Una Guía de Práctica Clínica (GPC) (1) para la prevención de infecciones relacionadas con los catéteres intravasculares, indica que el intento de reducir las incidencias de las punciones vasculares y el riesgo de trasmisión de infecciones sanguíneas a los trabajadores sanitarios ha llevado al diseño e introducción de sistemas de infusión libres de agujas (bioconectores); y cuando estos dispositivos son utilizados siguiendo las recomendaciones de los fabricantes, no tienen por que producirse incidencias de infecciones sanguíneas relacionadas con los catéteres intravasculares. La GPC recomienda: 1) cambiar los sistemas libres de agujas por lo menos con la frecuencia que haya fijado la administración (Nivel de evidencia II); 2) cambiar los casquillos, como mucho, cada 72 horas o según recomendaciones de los fabricantes (Nivel de evidencia II); 3) asegurar que todos los componentes del sistema sean compatibles para minimizar escapes y roturas en el sistema (Nivel de evidencia II): 4) minimizar el riesgo de contaminación limpiando el puerto de acceso con un antiséptico apropiado, teniendo acceso al puerto solamente con un dispositivos estéril (Nivel de evidencia IB).
En investigaciones posteriores encontramos:
Una revisión narrativa (2) sobre las recomendaciones para el empleo de solución salina en catéteres venosos periféricos que señala que el bioconector es el dispositivo que mantiene cerrado el catéter, y el que sostiene la presión positiva necesaria para prevenir el reflujo sanguíneo. También recomienda desinfectar el bioconector con alcohol al 70% y observar la perfecta conexión entre el CVP y el bioconector para evitar escapes.
Un Ensayo Clínico Aleatorio (ECA) (3) evalúa, usando un modelo experimental, el efecto barrera de tres conectores cerrados libres de aguja durante su utilización, correcta e incorrecta. Los resultados probaron el aumento en las concentraciones de contaminación externa si había un uso incorrecto de los conectores, lo que dio lugar a un aumento en la permeabilidad de los conectores ante los microorganismos. Observaron una resistencia mayor al paso de microorganismos cuando el conector incluyó un segundo método de barrera, siendo el conector con mejores resultados el que tenía un diseño de válvula que incluía un doble acceso (una válvula de silicona que permitía el acceso a un cono romo en el lumen que entraba dentro del dispositivo). Los autores concluyen que el efecto barrera de los conectores cerrados libres de aguja está influenciado en gran manera por el uso correcto o incorrecto de estos dispositivos, y que el diseño de la válvula debe permitir limpiar fácilmente la superficie externa.
Otros dos estudios (4,5) también resaltan la importancia del uso correcto y seguimiento de las recomendaciones de los fabricantes de los conectores libres de aguja, por parte de los profesionales de enfermería, para disminuir el riesgo de desarrollar infecciones relacionadas con los catéteres venosos.