En sentido amplio, el término “colecho” hace referencia a aquellas situaciones en las que un niño duerme en la misma estancia que sus padres, bien en la misma cama o en mobiliario diferente (habitualmente una cuna). Para dar respuesta a esta pregunta nos centraremos en la forma de “colecho” en la cual el niño comparte la cama materna.
De los documentos seleccionados, y en relación a la lactancia materna, se desprende que es posible que exista una asociación positiva (en cuanto a una mayor tasa de lactancia materna y una lactancia más prolongada en los niños que comparten cama con la madre), pero ninguno de ellos ha podido establecer una relación causa efecto.
Un documento de consenso de 2008 de la “Academy of Breastfeeding Medicine”(1), en cuanto a la relación entre la lactancia materna y el compartir la cama con la madre, establecía como recomendaciones:
- Debido a que la lactancia materna es la mejor forma de nutrición para los bebés, aquellas recomendaciones que impidan su inicio o duración deben ser cuidadosamente sopesadas frente a los muchos beneficios conocidos para los niños, sus madres, y la sociedad.
- No se debería asumir que todas las familias practican una única manera de dormir toda la noche, todas las noches o durante el día. Los sanitarios deberían considerar las circunstancias étnicas, socioeconómicas, de alimentación, y otros factores familiares en la obtención de una historia sobre las prácticas en relación al sueño infantil.
- Los padres necesitan ser estimulados para expresar sus puntos de vista y buscar la información y el apoyo de sus médicos. Es necesario manifestar sensibilidad a las diferencias culturales en la obtención de la historia.
- Actualmente no hay pruebas suficientes para manifestarse en contra del “colecho”. Los padres deben ser informados acerca de los riesgos y los beneficios de compartir la cama con sus hijos y sobre las prácticas inseguras para poder tomar sus propias decisiones.
El documento incluye también información sobre las prácticas consideradas inseguras y las medidas a tomar para que, en el caso de que la madre (los padres) decidan compartir la cama con su bebé, lo hagan de forma que el niño no corra riesgos.
Una guía de práctica clínica sobre cómo conseguir un entorno seguro para el sueño de los niños de 0 a 12 meses(2), revisa, al igual que el protocolo previo, los factores de riesgo identificados en la práctica del “colecho” y comenta que la “Canadian Pediatric Society” no recomienda la práctica de compartir cama con la madre/padres pero indica respecto a su relación con la lactancia materna que:
- Los niños amamantados que comparten cama con su madres se alimentan con más frecuencia y durante más tiempo (tomas de mayor duración) que los niños que duermen sólos.
- Cuando concurren lactancia materna y el compartir cama, pueden derivarse ciertos beneficios para madre y niño: las madres disfrutan de la cercana relación con su hijo durante la noche y los niños están más estimulados para continuar con la lactancia materna.
La guía menciona además los resultados de una revisión sistemática publicada en 2007(3) sobre los beneficios y riesgos del “colecho”. En esta revisión se incluyeron 40 estudios observacionales entre los que se identificaron 3 estudios de cohortes que examinaron el efecto de compartir la cama en la lactancia materna. Estos trabajos sugerían una asociación positiva entre la práctica de compartir la cama y la lactancia materna, sin embargo, los datos no aclaraban la existencia de causalidad (es decir, si el hecho de compartir la cama promovía la lactancia materna y/o si la lactancia materna promovía el compartir la cama). Los autores añadían que es posible que estos datos reflejen la tendencia a que las mujeres que tienen más probabilidades de practicar una lactancia materna prolongada prefieran también compartir la cama. En relación a los riesgos del "colecho" esta revisión sistemática sugiere que podría estar asociado con el síndrome de muerte súbita del lactante, sobre todo en madres fumadoras; sin embargo concluye que la asociación es confusa, siendo preciso realizar más estudios de investigación, en los que se analicen con detalle los diferentes factores de riesgo.
También se hace referencia en la guía a un estudio de cohortes (N= 14.062 niños)(4) en los que se investigó los patrones de “colecho”, las características asociadas a dicho patrones, y su relación con la lactancia materna desde el nacimiento hasta los 4 años. Se identificaron 4 tipos de prácticas de sueño infantil: niños que raramente compartían la cama materna, niños que principalmente lo hacían durante el primer año de vida, niños que compartían la cama a partir del primer año, y niños que compartían la cama de forma constante durante los 4 años analizados. El análisis de regresión logística multivariado mostró que los 3 patrones de compartir cama resultaron predictores significativos de lactancia materna a los 12 meses con Odds Ratio de 1,69, 2,33 y 5,21 respectivamente (intervalos de confianza del 95% de 1,35-2,10; 1,87-2,89; y 4,06-6,68). Respecto a la relación causa efecto, los autores también consideraban que los datos obtenidos por si sólos eran insuficientes para establecer el papel independiente del hecho compartir la cama en la lactancia materna pero concluían que debido a los potenciales efectos de la práctica de compartir la cama sobre las tasas y la duración de la lactancia materna, los mensajes para reducir el riesgo de muerte súbita del lactante deberían centrarse en que los padres conociesen las prácticas inseguras y los posibles factores de riesgo más que en mantener una actitud contraria a que compartan la cama con sus niños.
Se ha localizado además otro reciente estudio de cohortes (N= 4.231 niños)(5) en el cual se encontraba que las madres que comparten la cama con el bebé y le alimentan con lactancia materna a los tres meses de vida, es más probable que continúen haciéndolo al año de vida. La evaluación crítica(6) de este estudio comentaba que la relación de compartir la cama y la lactancia materna prolongada quedaba patente en él aunque no se podía establecer una relación causa efecto. Sugería, por último, que es necesario conocer cuales son las prácticas de “colecho” seguro para poder aconsejar a las madres que deseen practicarlo por convicciones propias o culturales.