[La posición supina reduce el flujo sanguíneo al útero; se asocia con hipotensión materna y puede disminuir la eficacia de las contracciones uterinas, así como patrones variantes de frecuencia cardíaca fetal y disminución de la oxigenación fetal. La deambulación y las posiciones erguidas durante el trabajo de parto se asocian con muchas ventajas, como una mayor satisfacción materna e informes de menos dolor, menos uso de analgesia, duración más corta de la primera etapa, mayor fuerza y eficacia de las contracciones uterinas y una menor desaceleración de la frecuencia cardíaca fetal(1)].
Tras la búsqueda realizada sobre el uso de la pelota de pilates (PP) durante el proceso del parto, se ha identificado evidencia y se sugiere que el uso adecuado de la PP puede ser una herramienta eficaz para reducir el dolor del parto y optimizar la posición fetal.
La Guía de Práctica Clínica (GPC) sobre el manejo del dolor intraparto de “Queensland Health”(2), publicada en 2023 indica que, una de las estrategias no farmacológicas que son efectivas para reducir el dolor es el movimiento y las posturas que se consiguen mediante la PP; es por ello que, se debería proporcionar espacio y equipo para apoyar su uso.
Sigue aportando esta guía que la PP promueve la comodidad, la relajación, la movilidad, la posición activa al nacer, aumenta las dimensiones pélvicas y genera confianza para controlar el dolor. Con la PP se registra menos dolor en la primera etapa del trabajo de parto.
La GPC acerca del parto normal también de Queensland Health(3), publicada en 2022, menciona que la PP puede ser una herramienta eficaz para reducir el dolor del parto y optimizar la posición fetal.
En otras GPC consultadas no se hace mención específica al uso de la PP pero recomiendan la movilización y la adopción, durante el trabajo de parto, de posiciones cómodas para la madre:
- La GPC de “National Institute for health and Care Excellence” (NICE, por sus siglas en inglés) sobre cuidados durante el proceso del parto, de reciente actualización(4), expresa que hay que alentar y ayudar a la mujer que está de parto, a moverse y adoptar las posiciones que le resulten más cómodas durante el proceso, excepto acostarse boca arriba. [2007, modificado en 2023].
- El consenso de profesionales de “American College of Obstetricians and Gynecologists” acerca de los límites en la intervención durante el trabajo de parto y el nacimiento(5) manifiesta que, los cambios frecuentes de posición durante el trabajo de parto para mejorar la comodidad materna y promover una posición fetal óptima pueden respaldarse siempre que las posiciones adoptadas permitan una monitorización y tratamientos maternos y fetales adecuados y no estén contraindicadas por complicaciones médicas u obstétricas maternas.
- En nuestro contexto sanitario, la GPC sobre atención al parto normal(6), publicada hace más de 5 años, recomienda alentar y ayudar a las mujeres, incluso a las que utilizan analgesia epidural, a adoptar cualquier posición que encuentren cómoda a lo largo del periodo de dilatación y a movilizarse si así lo desean, previa comprobación del bloqueo motor y propioceptivo. (A)*
El Sumario de Evidencia (SE) de Uptodate acerca de los enfoques no farmacológicos para el tratamiento del dolor del parto(7) relata que, el uso de la PP durante el trabajo de parto fomenta la relajación del tronco y el suelo pélvico y también proporciona cierto alivio del dolor al tiempo que permite a la mujer libertad de movimiento y control personal de la intervención. Cuando se utiliza en posición sentada, la PP aplica una presión no dolorosa en el perineo, que puede bloquear parte del mensaje nociceptivo a nivel de la médula espinal y, por tanto, reducir la sensación de dolor. Las mujeres también se ponen de pie o se arrodillan e inclinan la parte superior del cuerpo sobre la pelota, lo que puede proporcionar un apoyo cómodo para el torso o la espalda. Las PP son fáciles de usar y se pueden utilizar junto con otras intervenciones para la comodidad de la mujer (p. ej., analgésicos, duchas calientes, masajes).
El autor del SE se basa en una Revisión Sistemática (RS)(8) con metanálisis de 3 ensayos clínicos aleatorizados (ECA) que incluyeron a 205 mujeres. Las mujeres que usaron una PP informaron de una reducción de aproximadamente un punto en el dolor (según lo evaluado mediante una escala visual analógica [EVA] de 10 cm), en comparación con las mujeres que no usaron una PP (diferencias estandarizadas agrupadas de medias [DM] de dolor de parto -0,9; intervalo de confianza [IC] del 95 %: -1,3 a -0,6; P = 0,0000005). Las limitaciones de los ECA analizados incluyeron un número pequeño de pacientes, diferencias potenciales entre las mujeres que comenzaron a usar la PP durante el embarazo versus aquellas que recibieron instrucción por primera vez durante el parto, y la falta de capacidad para cegar a las mujeres o a los profesionales que las atendieron. No obstante, el uso de la PP proporcionó una reducción modesta del dolor con un coste y riesgo mínimos y los autores refieren que se necesitan ECA rigurosos para evaluar el efecto de la PP sobre el alivio del dolor del parto.
El SE de Dynamed, sobre las medidas de comodidad (no farmacológicas) durante el trabajo de parto(9) destaca los beneficios de la PP, en base a la RS referida anteriormente(8), como son dolor y ansiedad reducidos, menor uso de petidina, mejor descenso y rotación de la cabeza fetal, menor duración de la primera etapa del trabajo de parto, mayor satisfacción y bienestar materno, mejora de la postura, el equilibrio, la coordinación y la conciencia corporal.
En este SE también se hace referencia a un ECA(10) que incluyó a 90 mujeres primíparas de entre 18 y 35 años que fueron asignadas al azar a dos grupos de intervención (PP y calor) y de control. La puntuación del dolor se registró mediante EVA antes de la intervención y cada 30 minutos en tres grupos hasta que la dilatación cervical alcanzó los 8 cm.
Como resultado se obtuvo que la puntuación media de la gravedad del dolor en el grupo de terapia de calor fue menor que la del grupo de control a los 60 y 90 minutos después de la intervención (p <0,05). Además, hubo diferencias significativas entre las puntuaciones de dolor en el grupo de PP después de los tres momentos investigados en comparación con el grupo de control. Por tanto, los autores concluyeron que tanto la terapia de calor como la PP pueden utilizarse como tratamiento complementario económico y de bajo riesgo para el dolor del parto.
Una RS publicada en 2022, sobre el uso de la PP para reducir el dolor de parto(11), analizó 7 ECAs con 533 mujeres embarazadas; 287 (53,8%) fueron asignados al azar al grupo de intervención (PP) y 246 (46,2%) fueron asignados al azar al grupo de control (sin PP). El resultado primario fue el dolor del parto en la primera etapa del trabajo de parto. Se obtuvo que, el dolor del parto disminuyó significativamente en 1,70 puntos en el grupo con PP en comparación con el grupo de control (DM -1,70 puntos; IC del 95%: -2,20 a -1,20). El uso de PP versus no uso de PP no dio lugar a una diferencia significativa en la incidencia de parto vaginal espontáneo, parto vaginal instrumentado, parto por cesárea o laceraciones perineales. Los autores afirmaron que la PP es un método eficaz para reducir el dolor durante el parto en mujeres que no utilizan epidural.
En otra RS publicada en 2019, que evaluó también 7 estudios acerca del uso de la PP durante el trabajo del parto(12), se obtuvo que el resultado del dolor mostró diferencias en los subgrupos de uso durante 20/30 min de la PP (DM -1,46; IC del 95%: 2,15 a -0,76, p < 0,0001), 60 min (DM -1,95; IC del 95%: 2,68 a -1,22; p < 0,00001) y 90 min (DM -1,72; IC del 95%: 2,44 a -1,00; p < 0,0001), basado en una calidad de evidencia moderada. Se concluyó en esta RS que el uso de la PP redujo el dolor después de 20 a 90 minutos de uso y no hubo diferencias en los otros resultados. La baja calidad de los estudios incluidos en este metanálisis sugiere que son necesarios nuevos ensayos con mejor calidad metodológica.
Se han identificado otros ECAs, no incluidos en las RS anteriores:
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Se realizó un ECA para analizar si la aplicación secuencial de intervenciones no farmacológicas reducía la gravedad del dolor del parto, retrasaba el uso de analgesia farmacológica y mejoraba algunos resultados obstétricos(13); las mujeres participantes del grupo experimental recibieron tres intervenciones de hasta 40 minutos cada una en etapas particulares del parto: ejercicio sobre una PP hasta 4 a 5 cm de dilatación cervical; masaje lumbosacro con una dilatación de 5 a 6 cm; y una ducha tibia con una dilatación >7 cm. Las participantes del grupo de control recibieron la atención habitual en la unidad de maternidad. Se animó a las participantes de ambos grupos a no evitar ni retrasar el uso de analgesia farmacológica. En este análisis, el grupo experimental tuvo una intensidad del dolor (medido con EVA de 0 a 100 mm) significativamente menor inmediatamente después de: ejercicios (DM 24 mm, IC del 95 %: 15 a 34), masajes (14 mm, IC del 95 %: 4 a 25) y ducha (17 mm, 95 % IC 5 a 29), lo que permitió retrasar y reducir el uso de analgésicos. Otros beneficios significativos incluyeron: expulsión más rápida (DM 18 minutos, IC del 95 %: 5 a 30), mejor estado neonatal y mayor satisfacción materna. No se identificaron efectos adversos.
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Otro ECA realizado con 128 mujeres durante el parto(14), las participantes fueron asignadas al azar a uno de los siguientes grupos de intervención: recibieron hidroterapia con ducha tibia (GA); ejercicios perineales con PP (GB); y grupo de intervención combinada, que recibió hidroterapia con ducha tibia y ejercicios perineales con PP (GC) (n = 39). Para las puntuaciones de dolor, las medias y la desviación estándar (DE) fueron similares en los 3 grupos antes de la intervención (7,5 ± 1,7). Las puntuaciones de dolor aumentaron en todos los grupos después de la intervención. Sin embargo, GB mostró menor intensidad en esta puntuación (8,02 ± 1,83). La ansiedad fue mayor en el grupo GB antes de la intervención (8,76 ± 2,07) que en los otros grupos. Las medias y la DE para la ansiedad disminuyeron en los 3 grupos después de la intervención. El GB mostró la mayor reducción de puntuación después de la intervención (8,44 ± 2,09). Los autores concluyeron que los ejercicios perineales sobre PP podrían considerarse como terapia complementaria para las mujeres que sufren dolor, ansiedad y estrés durante el parto.
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El tercer ECA, tuvo como objetivo examinar el efecto del ejercicio con PP sobre el dolor del parto, la duración del parto, la comodidad del parto y la satisfacción del parto(15). Las 120 mujeres embarazadas primíparas fueron asignadas aleatoriamente a los grupos de intervención (GI) y control (GC). Cuando la dilatación cervical alcanzó los 4 cm, las mujeres embarazadas en el GI realizaron ejercicios con la PP. No se realizó ninguna intervención en el grupo de control aparte de las prácticas estándar. El nivel de dolor del parto entre los grupos (EVA 1, cuando la dilatación cervical fue de 4 cm) fue similar entre sí. Las puntuaciones del nivel de dolor de parto (EVA 2, cuando la dilatación cervical era de 9 cm) de las mujeres en el GI fueron significativamente más bajas que las del GC (p <0,05). Se encontró que el tiempo entre la fase activa de parto hasta que se completó la dilatación y el tiempo hasta que la cabeza del bebé sale después de la dilatación completa es significativamente más corto en el GI en comparación con el GC (p <0,05). Se encontró que las puntuaciones medias de comodidad y satisfacción del parto entre los grupos eran estadísticamente insignificantes (p > 0,05). Como resultado del estudio, se determinó que el ejercicio con PP redujo significativamente el dolor y el tiempo de parto.
* Consultar grado de recomendación en texto original.