En la Normativa sobre la prevención de la tuberculosis (1) de la SEPAR (Sociedad Española de Neumología y cirugía Torácica) se recomienda un Estudio Convencional de contactos (ECC) donde se le abre una historia clínica mediante un protocolo perfectamente estructurado a la persona que ha sufrido el supuesto contacto, habitualmente con una persona capaz de transmitir la enfermedad.
La Quimioprofilaxis primaria (QPP) está indicada en los sujetos no infectados (negativos para la tuberculina) pero con elevado riesgo de infección por haber tenido contacto con enfermos bacilíferos, principalmente en el caso de niños, adolescentes e inmunodeprimidos. El fármaco utilizado normalmente es la isoniacida o hidracida (H), hasta 2 meses y medio después de la interrupción del contacto o de la negativización de la baciloscopia, excepto si se comprueba, pasado ese tiempo, una conversión de la reacción tuberculínica, en cuyo caso procedería completar una Quimioprofilaxis secundaria tras descartar la existencia de enfermedad activa. Estudios controlados con seguimiento de más de 25 años han demostrado que la QPS es un medio eficaz para impedir que un elevado número de infectados llegue a enfermar. En referencia al Personal sanitario, con riesgo aumentado para contraer la TB, las medidas de prevención a emplear en este colectivo consisten en: educación sanitaria continuada del personal relacionado con la enfermedad y sus vías de transmisión y la realización de la prueba de la tuberculina. A los negativos para la tuberculina se les repetirá la prueba cada 6-12 meses, a los que trabajan en áreas de riesgo y al resto cada 2 años. Si se detecta una conversión, se realizará el tratamiento de la infección tras descartar la enfermedad y se habrá de iniciar el oportuno estudio epidemiológico. El personal que tenga algún tipo de inmunodepresión no debería trabajar en zonas de riesgo.
La evaluación con un estudio retrospectivo de la eficacia de un programa (2) para el estudio y seguimiento de los contactos de los pacientes con tuberculosis, según la normativa arriba mencionada de la SEPAR, censó entre 1996 y 2002 a 458 contactos de 79 casos de tuberculosis pulmonar en pacientes sin infección por el virus de la inmunodeficiencia humana. Se realizó cribado de infección tuberculosa y se indicó quimioprofilaxis según la normativa mencionada. Los resultados del estudio dieron: 3 casos de tuberculosis entre los contactos (prevalencia del 0,8%). Se indicó quimioprofilaxis con isoniacida en 215 casos. Un total de 169 (79%) completaron el protocolo de quimioprofilaxis.
Una Guía de Práctica Clínica (GPC) para prevenir la transmisión de la tuberculosis en centros sanitarios (3), incluye a los trabajadores de la salud en su programa de vigilancia; desde el que no esta en contacto demasiado directo con el paciente (Informáticos, conserje, etc.) hasta el que si lo está (enfermeros, terapeutas respiratorios, etc.). Refiere que la probabilidad de que una persona que se expone a la tuberculosis se infecte depende sobre todo de la concentración de los núcleos infecciosos de las gotitas en el aire y de la duración de la exposición a la enfermedad de TB. Cuanto más cercana es la proximidad y cuanto más larga es la duración de la exposición, más alto el riesgo de ser infectado. Los contactos mas próximos son los que comparten el mismo espacio de aire en una casa o en otro ambiente cerrado por un período prolongado (días o semanas, no minutos u horas) con una persona con enfermedad de TB pulmonar.
La prioridad más alta para la evaluación de contactos se debe dar a: 1) personas con un factor de riesgo médico (infección de VIH o con terapia inmunosupresiva); 2) niños menores de 4 años; 3); personal de instituciones con mucho contacto; y 4) personas que están en procedimientos médicos ( broncoscopias, inducción del esputo, o autopsias). Además, a todas las personas nombradas por el paciente como contactos laborales o sociales durante el período infeccioso. En todos los contactos con una tuberculosis infecciosa, tanto de personal sanitario como pacientes, se les debe preguntar sobre síntomas y administrar la prueba de tuberculina en aquellos que era previamente negativo, repetir la prueba de tuberculina y la recogida de síntomas pasados 8-10 semanas y al final de la exposición. Deberán recibir quimioprofilaxis , una vez descartada la presencia de enfermedad activa, si hay una conversión del resultado de la prueba. Las personas expuestas con un resultado documentado previo de Mantoux positivo no precisan ni repetir la prueba, ni realizar una radiografía de tórax (a menos que estén inmunodeprimidos o presenten otras causas de riesgo elevado para la Tuberculosis). Si se les debe realizar una anamnesis dirigida y si hay síntomas de sospecha realizar una radiografía de tórax.
Otra GPC (4) sobre control de las infecciones en el personal sanitario señala que es importante administrar cuanto antes pruebas de tuberculina al personal después de que se reconozcan las exposiciones a la TB. Tal prueba inmediata establece una línea base con la cual las pruebas subsecuentes puedan ser comparadas. Una prueba de tuberculina realizada 12 semanas después de la última exposición indicará si ha ocurrido la infección. Las personas que ya se sabe que tienen reacción al test de la tuberculina no necesitan ser reexaminadas. El personal con evidencia de nueva infección (es decir, conversiones del test) necesitarán ser evaluadas de TB activa. Si no se diagnostica TB activa, debe ser considerada la terapia preventiva.