Pregunta actualizada a 23 de abril de 2020
La información contenida en esta respuesta, está en continua revisión, siendo posible que, en un plazo breve sea actualizada, incorporando una nueva pregunta al Banco de Preguntas. Algunos de los documentos referenciados son “preprint”, es decir que no han sido revisados por pares. Aportan información que precisa ser evaluada con detalle antes de convertirse en recomendaciones aplicables a la práctica clínica.
Según la información revisada, la conjuntivitis sería un síntoma poco frecuente en los pacientes con COVID-19, pudiendo aparecer tanto al inicio como en fases más avanzadas de la enfermedad y constituyendo la secreción lagrimal una posible fuente de contagio.
La “American Academy of Ophthalmology”(1), en una actualización sobre coronavirus explica que el SARS-CoV-2 podría producir una conjuntivitis folicular leve similar a la producida por otros virus, posiblemente producida por el contacto de la conjuntiva con aerosoles o a través del contacto con las manos. Esta conjuntivitis podría ser una manifestación precoz o aparecer durante el ingreso en pacientes graves, pero consideran que, según los datos disponibles, se trata de una manifestación poco frecuente de la enfermedad. Además, se ha llegado a aislar ARN viral en la lágrima de pacientes con COVID-19 aunque no se ha cultivado aún ninguna de estas muestras y no se descarta que estas secreciones pudieran ser infecciosas.
Los autores resumen la información de diversas series de casos de pacientes con COVID-19 con prevalencias muy variables de manifestaciones oculares (desde 9/1.099 hasta 12/38) y que se describen como: conjuntivitis, congestión conjuntival, quemosis, secreción ocular, epífora, hiperemia conjuntival y ojo rojo. Respecto a la quemosis, consideran que, en un paciente crítico, este dato no sería un signo de conjuntivitis sino más bien un indicador de sobrecarga hídrica de tercer espacio.
En una revisión sistemática ("preprint") sobre las manifestaciones oculares en los pacientes con COVID-19(2) que incluyó 6 estudios observacionales y la comunicación de un caso, con un total de 854 pacientes en el metaanálisis, el porcentaje de conjuntivitis/ojo rojo fue de 3,175% ( intervalo de confianza [IC] 95%: 1,165-6,127) y solo en el 0,703% de 183 pacientes (IC 95%: 0,0358-3,269) la conjuntivitis fue la primera manifestación de la enfermedad. Otros signos oculares aquí recogidos son: dolor ocular, sensación de cuerpo extraño, fotofobia, visión borrosa, lagrimeo, picor, ojo seco y “otros signos inflamatorios”.
En un estudio transversal(3) incluido en la revisión sistemática arriba mencionada(2), que incluyó 543 pacientes ingresados en China, 25 patients (4,68%) presentaban congestión conjuntival, 112 ojo seco (20,97%), 68 visión borrosa (12.73%), y 63 sensación de cuerpo extraño (11.80%). La duración media de la congestión conjuntival fue de 4,9 ± 2,6 días (2-10 días) y en 3 de los pacientes fue el primer síntoma.
Según el resumen de una serie de casos(4) procedente de China de 81 pacientes diagnosticados de COVID-19 sólo 3 de ellos referían molestias oculares (sin signos característicos de conjuntivitis), que aparecieron a los 16,67±9,29 del diagnóstico de la enfermedad. Las muestras de los hisopos conjuntivales no detectaron ARN viral.
Por último recogemos la comunicación de un caso(5) de una mujer de 29 años que empezó con un cuadro de conjuntivitis, rinorrea, tos y congestión nasal que evolucionó a queratoconjuntivitis, inicialmente etiquetada como herpética, a la que se le pautó tratamiento con valaciclovir oral y colirio de moxifloxacino. Posteriormente se detectaron una adenopatía preauricular y otra cervical. Las pruebas de detección de gonorrea, clamidia y cultivos bacterianos en las muestras conjuntivales fueron negativas. Unos días más tarde, en Canadá se ampliaron los criterios para realizar las pruebas diagnósticas de COVID-19, realizándose en la paciente (que empezó con los síntomas al regreso de un viaje fuera de su país) que resultó positiva.