Se define como nefropatía inducida por contraste (NIC) a la situación en la cual se produce un deterioro de la función renal (aumento de la creatinina sérica de más del 25% o de 44 μmol/l [0.5 mg/dl]) en los 3 días siguientes a la administración intravascular de un medio de contraste en ausencia de una etiología alternativa(1).
Para dar respuesta a la pregunta planteada se han seleccionado 3 metaanálisis(2-4), 2 de ellos muy recientes(3,4), que concluyen que la incidencia de daño renal agudo (DRA) es similar entre los pacientes que reciben medio de contraste intravenoso (IV) y los pacientes en los que se realiza un procedimiento de imagen sin medio de contraste (incluso en pacientes con enfermedad renal crónica [ERC](4)). Dados los resultados los estudios sugieren que serían otros factores a nivel del paciente y de la enfermedad, y no el uso de un medio de contraste, los que probablemente contribuyan al desarrollo de la lesión renal aguda. Hay que destacar no obstante que todos los estudios incluidos en los metaanálisis evaluados son observacionales con las limitaciones metodológicas inherentes a este tipo de estudios.
No se han identificado guías de práctica clínica, sumarios de evidencia o protocolos de actuación que hagan mención a este aspecto.
El más antiguo de los metaanálisis(2) se planteó como objetivo valorar la incidencia de DRA en pacientes expuestos a un medio de contraste intravenoso (IV) en comparación con los pacientes que se sometieron a un examen de imagen sin medio de contraste o que no estuvieron expuestos (grupo de control). De los 1.489 estudios identificados originalmente, solo se identificaron 13 estudios no aleatorios (0,9%; 25.950 pacientes) que cumplieron con los criterios de inclusión. El análisis de los resultados reveló que en el grupo que recibió medio de contraste el riesgo de DRA (riesgo relativo [RR] = 0,79; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,62-1,02; p = 0,07), de muerte (RR = 0,95; IC del 95%: 0,55-1,67; p = 0,87), y de diálisis (RR = 0,88; IC 95%: 0,23-3,43; p = 0,85) fue similar al riesgo en el grupo sin medio de contraste. Este patrón de riesgo similar se observó independientemente del tipo de medio de contraste IV, de los criterios de diagnóstico para DRA, o de si los pacientes tenían diabetes mellitus o insuficiencia renal.
Como puntos clave el estudio destacaba que:
- Eran pocos los estudios en los que se comparó directamente el riesgo de NIC en pacientes que recibían un medio de contraste yodado con un grupo control de pacientes que no lo recibían.
- Los estudios controlados no aleatorizados publicados muestran un RR similar de DRA, mortalidad y diálisis en pacientes que recibieron medio de contraste IV en comparación con los grupos de control de pacientes que se sometieron a un examen de imagen sin medio de contraste o de lo contrario no recibieron medio de contraste.
- Este similar RR de DRA en receptores de medio de contraste IV se observó incluso en pacientes con diabetes mellitus e insuficiencia renal y en pacientes que recibieron agentes de contraste de alta osmolalidad.
Otro metaanálisis(3) más reciente y con el mismo objetivo (evaluar el riesgo de lesión renal aguda, la necesidad de diálisis y la mortalidad total después de una tomografía computerizada [TC] con contraste versus una TC sin contraste) incluyó 28 estudios (todos observacionales) con 107.335 participantes. El metanálisis demostró que, en comparación con la TC sin contraste, la TC con contraste no se asoció significativamente a DRA (odds ratio [OR] 0,94; IC del 95%: 0,83 a 1,07), necesidad de diálisis (OR 0,83; IC del 95%: 0,59 a 1,16), o mortalidad por todas las causas (OR 1,0; IC del 95%: 0,73 a 1,36).
El tercer metaanálisis(4) tuvo como objetivo evaluar el riesgo de NIC después de una TC con contraste en comparación con su desarrollo después de una TC sin contraste entre pacientes con ERC con la misma tasa de filtración glomerular estimada (TFGe). Se seleccionaron en este caso 6 estudios que incluyeron 55.963 participantes. En el análisis agrupado de todos los estudios, no hubo diferencia en la OR para NIC cuando los pacientes con ERC se sometieron a una TC con contraste, en comparación con sujetos del grupo control que no recibieron contraste, tanto en un modelo de efectos fijos (OR= 1.07; IC 95%, 0,98-1,17) como en un modelo de efectos aleatorios (OR= 1,07; IC 95%, 0,98-1,17).
Referenciamos además un estudio de cohorte retrospectivo(5) realizado en nuestro contexto sanitario y destinado a determinar si la administración IV de material de contraste yodado para TC se asocia con un aumento en los niveles de creatinina y DRA. Tras aplicar los criterios de exclusión, se obtuvo una muestra final de 46.637 pacientes atendidos en un servicio de urgencias (25.831 hombres y 20.806 mujeres), de los cuales no se realizó TC en 33.802 pacientes (72,48%) y se realizó TC en 12.835 pacientes (27,52%). Resepcto a los TC, en 6.642 pacientes se realizaron con contraste IV (14,24%) y en 6.193 pacientes sin contraste (13,28%). La edad media de los pacientes fue 67,95 años (rango de edad 106-18 años). Al analizar los resultados se encontró que la realización de TC con contraste no se asoció a una mayor probabilidad de desarrollar nefropatía (OR: 0,90; IC: 0,83-0,99 y OR 0,89, IC: 0,81-0,98, respectivamente para DRA y NIC). Usando ambos criterios (DRA+NIC), se obtuvo una OR de 0,80 (IC de 0,77-0,84). Además, los pacientes con filtrado glomerular inferior a 30ml/min no asociaron incremento del daño renal (OR: 0,66, IC: 0,47-0,91). Los autores concluyen que, en el medio estudiado (servicio de urgencias), la administración de contraste yodado IV no está asociada a un incremento en la incidencia de daño renal.
[No se informa en los documentos sobre si se empleó alguna medida de prevención de NIC en los pacientes en los que se utilizó un medio de contraste. Tan solo encontramos mención a este aspecto en el metaanálisis de Aycock et al(3) en el cual se comenta que se excluyeron los estudios sobre estrategias de prevención.]