No se han encontrado estudios que respondan a la pregunta planteada en cuanto a la comparación entre el profesional que realiza la intervención. Si se ha encontrado un Sumario de Evidencia (SE)(1) y cuatro Revisiones Sistemáticas (RS)(2-5) que comparan diversas intervenciones efectivas en obesidad infantil y hacen recomendaciones sobre el empleo de las mismas.
Un SE(1) de Uptodate sobre manejo de la obesidad infantil en el ámbito de la atención primaria, recomienda las siguientes intervenciones clínicas breves de rutina por parte del proveedor de atención primaria, que incluyen:
- Mensajes de educación centrada en la obesidad para todos los niños y familias.
- Comunicación centrada en la familia e intervenciones basadas en la familia, en lugar de aquellas centradas solo en el niño.
- El énfasis en los cambios a largo plazo en los comportamientos que están relacionados con el riesgo de obesidad, en lugar de depender de las dietas y las prescripciones de ejercicio que tienden a establecer objetivos a corto plazo para lograr una pérdida de peso a corto plazo.
En este SE se recomiendan cuatro etapas en el abordaje de la obesidad infantil y en cada una de las etapas describe, el profesional y las habilidades que debe tener, una propuesta de objetivos en nutrición, objetivos en actividad física y, por último, el tipo de intervención conductual (ver tabla I del SE).
En dos RS (2-3), que tienen como objetivo evaluar los efectos de la dieta, la actividad física y las intervenciones conductuales (intervenciones orientadas a cambiar conductas) para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en niños de 6 a 11 años de edad(2) y de12 y 17 años de edad(3), se halló evidencia de baja calidad de que las intervenciones multidisciplinares que incluyen una combinación de dieta, actividad física y componentes conductuales pueden ser beneficiosas para lograr reducciones pequeñas y a corto plazo del IMC, especialmente en comparación con la ausencia de tratamiento.
Otra RS(4) , que evalúa los resultados de nueve RS, tres ensayos clínicos aleatorizados (ECAs), tres guías de práctica clínica y un metanálisis, muestra que existen intervenciones efectivas para prevenir o tratar el sobrepeso y la obesidad infantil en atención primaria llevadas a cabo por enfermeras. Los mejores resultados se obtienen al combinar una dieta específica con el aumento de la actividad física y terapia conductual para conseguir cambios de comportamiento (Nivel de Evidencia 1 y Grado de recomendación A)* así como las intervenciones que se realizan en la escuela orientada a aumentar el consumo de frutas y verduras y de la actividad física.
Por último, se identifica una RS(5) que tiene como objetivo proporcionar una evaluación holística de los efectos de las intervenciones de pérdida de peso para personas con obesidad, evaluando los resultados fisiológicos, psicológicos y de trastornos de la alimentación. La búsqueda se limitó a casos de obesidad sin complicaciones y en personas con edades comprendidas entre los 12 y los 65 años, aunque presenta datos de las intervenciones separados entre adolescentes (12-18 años) y adultos (18-65 años). Esta revisión incluyó 33 RS y 101 ECAs. Las intervenciones primarias evaluadas fueron dieta, ejercicio/actividad física, intervenciones psicológicas/conductuales, farmacológicas y quirúrgicas, mientras que las medidas de resultado primarias fueron medidas antropométricas estandarizadas (por ejemplo, índice de masa corporal [IMC] y peso corporal), medidas de composición corporal estandarizada (p. ej., masa grasa corporal), trastornos psicológicos, de la conducta alimentaria y de calidad de vida, e informes de efectos adversos del tratamiento. Los autores concluyen que dada la naturaleza interconectada de la obesidad, la salud mental y los trastornos alimentarios, las intervenciones para bajar de peso deben centrarse simultáneamente en dos objetivos: un componente basado en la evidencia que apunta a la pérdida de peso (intervenciones en el estilo de vida, medicamentos o cirugía, dependiendo de las circunstancias del individuo) junto con un componente de salud mental o conductual basado en la evidencia que se centra en el bienestar psicológico. Este segundo componente debe incluir una evaluación continua de las conductas alimentarias y psicopatologías.