Tras la búsqueda se ha encontrado diversa investigación sobre las medidas a tomar para reducir la propagación del Virus Respiratorio Sincitial (VRS): 2 Revisiones Sistemáticas (RS), 2 Guías de Práctica Clinica (GPC) y 2 revisiones narrativas. Todos concluyen que, en la situación ideal, es realizar las pruebas diagnósticas sobre la etiología de la enfermedad respiratoria para tomar decisiones precoces en cuanto a la ubicación del paciente y otras medidas de prevención de trasmisión del VRS: aislamiento, lavado de manos fecuentes, medidas de barrera (guantes, mascarillas, etc.), prohibición de visitas, etc.
Una RS(1) evalúa intervenciones físicas para reducir la propagación de virus respiratorios. Incluye cualquier intervención: aislamiento, cuarentena, distanciamiento social, barreras, higiene y protección personal; comparado con no hacer nada o con otra intervención. La RS incluye 8 estudios que investigan el efecto del aislamiento en habitaciones específicas para aislar (con o sin presión negativa) a recién nacidos y bebés con sospecha o confirmación de VRS. En solo 2 de los 8 estudios la intervención consistió solo en el aislamiento, los otros 6 estudios combinaron el aislamiento con otras medidas: cohortes, distanciamiento, barreras (batas, guantes, mascarillas, gafas de plástico desechable), lavado de manos (de pacientes y personal), mayor vigilancia y retroalimentación, diagnóstico rápido, desinfección de superficies, educación para la detección de casos (para tomar precauciones de contacto), etc. Concluye que, las siguientes intervenciones son eficaces y deben aplicarse preferiblemente en forma combinada, para reducir la transmisión de la enfermedad respiratoria viral:
- lavado de manos frecuente con o sin antisépticos adyuvantes,
- medidas de barrera tales como guantes, batas y máscaras con equipo de filtración, y
- aislamiento de los casos probables por sospecha diagnóstica.
Debería ponerse especial empeño en centrar la aplicación de las 3 intervenciones anteriores con el fin de reducir la transmisión desde los niños mas pequeños, que suelen ser las fuentes más fecundas de los virus respiratorios.
Otra RS(2) sobre el manejo de las infecciones de las vías respiratorias bajas de causa viral en la población pediátrica. Con respecto al VRS señala que las pruebas diagnósticas sobre la etiología pueden tener un papel muy relevante en cuanto a donde ubicar a los enfermos hospitalizados y su aislamiento, para evitar la extensión nosocomial, aunque la mayor parte de estos agentes son muy contagiosos y se extienden con facilidad entre la población infantil, especialmente en lactantes, ya que aún no han desarrollado inmunidad activa contra estos agentes infecciosos una vez pasado el período de inmunidad pasiva proporcionada por la lactancia materna. Este aspecto de la identificación causal por razones de prevención de contagio, logística y aislamiento, no es compartido por todos los autores, y tampoco existen recomendaciones definitivas aparte de las medidas higiénicas más comunes para evitar contagios. Considera el lavado y la descontaminación de manos las medidas más importantes en la prevención de infección nosocomial por VRS.
Concluye que es muy importante la conceptualización de la infección, debido al alto riesgo de contagio, por lo que se deberían reforzar las acciones de aislamiento de los enfermos y las medidas higiénicas del personal y de los familiares para reducir la transmisión del virus. En este sentido, destaca el papel de las técnicas diagnósticas rápidas para programar el aislamiento y evitar el contagio nosocomial, como afirman algunos autores. Otros autores destacan que, siendo la mayor parte de estas infecciones respiratorias de vías bajas (o altas) en niños de origen viral, la accesibilidad a pruebas diagnósticas rápidas podría reducir el porcentaje de enfermos que reciben antibióticos indebidamente y que, según los estudios y el periodo epidémico en el que suele presentarse la gripe, puede estar entre el 10% y el 30%
Una GPC(3) para el control de la infección en entornos sanitarios de pediatría incluye al VRS entre los virus respiratorios que persisten durante periodos prolongados en superficies y objetos inanimados (juguetes de los niños y dispositivos sanitarios que posteriormente son manejados por el personal sanitario); además se ha demostrado la transmisión al ambiente a través de las gotitas de transmisión. También señala los factores que influyen en el riesgo de transmisión entre los niños mas pequeños que no son capaces de manejar adecuadamente sus secreciones respiratorias, que tienen diarrea y que están en pañales o son incontinentes, y los que tienen heridas abiertas infectadas o lesiones cutáneas. Estos niños tienden a ser fuentes de infección.
Se han mostrado eficaces para prevenir la infección por VRS en el personal sanitario: mascarillas, protectores oculares y gafas. La transmisión del VRS al personal también se redujo por el uso de guantes en ausencia de mascarillas y gafas (así era menos probable que el personal se pudiera tocar nariz u ojos con las manos), lo que sugiere que para el VRS, la transmisión por contacto puede ser más importante que las gotita de transmisión.
Los niños con infecciones sintomáticas deben ser separados de los otros niños lo más rápidamente posible. Idealmente, los niños con alguna enfermedad contagiosa no deben estar en salas comunes (salas de espera, de exploración, etc. y deberían ser retirados a dependencias ventiladas con recirculación de aire de presión negativa o a través de filtros HEPA. Si no están disponibles, se puede utilizar una habitación individual, lo más lejos posible de otros pacientes.
Otra GPC(4) sobre las precauciones de aislamiento para prevenir la transmisión de agentes infecciosos en establecimientos de salud, incluye el VRS. Y señala la importancia de realizar rápidamente las pruebas diagnósticas para apoyar las decisiones sobre el tratamiento, la selección de habitación y la aplicación de medidas de control, incluidas precauciones de barrera y quimioprofilaxis.
Incluyen varias opciones para la ubicación del paciente en los hospitales: habitaciones individuales, habitaciones para 2 pacientes, y salas con varias camas. Se debe tener en cuenta las prioridades que deben determinan la ubicación de los pacientes en la sala apropiada: motivo de ingreso, características del paciente (edad, género, estado mental, necesidades de personal; peticiones familiares, factores psicosociales; preocupación económica, etc.). No siempre se toma en cuenta, al ubicar al paciente, el riesgo de transmisión de agentes infecciosos, pero es sumamente importante establecer prioridades en cuanto a la transmisión infecciosa a otros pacientes. También nombra las cohortes como forma de ubicación de los pacientes: agrupación de los que están infectados o colonizados con el mismo organismo para limitar su atención a un área y evitar el contacto con otros pacientes. Se crean en base al diagnóstico clínico, la confirmación microbiológica cuando esté disponible, la epidemiología y el modo de transmisión del agente infeccioso. En general se prefiere no colocar pacientes gravemente inmunodeprimidos en habitaciones con otros pacientes. Las cohortes se han utilizado para gestionar los brotes de infecciones como el VRS, aunque a menudo se llevan a cabo tras el fracaso de las medidas habituales de control de infecciones.
La asignación o agrupación del personal sanitario para el cuidado exclusivo de un grupo de pacientes infectados con un patógeno concreto tiene el objetivo de limitar la transmisión a pacientes no infectados.
Durante temporadas en que los virus respiratorios como el VRS predominan, la formación de cohortes basadas en la presentación clínica suele ser prioridad en centros que atienden a bebés y niños de corta edad. Durante la temporada de los virus respiratorios, los lactantes pueden ser agrupados solamente basándose en el diagnóstico clínico de bronquiolitis debido a las dificultades logísticas y a los costes asociados a la confirmación microbiológica antes de la ubicación en la habitación y el predominio de VRS durante gran parte de la temporada. Sin embargo, si es posible, se prefieren las habitaciones individuales cuando hay una presentación clínica común (por ejemplo, bronquiolitis), pero que puede ser causada por más de un agente infeccioso. Por otra parte, la incapacidad de los bebés y los niños para contener los fluidos corporales, y el contacto físico cercano que se produce durante su atención, aumenta los riesgos de transmisión de infección para pacientes y personal en este escenario.
Para algunas enfermedades (por ejemplo, VRS), las precauciones sobre transmisión deben permanecer efectivas hasta que los resultados del cultivo o del test de detección del antígeno indiquen la erradicación del patógeno.
Una revisión narrativa(5) sobre estrategias de prevención del VRS indica que durante los brotes, la infección se disemina fácilmente entre los niños a través del contacto cercano con personas infectadas o por contacto con superficies u objetos contaminados, siendo la prevención muy importante para reducir la morbilidad y mortalidad asociadas. La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha señalado formas de prevenir la transmisión del VRS, siendo el lavado de manos frecuente la estrategia más importante. Otros métodos son: el uso y cambios frecuentes de guantes y el aislamiento individual o en grupos de pacientes. Los pacientes asintomáticos con VRS infectan 7 días antes de la aparición de los síntomas y durante otros 14 a 21 días después de que estén bien. Por lo tanto, los individuos aparentemente sanos, aún pueden transmitir el VRS. La evitación de visitas hospitalarias, especialmente niños pequeños, durante los brotes en la comunidad también puede ser útil para prevenir su propagación. Concluye que la prevención sigue siendo la piedra angular del tratamiento de la enfermedad. La otra revisión narrativa(6) sobre la prevención y tratamiento del VRS en bebés y niños también subraya como técnica de control de la infección el aislamiento, siendo esencial para reducir al mínimo la propagación de la infección entre los pacientes hospitalizados, junto con las precauciones estándar. Durante los grandes brotes, gracias a la detección temprana, se tomarán medidas como la exclusión de visitas. Señala que el lavado de manos a fondo es de primordial importancia en la prevención de la propagación y dependerá de la educación impartida, así como la accesibilidad y la comodidad a dicho lavado; siendo posible que el frotarse las manos con alcohol sea lo más efectivo frente al VRS y lo más conveniente.