Un Ensayo Clínico Aleatorizado (ECA)(1)compara la cateterización intermitente (CI) con la cateterización permanente (CP), durante dos semanas, en mujeres (65 años o mas) con retención urinaria con un volumen residual > o = 300 ml (RUVR), ingresadas en una residencia geriátrica. Asignaron a las pacientes aleatoriamente en dos grupos: uno con CI (n=36) y otro con CP (n=45). El resultado primario era la proporción de sujetos que tenían un RUVR < 150 ml el día 14. Los resultados secundarios fueron el tiempo transcurrido hasta a estar libres del catéter y el índice de bacteriuria el día 14. Los autores concluyen que dado que el índice de éxito fue similar en ambos grupos con respecto a la recuperación de la función de la vejiga y el índice similar de bacteriuria, y considerando que el grupo con CI solo sufrió una media de 3 CI, piensan que la recomendación de la CI cuando era requerida sería justificada en el manejo de la retención urinaria femenina, pues la presencia de CP obstaculizaría la rehabilitación y afectaría a la calidad de vida de la paciente
Un estudio(2)sobre la CI limpia, realizada por el cuidador, en 56 mujeres mayores de 65 años, con retención urinaria persistente y con disminución de las capacidades cognoscitivas y otras incapacidades, indica que el 54% de las pacientes fueron continentes después de un período medio de 6 semanas (radio de acción de 1 a 40 semanas). El 27% tenía una mejora significativa de los síntomas de incontinencia urinaria y los volúmenes residuales de orina llegaron a ser progresivamente más pequeños. El 19% fallaron el programa. Se señala que influyó en la recuperación la edad del paciente, el cuidador que realizaba la CI y el desarrollo de la infección de vías urinarias relacionada con el catéter. El 25% de los pacientes desarrolló infección de vías urinarias sintomática que fue asociada a un retraso en la recuperación de la retención. También fue asociado a la presencia de diabetes mellitus preexistente, de demencia y a otras dolencias predisponentes.
En un estudio comparativo (3) en 407 pacientes con bacteriuria, tratados con cateterización intermitente limpia (CIL) durante 1 año, se encontró bacteriuria significativa en el 50,6% de 1413 muestras de orina analizadas. La Escherichia Coli era la especie dominante (54,8%), siendo la distribución diferente en varones y hembras, pero no había diferencias entre los pacientes del CIL y un grupo de referencia de pacientes no internados. Por otra parte, se encontró una frecuencia más alta de la resistencia entre enterobacterias en muestras de los pacientes con CIL comparados al grupo de referencia. Los autores concluyen que la mayoría de pacientes con CIL con bacteriuria no tenía ningún síntoma, y que la bacteriuria por sí misma no parece ser una indicación para el tratamiento en la mayor parte de estos pacientes.
Un estudio retrospectivo(4)investiga si la CI es una alternativa mejor a la CP en ancianos (14 mujeres, 7 hombres) con una edad media de 76,5 años, con retención urinaria (RUVR del 50% de la capacidad de la vejiga). El período medio de observación con respecto a la CI fue de 27,9 meses. Dieciocho de los 21 pacientes señalaron mejora de la calidad de vida debido a: la restauración del continente urinario, disminución de la frecuencia diurna, de la nicturia y la urgencia urinaria y disminución de las infecciones urinarias. El estudio concluye que la auto CI es una técnica segura y valiosa en los pacientes ancianos debido a la baja actividad de contracción del detrusor. Se restaura el continente urinario y la urgencia, se disminuyen la frecuencia diurna y la nicturia, y disminuye el porcentaje de infección de vías urinarias, dando por resultado la mejora de la calidad de vida. Por lo tanto, los autores recomiendan fuertemente la auto CI en pacientes ancianos.
Un Best Practice(5)sobre la cateterización urinaria y sus cuidados indica que la CI es la alternativa preferida a la CP para aquellos pacientes que vacían de forma incompleta la vejiga, lo que les proporciona seguridad y aceptabilidad de la técnica. Para la realización de la auto CI es imprescindible que tengan la destreza, la capacidad y el deseo de manejar el procedimiento, aunque la CI se puede realizar, tanto por trabajadores de la atención sanitaria como por cuidadores, después del entrenamiento apropiado de estos, y con consentimiento del paciente, si este no puede realizarla el mismo. Cuando la CI está siendo realizada por cuidadores o profesionales, deben seguir las mismas precauciones y técnicas que para la CP, lo que reducirá el riesgo de infección. También indica que se puede producir retención urinaria después de retiro de la CP. Si se presentara este problema recomienda medir el volumen residual en los primeros días tras el retiro.
Una Guía de Práctica Clínica (GPC)(6)sobre el manejo de la infección bacteriana de zona urinaria en adultos, que incluye a mujeres mayores y comorbilidad como la diabetes, indica que la duración de la cateterización esta sólidamente asociada al riesgo de infección, pues la larga duración de la implantación del catéter provoca una mayor probabilidad de infección. La CI está asociada con una menor incidencia de bacteriuria asintomática. La GPC define como catéter a largo plazo cuando la duración de implantación es mayor de 28 días. También señala que la bacteriuria es común en la población de mujeres mayores institucionalizadas y población con CP a largo plazo.
Una Revisión Sistemática (RS)(7)sobre el tratamiento vesical a largo plazo con CI, tanto en adultos como en niños, compara, entre otras intervenciones, la colocación de la sonda realizada por el paciente versus por terceros y otras estrategias diseñadas para reducir la Infección Urinaria (IU) respecto a la incidencia de IU sintomática, hematuria, otras infecciones y la preferencia de los usuarios mediante el uso de CI cuando hay vaciamiento incompleto de la vejiga, concluye que existe una escasez de pruebas como para afirmar que la incidencia de la IU es afectada por el uso de la técnica estéril o limpia, las sondas recubiertas o no recubiertas, las sondas de uso único (estéril) o múltiple (limpia), la colocación de la sonda realizada por el paciente o la colocación de la sonda realizada por terceros u otra estrategia. Las pruebas de la investigación actual son débiles y existen problemas significativos de diseño. Dadas las circunstancias actuales del control de infecciones y la resistencia a los antibióticos, se recomiendan firmemente más estudios bien diseñados. Señalan finalmente que en base a los datos actuales, no es posible afirmar si un tipo de sonda, técnica o estrategia es mejor que otro.