Tras la búsqueda realizada con los recursos habituales usados en este servicio, se han encontrado evidencias acerca de lo beneficioso que es el ejercicio físico y la dieta en personas con enfermedad mental grave (EMG) (en ella se incluyen la depresión, el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia y otras psicosis, la demencia, las discapacidades intelectuales y los trastornos del desarrollo, como el autismo); pero en la mayoría de los documentos localizados, se recomienda más investigación con ensayos clínicos para aclarar el papel de ambos en las personas con trastorno bipolar (TB).
Se han seleccionado, una Guía de Práctica Clínica (GPC)(1), dos revisiones sistemáticas (RS)(2,3), un ensayo clínico aleatorio (ECA)(4), un estudio cualitativo(5) y un estudio cuasiexperimental antes-después(6).
La GPC(1), muestra un resumen de la evidencia (grados de evidencia 2+, 2++,1+)* acerca de los Cuidados Enfermeros a una persona con TB:
- La utilización de Planes de Cuidados Enfermeros dentro del plan de atención integral han mostrado efectos positivos en la adherencia a los tratamientos, el control de su salud física y la calidad de vida (2+).
- Las intervenciones de enfermería orientadas al control de la salud física han obtenido resultados positivos en el control del sobrepeso (2++).
- Los programas de gestión de casos o de continuidad de cuidados han demostrado su efectividad en mejorar la salud integral de las personas con EMG (1+).
En dicho apartado también se hacen las siguientes recomendaciones:
Se aconseja incluir al paciente con TB en programas de educación sanitaria para el mantenimiento eficaz de la salud:
- Educación sanitaria sobre una adecuada eliminación, sexualidad, nutrición y sueño.
- Modificación de los hábitos alimentarios para conseguir un buen manejo nutricional.
- Fomentar el ejercicio para conseguir una vida sana.
(*Ver significado de los grados de recomendación en el texto completo del documento).
Una RS con metaanálisis(2) publicada en 2015, parte de la premisa, de que las personas con EMG mueren más jóvenes que los miembros de la población general, y que entre las causas se encuentran las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo relacionados. El objetivo de la revisión, fue identificar intervenciones de éxito en la población general y que pueden ser extrapoladas a las personas con EMG. Se seleccionaron 123 artículos en los que se revisaron intervenciones dietéticas, conductuales o de ejercicio que se centraron en la obesidad y los factores de riesgo cardiometabólicos relacionados. Concluyen los autores que, los programas existentes requerirán adaptación para atender las necesidades de las personas con EMG y pueden ser más difíciles de implementar debido a los desafíos que enfrentan estas personas. Sin embargo, las intervenciones exitosas en el estilo de vida para aquellas personas con EMG pueden tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de esta población vulnerable.
Otra RS (3), del año 2016, estudia la relación entre ejercicio físico y personas que padecen TB. Se seleccionaron 31 estudios e incluyeron 15.587 pacientes con TB (no se identificó ningún ECA). El estilo de vida sedentario varió de 40% a 64,9%. La actividad física se asoció con menos síntomas depresivos y mejor calidad de vida. Algunas evidencias indicaron una relación entre ejercicio vigoroso y manía. En general, el ejercicio se asoció con medidas de salud mejoradas que incluyen síntomas depresivos y calidad de vida. La evidencia fue insuficiente para establecer una relación causa-efecto entre el estado de ánimo y el ejercicio físico. Se necesitan investigaciones futuras que incluyan ensayos aleatorios para aclarar el papel de la actividad física en pacientes bipolares.
Partiendo de un ECA(4) de 482 individuos con diagnóstico de TB yedades comprendidas entre 18 y 68 años, destinado a examinar la efectividad comparativa de un antipsicótico de segunda generación (quetiapina) versus un estabilizador del estado de ánimo clásico (litio), se evaluaron la demografía, calidad de vida, ejercicio físico y síntomas del estado de ánimo. Al analizar los resultados sobre la frecuencia de ejercicio en estos pacientes se establece que parece haber una relación específica del estado de ánimo entre la frecuencia de ejercicio y la polaridad, de modo que la depresión se asocia con menos ejercicio y la manía con más ejercicio en personas con TB. Esto sugiere que aumentar o disminuir el ejercicio podría ser una intervención dirigida a pacientes con síntomas depresivos o de elevación del estado de ánimo, respectivamente.
Recogemos también un estudio cualitativo (5), que plantea las estrategias de autocontrol utilizadas por una muestra canadiense (33 individuos) con un “adecuado manejo” de su TB.
Los pacientes completaron escalas cuantitativas para evaluar la depresión, la manía, el funcionamiento psicosocial y la calidad de vida, se les realizó una entrevista individual y participaron en grupos focales sobre las estrategias de autogestión que utilizaron para mantener o recuperar el bienestar.
Las estrategias específicas de autocontrol que los individuos mantuvieron se encuentran dentro de las siguientes categorías:
- sueño, dieta, descanso y ejercicio;
- seguimiento continuo;
- prácticas reflexivas y meditativas;
- entender el TB y educar a otros;
- conectar con otros y
- establecer un plan.
Los autores consideran que los clínicos pueden usar esta información para motivar a los pacientes a comprometerse con la adopción de tales estrategias.
Por último comentar los resultados de un estudio cuasiexperimental antes-después (6), que planteó la asociación entre el recuento de pasos diarios promedio (medidos con dispositivos móviles) y la pérdida de peso. Incluyó a 34 participantes con EMG en los que la adopción de un programa de recuento de pasos con un dispositivo portatil se asoció a mayor pérdida de peso (estadísticamente significativa). Este estudio destaca la posibilidad de utilizar dispositivos portátiles para ayudar a las personas con EMG que se inscriben en programas de estilo de vida, para realizar un seguimiento de su actividad física y lograr una mayor pérdida de peso. El éxito de los dispositivos portátiles probablemente se basa en si pueden aprovechar los principios clave de las teorías de comportamiento, incluido el autocontrol, la autoeficacia o la competencia social, y si existen estrategias para mantener la participación del usuario. No obstante, se establece que se necesitan futuros estudios a gran escala (ECAs) para determinar si el uso de dispositivos portátiles como parte de las intervenciones de estilo de vida realizadas en entornos comunitarios de salud mental, puede contribuir a la reducción del riesgo cardiovascular y los beneficios sostenidos en el tiempo para personas con EMG.