En una pregunta muy similar publicada en el banco de preguntas Preevid, en junio de 2010, se hacía referencia a la teoría de que la falta de vitamina D, pudiera ser un factor etiológico de los TEA(1). Tras actualizar la búsqueda, no se ha identificado ninguna guía de práctica clínica (GPC) ni sumario de evidencia(SE) en los que se apoye dicha teoría. Sin embargo, y aunque con un nivel de evidencia bajo, sí se han encontrado revisiones sistemáticas (RS) y ensayos clínicos aleatorizados (ECA), en los que se aportan datos coincidentes con la hipótesis de que los niveles bajos de vitamina D podrían contribuir al desarrollo del TEA y de que la suplementación con esta vitamina, podría mejorar ciertos síntomas de algunos niños con TEA.
El SE de Dynamed(2), indica que la suplementación con vitamina D, puede no mejorar los síntomas conductuales o sensoriales en niños con TEA, mientras que en los dos SE consultados en UpToDate(3,4) y el Best Practice de BMJ sobre TEA(5), no se hace referencia al papel de la vitamina D en la etiología o tratamiento de este trastorno.
Resumimos a continuación la información contenida en dos RS(6,7) de reciente publicación, en las que se investiga la relación entre niveles bajos de vitamina D y la posible etiología del TEA:
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La primera RS(6) resume los estudios publicados en inglés sobre los nutrientes prenatales o la dieta materna en asociación con el TEA de PubMed hasta julio de 2020. En esta revisión sistemática se incluyeron treinta y seis estudios de nueve países; 5 se centraron en la ingesta de multivitamínicos, 3 en la vitamina prenatal, 14 en el ácido fólico (AF); 11 en la vitamina D; 7 en los ácidos grasos poli-insaturados o suplemento de pescado, 3 en el hierro, 1 en la vitamina B12 , 1 en el calcio, 1 en el magnesio y 3 se centraron en hábitos alimentarios maternos diversos. En general, se observa que una ingesta mayor o moderada de multivitamínicos prenatales, ingesta adecuada de AF y vitamina D se asoció con reducciones en las probabilidades de tener un hijo con TEA, aunque los resultados no han sido uniformes y es necesario aclarar las diferencias en los hallazgos basados en biomarcadores frente a la ingesta informada de estos nutrientes. Los autores informan de que las áreas clave de futuras investigaciones, para comprender mejor el papel de la dieta materna en los TEA, incluyen la necesidad de examinar el efecto combinado de múltiples nutrientes y considerar las interacciones con factores genéticos o ambientales.
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En la segunda RS (7) se incluyeron 14 artículos, de los que 10 eran estudios de investigación originales y cuatro estudios de revisión realizados entre 2012 y 2020, señala que sus hallazgos son consistentes con la hipótesis de que los niveles bajos de vitamina D podrían contribuir al desarrollo del TEA, aunque la solidez de la evidencia es muy baja, ya que se basa exclusivamente en estudios observacionales que no consideraron igualmente todos los factores de confusión importantes y que evaluaron la relación indirecta entre la vitamina D como un sustituto de la exposición a la luz solar y el riesgo de autismo. Hay posibilidad de sesgo de confusión porque una dieta con niveles adecuados de vitamina D también suele ser adecuada en otros micronutrientes. Se necesitan más estudios que examinen la relación entre la vitamina D y el riesgo de autismo, mediante estudios experimentales que permitan detectar los niveles sanguíneos en mujeres embarazadas, sin embargo, hay que tener en cuenta que hacerlo requeriría un diseño con tamaños de muestra muy grandes dada la incidencia del TEA.
En cuanto al papel que puede ejercer el tratamiento con suplementos a base de vitamina D en personas con TEA se han identificado dos RS(8,9) y dos ECAs(10-11) no incluidos en las RS:
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La primera RS con metanálisis(8) de ECAs, cuyo objetivo fue estimar la eficacia de la suplementación con vitamina D como tratamiento en niños con TEA, incluyó estudios con personas <18 años diagnosticadas con TEA y en los que los resultados funcionales se hubieran evaluado mediante escalas validadas para TEA. Se agruparon las diferencias de las medias (DM) y se realizó un metanálisis con un modelo de efectos aleatorios debido a las diferencias entre los ECA individuales. Hubo cinco ECA con 349 niños con TEA en la revisión, de los cuales tres se incluyeron en el metanálisis. La suplementación con vitamina D indicó una mejora pequeña pero significativa en las puntuaciones de hiperactividad (DM combinada: -3,20; IC del 95%: [-6,06, -0,34]) con baja heterogeneidad (I2 = 10%, p = 0,33), pero no hubo otras diferencias estadísticamente significativas en los síntomas del TEA entre los grupos. En base a estos resultados los autores concluyen que la suplementación con vitamina D parece ser beneficiosa para la hiperactividad, pero no para los síntomas centrales u otros comportamientos y condiciones coexistentes de TEA. Y consideran que se necesitan ECA futuros con muestras de gran tamaño que examinen el efecto de la suplementación con vitamina D en el tratamiento del TEA .
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En la segunda RS(9) se evaluó la eficacia de intervenciones dietéticas específicas sobre síntomas, funciones y dominios clínicos en sujetos con TEA. Se incluyeron ECA doble ciego y controlados con placebo publicados hasta septiembre de 2017. Entre las variables de resultado se incluyeron 4 dominios clínicos y 17 grupos de síntomas y / o funciones. Se pudo hacer un metaanálisis independiente sobre el efecto clínico de suplementos nutricionales a base de vitaminas, que incluyen vitamina B6, vitamina B12, vitamina C, vitamina D, AF, ácido folínico y combinaciones de diferentes vitaminas. La suplementación con vitaminas fue más eficaz que el placebo en el tratamiento de los siguientes grupos de síntomas y / o funciones: gravedad global, lenguaje, estereotipias, conductas restringidas y repetitivas, problemas de comportamiento e impulsividad e hiperactividad e irritabilidad. A pesar de las limitaciones derivadas de la heterogeneidad metodológica entre los estudios en términos de la intervención, medidas clínicas y resultados, y características de la muestra, los autores concluyen que estos resultados sugieren un papel potencial para algunas intervenciones dietéticas específicas en el manejo de algunos síntomas, funciones y dominios clínicos en pacientes con TEA.
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En el primer ECA(10) sobre la suplementación con vitamina D3, 109 niños de 3 a 10 años con TEA fueron asignados al azar para recibir vitamina D3 a dosis fue de 300 UI / kg / día, sin exceder las 5.000 UI / día o placebo durante 4 meses. Los niveles séricos de 25‐hidroxicolecalciferol (25 (OH) D) se midieron al comienzo y al final del estudio. La gravedad del autismo y la madurez social de los niños se evaluaron mediante la Escala de calificación del autismo infantil (CARS, por sus siglas en inglés), la Lista de verificación de conducta aberrante (ABC), la Escala de capacidad de respuesta social (SRS) y la Lista de verificación de evaluación del tratamiento del autismo (ATEC). Al final del estudio, los niveles séricos medios de 25 (OH) D estaban significativamente elevados en el grupo suplementado con vitamina D (Grupo I) (media ± DE 45,9 ± 17,2 frente a 26,3 ± 12,7; p = <0,001 ). Sin embargo, no se encontraron cambios significativos para la 25 (OH) D en el grupo de placebo (media ± DE, 27,1 ± 15,1 frente a 28,2 ± 13,8; p = 0,41). Para los aspectos clínicos, las puntuaciones calificadas de las escalas de comportamiento, fueron significativamente mejores en los niños que recibieron tratamiento de vitamina D3: en CARS (puntuación media antes = 36,8 ± 5,9, después = 30,3 ± 6,1, p <0,001); en ABC mejoraron en la irritabilidad (IC del 95%: 0,63–1,89, p = .01), hiperactividad (IC del 95%: 1,02–2,72, p = 0,014), aislamiento social (IC del 95%: 1,22–2,84, p =0,003), comportamiento estereotipado (IC 95%: −5,9 a −0,39, p <.01) y habla inapropiada (IC 95%: −6,1 a −0,41, p <0,01); en SRS en el grupo suplementado con vitamina D (Grupo I) en comparación con el grupo de placebo (Grupo II) (IC del 95%: 32,9-48,1, p <0,01); las evaluaciones ATEC mostraron una mejora estadísticamente significativa en la media total de las puntuaciones ATEC en el Grupo I en comparación con el Grupo II (IC del 95%: 35,2–50,9, p <0,01). Los efectos adversos informados por los cuidadores fueron leves y transitorios. Para los autores, en este estudio se demuestra la eficacia de la vitamina D3 en pacientes con TEA. No obstante recomiendan, más estudios para investigar las correlaciones entre la respuesta clínica de la vitamina D y los cambios bioquímicos en pacientes con TEA.
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El segundo ECA(11), plantea la hipótesis de que los niveles séricos de vitamina D se reducen en el TEA y se correlacionan con la gravedad de la enfermedad y de que el tratamiento con vitamina D3 puede ser beneficioso para una parte considerable de niños con TEA. Se incluyeron a 215 niños con TEA y 285 niños sanos; treinta y siete de los 215 niños con TEA recibieron tratamiento con vitamina D3. Para evaluar los síntomas del autismo se utilizaron los tests ABC y CARS. Se utilizó la cromatografía líquida de alta resolución para evaluar el nivel sérico de 25 (OH) D. Se realizaron evaluaciones de los niveles de ABC, CARS y 25 (OH) D sérica antes y después de 3 meses de tratamiento. Se observó que los niveles séricos de 25 (OH) D fueron significativamente más bajos en los niños con TEA que en los niños sin TEA. Los niveles de 25 (OH) D en suero se correlacionaron negativamente con las puntuaciones totales de ABC y las puntuaciones de la subescala de lenguaje. Después de la suplementación con vitamina D3, las puntuaciones de los síntomas se redujeron significativamente en los CARS y ABC. Además, los datos también sugieren que los efectos del tratamiento fueron más pronunciados en los niños más pequeños con TEA. Los resultados sugieren que la deficiencia de vitamina D podría contribuir a la etiología de los TEA y que la suplementación de vitamina D3, puede mejorar significativamente el resultado de algunos niños con TEA, especialmente los niños más pequeños