Una revisión literaria (1) sobre el manejo de las heridas malignas en pacientes oncológicos concluye, en cuanto a las implicaciones para la práctica de enfermería, que para reducir el impacto de las heridas malignizadas en la calidad de vida del paciente oncológico y alcanzar las metas paliativas, son fundamentales unos cuidados muy especiales de los síntomas de estas heridas, entre los que destaca el control del olor y del drenaje.
En este sentido, una Revisión Sistemática (RS) (2), cuyo objetivo es probar los efectos de los apósitos y los agentes tópicos sobre los síntomas de las lesiones malignas fungiformes que repercuten sobre la calidad de vida en personas con este tipo de lesiones, incluye un ensayo aleatorio (3) controlado con placebo doble ciego que evalúa el efecto de la aplicación tópica de gel de metronidazol sobre el olor de la lesión. En este estudio, 11 pacientes con tumores abiertos fungiformes, primarios o metastásicos, fueron asignados al azar para recibir gel de metronidazol al 0,8% 1 g/cm o un gel placebo aplicado diariamente durante seis días. Ninguno de los pacientes recibió tratamiento antitumoral o con antibióticos en las cuatro semanas precedentes y durante el ensayo. Este halló que el metronidazol disminuyó el mal olor. Sin embargo, en la RS se concluye que este ensayo, con un número muy limitado de pacientes, tenía limitaciones metodológicas y poco poder.
También hemos encontrado otros estudios como la revisión de un caso clínico (4) en el que se indica que los cuidados de una úlcera tumoral mejoraron considerablemente la calidad de vida de un paciente terminal con cáncer de pulmón. Se señala también que una revisión de la bibliografía publicada describe la utilidad de las medidas generales no invasivas y entre las necesidades más importantes a cubrir destaca la aplicación de gel de metronidazol para controlar el mal olor en relación con sobreinfecciones por anaerobios. La elección del apósito apropiado disminuyó el distrés de paciente y familia. También en otro estudio (5) sobre etiología y principios del manejo de las heridas malignas se apunta que el metronidazol es un tratamiento común para el mal olor de las heridas, pues elimina a las bacterias responsables de la producción del olor. Este antibiótico se puede dar sistémicamente en una dosis de 200 mg, tres veces al día, pero tiene efectos secundarios en el paciente, como náuseas e intolerancia al alcohol. Hay además un problema potencial con el uso sistémico, que los pacientes con heridas necróticas poco irrigadas no pudieron recibir una dosis efectiva del antibiótico. Pero el uso de gel tópico de metronidazol es una alternativa eficaz y fácil de utilizar, aplicado directamente sobre la herida, una vez al día durante cinco a siete días. Señala el estudio que el gel de metronidazol también puede ser utilizado como portador de los opiáceos para proporcionar un control combinado del dolor y del olor. La mezcla se aplica a la herida una vez al día y mantiene generalmente el control del dolor hasta 24 horas.