda comenzar por cinco respiraciones, tras abrir vías aéreas, y si no hay respuesta proceder de inmediato con la CT.
El SE de UptoDate(3) sobre soporte vital cardíaco avanzado, actualizado en febrero de 2013, confirma las recomendaciones de la GPC de la AHA (1) y otras Guías de soporte vital cardíaco sobre la secuencia de la RCP. Hace hincapié en la necesidad de “excelencia” de esta, porque cualquier maniobra por debajo de lo recomendado no alcanza la perfusión cerebral y coronaria adecuada, lo que compromete la posibilidad de supervivencia sin secuelas neurológicas. También es importante no interrumpir la RCP, señalando que las intervenciones que no se pueden realizar mientras está en curso la RCP (por ejemplo la desfibrilación) se deben realizar durante breves interrupciones a intervalos de 2 minutos, después de la finalización de un ciclo completo de RCP. En entornos donde hay mas de un rescatador, CT y respiraciones se realizan simultáneamente.
En definitiva, recomienda que las CT, realizadas correctamente, tienen prioridad sobre la ventilación (evitando siempre la hiperventilación) durante el período inicial del BLS.