Para responder esta pregunta sería necesario concretar más la información sobre la situación clínica del paciente: diferenciando si se trata de un paciente diagnosticado de enfermedad de Lyme y que, en en la fase de latencia y diseminación, es diagnosticado de una carditis; o si es un paciente ya diagnosticado y tratado previamente por una carditis, que se ha etiquetado de enfermedad de Lyme crónica, y que presenta síntomas de forma persistente posteriores al diagnóstico y tratamiento inicial.
En el primer caso, diagnóstico de carditis por enfermedad de Lyme y no tratado previamente, aunque no hemos identificado ensayos clínicos controlados, en base a la información de series de casos, hay una recomendación clara en sumarios de evidencia (1-4) y guías de práctica clínica(5-8) de tratar con antibióticos, recomendación ratificada en una revisión narrativa reciente(9).
Si fuera un paciente etiquetado de enfermedad crónica de Lyme, con una carditis previa ya tratada y con secuelas cardiológicas, no se ha demostrado el beneficio de la terapia con antibióticos y no hay una recomendación de reiniciar tratamiento con antibióticos para mejorar los síntomas generales, osteomusculares, neurológicos o cardiológicos que pueda presentar.
De acuerdo con la información de sumarios de evidencia(1-4) y guías de práctica clínica(5-8), los pacientes que son diagnosticados de una carditis en el contexto de una enfermedad de Lyme, deben ser tratados con antibióticos:
- La carditis suele ser diagnosticada de uno a dos meses (con un rango de 1 a 28 semanas) después del comienzo de la infección.
- La incidencia de afectación cardíaca en pacientes con enfermedad de Lyme está descrita en el 0,3% a 4% de los casos; y afecta de un 4 al 10% de pacientes con enfermedad de Lyme no tratada, al no haber sido diagnosticada en los primeros síntomas.
- El tratamiento, además de medidas de soporte, o marcapasos temporal en el caso de bloqueo auriculoventrocular, incluye la terapia con antibióticos
- En el caso de afectación severa requiere ingreso hospitalario e inicio de los antibióticos por vía intravenosa que deben continuarse durante 10 a 14 días, seguidos de un régimen de antibióticos por vía oral de cuatro a seis semanas. Los antibióticos orales apropiados incluyen doxiciclina, amoxicilina y cefuroxima (la doxiciclina no debe usarse en mujeres embarazadas o niños menores de 8 años).
- Una revisión narrativa reciente(9) confirma la necesidad de tratamiento con antibióticos en carditis y propone un algoritmo diagnóstico y terapéutico en estas situaciones clínicas.
El diagnóstico enfermedad crónica de Lyme ha sido cuestionado desde hace años (10) y aunque es un término manejado por algunos profesionales sanitarios, actualmente sigue sin estar claro la existencia de una entidad específica con esa denominación, en los pacientes con síntomas persistentes a pesar del tratamiento(7,11-14).
- Hay varios ensayos clínicos que evaluaron la eficacia de los antibióticos en pacientes con síntomas persistentes de enfermedad de Lyme a pesar del tratamiento, pero no hemos identificado ninguno que vaya dirigido a mejorar síntomas de secuelas cardiológicas. Estos ensayos no han demostrado mejoría de otros síntomas y secuelas (neurológicas, osteomusculares y afectación de estado general) y los antibióticos, a las dosis y duración empleadas, pueden provocar efectos secundarios importantes.
- Tos los documentos revisados coinciden en la recomendación de no tratar con antibióticos a estos pacientes dado que no está claro el beneficio y puede presentar efectos secundarios.
- Una guía de práctica clínica(6) plantea la necesidad de una evaluación individualizada del riesgo y del beneficio del tratamiento con antibióticos en estos pacientes y una toma de decisiones informada y compartida (Recomendación fuerte, evidencia de muy baja calidad).