Una Guía de Práctica Clínica (1) (GPC) para el diagnóstico y el manejo del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en niños, jóvenes y adultos señala que la decisión con respecto a que fármaco utilizar se debe basar en la posible presencia de comorbilidad adicional. Por ejemplo, presencia de tics, síndrome de Tourette o epilepsia. En cuanto a los efectos adversos mas comunes incluyen: disminución del apetito, problemas de sueño, dolores de cabeza y de estómago, somnolencia, irritabilidad, llantos frecuentes. Otros acontecimientos adversos raros, pero más severos, pueden incluir síntomas psicopáticos y reacciones de sensibilidad que requieren la interrupción de la medicación. Con respecto al peso y crecimiento, señala que hay resultados contradictorios en la investigación en niños que reciben metilfenidato. Unos autores indican que la disminución significativa del apetito puede llevar a una disminución del crecimiento previsto durante el período activo de tratamiento del fármaco. Otros indican que la detención del crecimiento y altura puede estar relacionada con la dosis. Y otros, que es confuso si estará afectada la altura adulta final. También hay controversia con respecto a la asociación del metilfenidato y de los tics. En un estudio, los tics aumentaron solamente con altas dosis de medicación y disminuyeron en un cierto plazo. Otros estudios no han encontrado ninguna asociación. En cuanto al pulso y presión arterial, la investigación ha indicado un efecto pequeño no significativo clínicamente (aumento medio de <5 mmHg) en la presión arterial a corto plazo, con un aumento leve del pulso (promedio de <5 ppm). Otros autores indican que durante la supervisión ambulatoria de la presión arterial de muchachos que habían estado recibiendo la medicación al menos 2 meses, encontraron aumentos estadísticamente significativos en la presión arterial sistólica y diastólica cuando el niño tenía disminución del sueño. Con respecto a pacientes con crisis epilépticas previas y controladas, la GPC señala que algunos autores han investigado la posibilidad de que el metilfenidato disminuyera el umbral de las crisis, pero no encontraron aumento en el número de crisis. Aunque en la mayoría de esos estudios excluyeron a pacientes con crisis epilépticas con respecto al tratamiento para TDAH.
En Drug-Dex (2) se indica, entre otras contraindicaciones al metilfenidato: los tics motores y el síndrome de Tourette. Como efectos secundarios comunes señala:
- dermatológicos: eritema (9% ); metabólicos endocrinos: disminución de peso (el 9%)
- gastrointestinales: disminución del apetito (26%), pérdida del apetito (5%), náuseas (12%), vómitos (10%);
- neurológicos: dolor de cabeza, insomnio (13%)
- psiquiátricos: labilidad afectiva suave (el 6%)
- respiratorios: congestión nasal (6%), nasofaringitis (5%).
- Como efectos secundarios serios: dermatológicos: dermatitis de contacto; metabólicos endocrinos: disminución del crecimiento corporal; neurológicos: disminución del umbral convulsivo, Tics (el 7%); psiquiátricos: manía, desorden sicopático; otros: dependencia al fármaco.
- También señala que cuando se va a administrar o ya se está administrando el fármaco, deben ser tenidas en cuenta precauciones cuando hay alteraciones en el EEG y cuando hay historia anterior de convulsiones epilépticas, ya que puede bajar el umbral convulsivo.
- Las conclusiones de esta evaluación indican que el metilfenidato sigue siendo un medicamento útil en el tratamiento del TDAH en las indicaciones y condiciones de uso autorizadas y que los beneficios esperados del medicamento superan los riesgos potenciales del mismo.
- No obstante, su uso se puede asociar con alteraciones cardiovasculares y psiquiátricas que es necesario valorar antes de iniciar el tratamiento y durante el mismo.
- No se dispone de datos suficientes respecto a los posibles efectos a largo plazo, por lo que se ha solicitado a los laboratorios titulares de estos medicamentos la realización de un estudio que complemente la información actualmente disponible.
- Por otro lado la AEMPS informa que el uso de metilfenidato en el TDAH, en caso de considerarse necesario, debe formar parte de un programa integral de tratamiento que incluya otras intervenciones no farmacológicas como son las de tipo psicológico y educativo; que el tratamiento con metilfenidato debe ser iniciado y supervisado por un médico especialista con experiencia en trastornos del comportamiento en niños y adolescentes; y que antes del inicio del tratamiento y durante el mismo, el médico valorará, entre otras, la posible aparición de alteraciones cardiovasculares o psiquiátricas, así como el beneficio que se obtiene con el tratamiento.