Un sumario de evidencia(1) de UptoDate sobre manejo de una fractura (en general), indica que tras aplicarse la escayola y confirmado el alineamiento del hueso correspondiente, el paso esencial siguiente es asegurar un seguimiento adecuado.
Con respecto al intervalo entre visitas de seguimiento, indica que dependerá de: naturaleza de la fractura, tipo de inmovilización, y cualquier otra preocupación que pueda tener el paciente. Recomienda que:
- En fracturas estables: inicialmente de 3-7 días tras escayolar. Se debe recomendar llamar o regresar antes si hay dolor, hinchazón, u otros síntomas agudos. Visitas subsiguientes: variarán según el paciente, cada 2-3 semanas. En cada visita de seguimiento, comprobar: señales de desgaste y condiciones apropiadas de la escayola, que tendría que ser reemplazada si está demasiado suelta o estanca yexcesivamente gastada. Dependería de la actividad del paciente, peso, y edad. En niños y adultos activos tendrían que ser comprobados más frecuentemente para asegurar la inmovilización. Las visitas de seguimiento es el momento mas apropiado para enseñar ejercicios de rehabilitación, asegurando el cumplimiento de las restricciones de actividad.
- En fracturas inestables, más proclives a la pérdida de la reducción o a la malignidad, la periodicidad dependerá del tipo de fractura y edad del paciente: se realizará un seguimiento radiográfico 2 veces por semana hasta que ocurra la curación (en niños) para asegurar que el alineamiento de la fractura es correcto y se mantiene; o una vez cada 7-10 días (para remanipular el hueso cuando existe una angulación excesiva y fragmentos de la fractura están relativamente móviles en adultos).
Otro sumario de evidencia(2) también de Uptodate, sobre las fracturas de clavícula recomienda que las visitas de seguimiento empiezan 1-2 semanas tras el daño para evaluar síntomas clínicos, y después cada 2-3 semanas hasta que el paciente esté asintomático y la función de hombro sea satisfactoria. Mientras el hombro esté inmovilizado, se puede utilizar el brazo mientras los síntomas lo permitan, pero las actividades trabajosas tendrían que ser evitadas. Se debe animar a los pacientes con cabestrillo a realizar ejercicios de movimientos de codo para mantener la función normal e impedir el anquilosamiento.
La unión clínica normalmente ocurre de 6-12 semanas en adultos y 3-6 en niños. Si ya ha ocurrido, la inmovilización puede ser interrumpida incluso si el callo no es visible. Se puede repetir una revisión radiológica 4-6 semanas más tarde si hubiera necesidad.
Tras interrumpir la inmovilización se debe aconsejar a los pacientes realizar una gama de movimientos de hombro y ejercicios de fortalecimiento para estimular la recuperación. La supervisión por fisioterapeutas facilita este proceso.
Los pacientes tendrían que ser informados acerca de que la curación y formación del callo puede producir una prominencia en el sitio de la fractura. En niños, el callo normalmente se remodela y desaparece. Esto ocurre menos en adultos, y la mayoría mantendrá un fragmento persistente visible.
En el capítulo de eMedicine(3)sobre fracturas de clavícula, se recomienda, en el período post operativo poner soporte de cabestrillo durante 2-4 semanas. Durante este tiempo, el paciente realizará ejercicios activos de movimiento del codo y mano y ejercicios de péndulo para el movimiento de hombro. A las 2 semanas, el paciente puede empezar actividades de impacto bajo. Después de 3-4 semanas, el paciente empezará movimiento asistido del hombro y progresivamente movimiento activo según tolere.
En otro capítulo de eMedicine(4)sobre fractura proximal de húmero, indica que la fisioterapia puede iniciarse a las 3 semanas, lo que puede ayudar a un regreso mas rápido a la función de la extremidad superior. Aunque no se debe realizar una gama agresivo-pasiva y activa-asistida de movimiento hasta que haya ocurrido la unión ósea.
Una revisión narrativa(5)sobre el manejo del paciente con fracturas del miembro superior e inferior indica que los objetivos del tratamiento son: 1º: Reducción de la fractura, 2º: Inmovilización y 3º: Restauración al máximo de la función. Con respecto al segundo, recomienda aconsejar al paciente no introducir ningún objeto para rascarse entre piel y escayola porque podría lesionarse la piel y provocar una infección.
Para disminuir la rigidez articular y atrofia muscular que puede producir la inmovilización, debe empezar la rehabilitación tan pronto como la fractura haya sido reducida e inmovilizada. La rehabilitación no se limita a la lesión, sino que ejercita todas las articulaciones excepto la inmovilizada. Explicar al paciente que debe hacer ejercicios con las articulaciones no afectadas y ejercicios isométricos para la zona lesionada. Cuando termine la inmovilización se le debe enseñar a ejercitar activamente la parte afectada mediante ejercicios de duración progresiva, calor, masajes, etc... (debe evitar masajes y estiramientos pasivos en la parte afectada durante la inmovilización). Enseñarle a prevenir el edema durante y después de la inmovilización. Se debe valorar, entre otros signos: el dolor que debe disminuir con la inmovilización y la reducción (si persiste puede existir compromiso neurovascular); y preguntar si el dolor ha disminuido y si la capacidad para tolerar el movimiento ha aumentado. Comprobar que conoce los signos y síntomas de posibles complicaciones para que pueda comunicarlo al personal sanitario lo mas precozmente. Ver si la cicatrización es adecuada. Comprobar que el individuo sabe usar los aparatos de inmovilización y si no sabe explicárselo. Proporcionar la información y los instrumentos que necesite para que tras el alta no tenga ningún problema.