La mayor parte de la documentación encontrada (Guías de Práctica Clínica [GPC] y Revisiones Sistemáticas [RS]) sugiere que, las mujeres en proceso de parto (con bajo riesgo de necesitar una anestesia), podrían consumir alimentos sólidos durante el proceso; en cambio, dos sociedades científicas -la Sociedad Estadounidense de Anestesiólogos (ASA, por sus siglas en inglés ) y el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG)- , recomiendan evitar el consumo de alimentos sólidos durante el parto.
Fue a partir de la publicación de la RS de la Cochrane Library, en 2013(1), cuando se cuestionó la restricción de líquidos y sólidos en las mujeres en proceso activo de parto. Se incluyeron cinco en los que participaron 3.130 mujeres. Todos los estudios evaluaron mujeres en trabajo de parto activo y con un posible bajo riesgo de necesitar anestesia general. Un estudio analizó la restricción completa versus la libertad de las mujeres de comer y beber a voluntad; dos estudios compararon la ingesta solamente de agua versus la administración de líquidos y alimentos específicos, y dos estudios compararon la ingesta solamente de agua versus la administración de bebidas con carbohidratos.
No se identificaron diferencias estadísticamente significativas en: cesárea (riesgo relativo [RR] promedio 0,89; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,63 a 1,25; cinco estudios, 3.103 mujeres), partos vaginales quirúrgicos (RR promedio 0,98, IC del 95%: 0,88 a 1,10; cinco estudios, 3.103 mujeres) y puntuaciones de Apgar inferiores a siete a los cinco minutos (RR promedio 1,43; IC del 95%: 0,77 a 2,68; cuatro estudios, 2.902 lactantes). Tampoco hubo diferencias en las otras medidas de resultado evaluadas. No se evaluaron las opiniones de las mujeres. Los datos agrupados no fueron suficientes para evaluar la incidencia del síndrome de Mendelson, un resultado muy poco frecuente. Los autores concluyeron que, dado que la evidencia no mostró beneficios ni daños, no había justificación para restringir líquidos y alimentos durante el trabajo de parto en mujeres con bajo riesgo de complicaciones. Consideran que las mujeres deberían tener la autonomía y la libertad de elegir si comer o beber durante el trabajo de parto, o no. Ningún estudio evaluó específicamente las mujeres con un mayor riesgo de complicaciones; por lo tanto, no hay evidencia sobre las restricciones de alimentos o líquidos en este grupo de mujeres. Además se plantea como un aspecto fundamental que en cualquier estudio futuro se evaluen las opiniones de las mujeres.
A partir de esa RS, las GPC actuales se posicionan a favor de la hidratación y alimentación por vía oral durante el parto:
- La GPC de cuidados durante el parto del National Institute for Health and Care Excellence (NICE)(2) publicada en 2007 y actualizada en 2023, sugiere informar a la mujer que puede llevar una dieta ligera durante el parto a menos que haya recibido opioides o desarrolle factores de riesgo que hagan más probable un parto por cesárea.
- Una GPC australiana sobre el parto normal(3), actualizada en 2023, fomenta la ingesta deseada de alimentos y líquidos.
- Otra GPC australiana sobre la atención al parto en ausencia de complicaciones del embarazo(4), se publicó en 2023 y expresa que es seguro que las mujeres beban para mantenerse hidratadas y tengan una dieta liviana durante el parto, a menos que se desarrollen factores de riesgo que hagan más probable la anestesia general.
- La GPC de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés)(5) de 2018, al igual que las otras GPC, expresa que para las mujeres con bajo riesgo, se recomienda la ingesta de líquidos y alimentos por vía oral durante el parto.
- La GPC de 2016 de la Sociedad de Obstetras y Ginecólogos de Canadá, sobre manejo del parto espontáneo a término en mujeres sanas(6), recomendaba que las mujeres que tienen un riesgo bajo de requerir anestesia general deberían tener la opción de comer o beber según lo deseen o toleren durante el parto.
Una RS publicada en 2017(7), incluyó diez ensayos, con la participación de 3.982 mujeres de parto con embarazo único de bajo riesgo (sin complicaciones obstétricas o médicas que aumentaran la probabilidad de parto por cesárea). En tres estudios, se permitió a las mujeres seleccionar una dieta baja en residuos durante el curso del trabajo de parto. Un estudio tenía jarabe de dátiles y miel como ingesta de alimentos permitida y cinco estudios tenían bebidas de carbohidratos. El último fue el único ensayo que permitió la ingesta de alimentos sin restricciones, mientras que a las mujeres del grupo de control solo se les permitió trocitos de hielo y agua. Una política de ingesta de alimentos menos restrictiva se asoció con una duración significativamente más corta del trabajo de parto (diferencia de medias [DM] -16 minutos, IC del 95% -25 a -7). No se observaron otros beneficios o daños en el resultado obstétrico y neonatal. No se produjeron vómitos ni síndrome de Mendelson en ninguno de los grupos. Los autores concluyeron que las mujeres con embarazos únicos de bajo riesgo a las que se les permitió comer más libremente durante el parto, tuvieron una duración más corta del mismo.
Por otro lado, encontramos que el Sumario de Evidencia (SE) de Uptodate acerca del manejo de la primera etapa del parto normal(8) y SE de Dynamed sobre el manejo del parto rutinario(9), recogen las pautas de dos sociedades científicas - ACOG y ASA(10,11)- ; ambas refieren que, las mujeres con una vía aérea adecuada y con bajo riesgo de requerir un parto por cesárea (p. ej., embarazo sin complicaciones, no obesidad, peso fetal apropiado para la edad gestacional, sin cesárea previa, frecuencia cardíaca fetal de categoría 1 al ingreso), puedan consumir líquidos claros ad libitum durante el trabajo de parto, pero se sugiere restringir el consumo de alimentos sólidos.