La documentación consultada, sugiere que la dieta mediterránea (basada fundamentalmente en la ingesta de verduras, frutas, cereales integrales, nueces, semillas y aceite de oliva y la ingesta de cantidades moderadas de lácteos y pescado bajos en grasa, y limitando el uso de azúcares añadidos, sodio, alimentos altamente procesados y alimentos refinados, carbohidratos y grasas saturadas), podría asociarse a una mejora del dolor y presentaría unos beneficios potenciales para los resultados de salud a largo plazo, como mejora en la longevidad y prevención de enfermedades cardiovasculares, en las personas que padecen artritis reumatoide (AR).
El tratamiento de esta patología es multicomponente y también se recomendaría incluir la toma de decisiones compartidas (“pacientes y profesionales de la salud dialogan, valoran y deciden la manera de hacer frente a la enfermedad y todo lo que implica: tipo de tratamiento y cambios en el estilo de vida, teniendo en cuenta el diagnóstico y las preferencias informadas del paciente”) con la persona afectada por la enfermedad.
La Guía de Práctica Clínica (GPC) del “American College of Rheumatology" acerca del ejercicio, rehabilitación, dieta e integración adicional de intervenciones para la AR(1), hace una recomendación de adherencia a la dieta mediterránea, condicional, debido al bajo nivel de certeza de la evidencia sobre la mejoría en el dolor y ninguna diferencia en la función física o la actividad de la enfermedad. El panel de votación reconoció los beneficios potenciales de una dieta de estilo mediterráneo para los resultados de salud a largo plazo (por ejemplo, longevidad y enfermedades cardiovasculares) que se ven afectados por el curso de la enfermedad y la evidencia de estudios en la población general.
La GPC de “National Institute for Health and Care Excellence” sobre el manejo de la AR(2) expresa que, no existe evidencia sólida de que la manipulación de la dieta beneficiaría el curso de la AR de una persona. Sin embargo, sugiere que se podrían seguir los principios de una dieta mediterránea (más pan, fruta, verduras y pescado; menos carne; y sustituir la mantequilla y el queso por productos a base de aceites vegetales).
La GPC para el manejo de pacientes con AR(3) publicada por la Sociedad Española de Reumatología (SER) en 2018, recomienda una dieta «cardiosaludable» con reducción del consumo de grasas saturadas, grasas hidrogenadas, colesterol y azúcares refinados, así como, control del peso y de la presión arterial más la supresión del tabaco.
Entre los Sumarios de Evidencia (SE) revisados, encontramos que: el de BMJ Best Practice(4) no hace referencia a la dieta en el manejo de la AR; el SE de Dynamed(5) describe las recomendaciones del Colegio Americano de Reumatólogos(1), expresadas anteriormente; y por último el SE de Uptodate sobre terapias no farmacológicas para pacientes con AR(6), refiere que se debería alentar a los pacientes a seguir una dieta saludable, como la dieta mediterránea, que es rica en verduras y frutas y se asocia con un riesgo reducido de enfermedad cardiovascular en estudios observacionales. Por ello, se incluye como parte de la estrategia para reducir el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular observado en pacientes con AR.
Una Revisión Sistemática (RS), con objetivo de investigar el efecto de dietas potencialmente antiinflamatorias (mediterránea, vegetariana, vegana, cetogénica) sobre el dolor(7) (valorado con la escala visual analógica de 10 cm), incluyó 12 publicaciones en la RS y 7 ensayos clínicos aleatorizados (ECA) en el metanálisis. Todos los estudios tuvieron un alto riesgo de sesgo y la evidencia fue muy baja. La conclusión principal fue que, las dietas antiinflamatorias produjeron un dolor significativamente menor que las dietas ordinarias [diferencia de medias(DM): -9,22 mm ; índice de confianza (IC) del 95%: -14,15 a -4,29; p = 0,0002; 326 participantes].
En resumen, para los autores, la disminución del índice de dolor subjetivo de los pacientes con dietas antiinflamatorias en comparación con los pacientes con dietas normales fue clínicamente relevante. Consideran que las dietas vegetariana, vegana y mediterránea pueden resultar beneficiosas para algunos pacientes con AR. Sin embargo, matizan que, debido a la falta de cegamiento, los efectos sobre el resultado del dolor informado por el paciente podrían estar sesgados.
En cambio, otra RS publicada en 2020, investigó la evidencia de ECA de dietas o suplementos dietéticos utilizados para reducir la actividad de la enfermedad en adultos con AR(8), y se analizaron los efectos sobre la puntuación de actividad de la enfermedad en 28 articulaciones (DAS28) entre adultos con AR. Los estudios que mostraron efectos positivos sobre la actividad de la enfermedad en la AR incluyeron intervenciones con una dieta mediterránea, especias (jengibre en polvo, canela en polvo, azafrán), antioxidantes (quercetina y ubiquinona) y probióticos que contienen Lactobacillus Casei. Otras dietas o suplementos no tuvieron efectos o la evidencia fue de baja a muy baja. En resumen, los autores concluyeron que, la calidad de la evidencia de que una dieta de estilo mediterráneo redujo el DAS28 en la AR se consideró moderada.
La última RS seleccionada se publicó en 2018 y tuvo como objetivo discernir los efectos de la dieta mediterránea en el tratamiento y la prevención de la AR en estudios prospectivos en humanos(9). Cuatro estudios cumplieron los criterios de inclusión, dos estudios de intervención informaron una mejora en la escala analógica visual del dolor (p <0,05) y una disminución en el cuestionario de evaluación de la salud para la puntuación de la AR (p <0,05) en los grupos de dieta mediterránea. Sólo un estudio informó una reducción en la puntuación de DAS28 en el grupo de dieta mediterránea (p < 0,05). Esta RS identificó efectos beneficiosos de la dieta mediterránea para reducir el dolor y aumentar la función física en personas que viven con AR. Sin embargo, concluyeron los autores que no hay evidencia suficiente para respaldar la recomendación generalizada de la dieta mediterránea para la prevención de la AR.
Por otro lado, nos parece interesante mencionar los recursos informativos a pacientes de los que se dispone en el ámbito sanitario nacional como la web de decisiones compartidas elaborada por la Generalitat de Catalunya(10) sobre distintas patologías. En la sección de tratamiento no farmacológico para la AR, informa acerca de seguir una dieta mediterránea.
Desde la escuela de salud de la Comunidad de Madrid se ofrecen diferentes recursos informativos sobre la AR, elaborados por la SER, como “ Aprendiendo a convivir con la AR”(11) o “Dossier informativo acerca de la AR”(12); este último refiere que, ”no hay ninguna dieta que modifique el curso de la AR. Es obvio que la obesidad supone una carga adicional para las articulaciones de las caderas, de las rodillas y de los pies. Por este motivo es recomendable adelgazar o evitar el sobrepeso según los casos. La dieta típica mediterránea, rica en legumbres, ensalada, aceite de oliva y pescado, puede ser beneficiosa”.