Tras la revisión realizada no es posible establecer de forma contundente el papel específico de los refrescos de cola en el riesgo de osteoporosis de mujeres postmenopáusicas.
El elevado consumo de bebidas de cola, que contienen ácido fosfórico, se asocia con aumentos en la concentración sérica de fósforo, lo que conlleva el riesgo de disminuir la concentración de calcio y la densidad mineral ósea (DMO). Además, habitualmente contienen cafeína que a su vez se asocia a una disminución de la absorción intestinal de calcio y a un aumento de su excreción urinaria.No obstante, la evidencia disponible proviene fundamentalmente de estudios observacionales, sujetos al efecto de factores de confusión, y los estudios más recientes sugieren que la afectación de la salud ósea se asocia al elevado consumo de refrescos, en general (no limitado a las bebidas de cola).
Han sido consultadas recientes guías de práctica clínica (GPC) y sumarios de evidencia sobre factores de riesgo y prevención de la osteoporosis y, en general, no encontramos que el consumo de refrescos sea considerado como un factor de riesgo de osteoporosis ni la recomendación de evitarlos con objeto de prevenir la enfermedad. Destacamos, no obstante, la información que aportan aquellos documentos en los que se hace mención a su consumo:
Una GPC escocesa de SIGN(1) sobre el manejo de la osteoporosis establece sobre el efecto de la dieta, en general, que la evidencia de las influencias nutricionales en el riesgo de fractura no es sólida ya que hay pocos estudios de intervención a largo plazo y gran parte de la evidencia proviene de estudios observacionales, que no prueban la causalidad y pueden estar sujetos a confusión.
En concreto sobre las bebidas de cola se hace referencia a un estudio transversal(2), que evaluó los hábitos dietéticos de 1.125 hombres y 1.413 mujeres y encontró que el consumo de refrescos de cola se asoció con una DMO significativamente más baja (p<0,001 a 0,05) a nivel de la cadera, pero no en la columna vertebral, y en mujeres pero no en hombres. La DMO media de los que consumían diariamente refrescos de cola era un 3,7% más baja en el cuello femoral que la de los participantes que consumían menos de una ración de refresco de cola al mes. Se observaron resultados similares para las bebidas de cola “light” y, aunque más débiles, para las bebidas de cola descafeinada. No se observaron relaciones significativas entre el consumo de bebidas carbonatadas sin cola y la DMO. La ingesta total de fósforo no fue significativamente mayor en los consumidores diarios de refrescos de cola que en los no consumidores; sin embargo, las proporciones calcio-fósforo fueron más bajas.
Por su parte, la actualización de 2021 de la GPC sobre prevención y tratamiento de la osteoporosis del “National Osteoporosis Guideline Group” (NOGG)(3) menciona un metanálisis de estudios observacionales (n =20)(4) que examinó el efecto de diferentes patrones dietéticos. Se identificaron tres patrones dietéticos prevalentes: "Saludable", "Leche/lácteos" y "Carne/occidental" y se encontró un impacto beneficioso sobre la salud ósea de los patrones dietéticos “Saludable” y “Leche/lácteos” (que enfatizan la ingesta de frutas, verduras, cereales integrales, aves y pescado, frutos secos y legumbres, y lácteos desnatados y evitar el consumo de refrescos, frituras, carnes y productos procesados, dulces y postres y cereales refinados). En contraste, el patrón dietético "Carne/occidental" (alto contenido de carne roja y procesada, grasa animal, azúcar refinada y refrescos) se asoció un aumento modesto en el riesgo de baja DMO y de fracturas de cadera. Sin embargo, se matiza en la guía que la heterogeneidad de la población con la inclusión de sujetos menores de 25 años en muchos estudios reduce la generalizabilidad de estos resultados (Nivel de evidencia IIa)*.
De forma más detallada resumimos sobre este estudio(4) que la adherencia al patrón “Saludable” redujo el riesgo de fractura, particularmente en personas mayores (odds ratio [OR]: 0,79; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,66- 0,95; P = 0,011) y en países del Este (OR: 0,64; IC 95%: 0,43-0,97; P = 0,037), mientras que el riesgo aumentó con el patrón “Carne/occidental”, especialmente para las personas mayores (OR: 1,11; IC 95%: 1,04-1,18; P = 0,001), en personas con fracturas cadera (OR: 1,15; IC 95%: 1,05-1,25; P = 0,002), y en países occidentales (OR: 1,10; IC 95%: 1,07-1,14; P < 0,0001). En cuanto al riesgo de DMO baja, el patrón "Saludable" se asoció a un menor riesgo, particularmente para las personas más jóvenes (OR: 0,62; IC 95 %: 0,44-0,89; P = 0,009); el patrón “Carne/occidental” aumentó el riesgo de DMO baja, especialmente en personas mayores (OR: 1,31; IC 95%: 1,05-1,64; P = 0,015); y el patrón “Leche/lácteos” resultó en la reducción más fuerte en el riesgo de DMO baja (OR: 0,59; IC 95 %: 0,50-0,68; P < 0,0001).
Un sumario de evidencia de Uptodate sobre la evaluación del riesgo de fractura osteoporótica(5) cataloga como posible factor de riesgo clínico el consumo de bebidas carbonatadas (refrescos) indicando que pueden estar asociadas con efectos óseos adversos en adolescentes, posiblemente debido al desplazamiento de alimentos y bebidas nutritivas, pero que su impacto en mujeres mayores no está claro (refiere el autor que mientras que hay estudios en los que se observa que la ingesta moderada de bebidas carbonatadas no tuvo efectos adversos sobre la DMO, en otros las bebidas de cola se asociaron con una DMO más baja(2)).
En estudios observacionales de reciente publicación que analizan el efecto de las bebidas carbonatadas en la salud ósea de mujeres postmenopáusicas, comentar, en base a los seleccinados, que muestran un mayor riesgo de fractura asociado al uso de refrescos en general (no exclusivo de las bebidas a base de cola) con efecto contradictorios a nivel de la DMO:
Un estudio de cohortes chino(6) evaluó la asociación entre el consumo de refrescos y el riesgo de fractura en un total de 9.914 participantes, de ambos sexos y con edades comprendidas entre los 20 y los 75 años. Después de ajustar por factores sociodemográficos y de estilo de vida y por patrones dietéticos, se observó que el consumo de refrescos se asoció directamente con el riesgo de fractura. Hubo una relación directa dosis-respuesta entre ambos parámetros: en comparación con aquellos que no consumían refrescos, las OR (IC 95 %) para los diferentes niveles de consumo de refrescos ( <1 vez/semana, 1–2 veces/semana, 3–4 veces/semana y casi todos los días) fueron 1,00, 1,16 (0,94–1,44), 1,32 ( 0,95–1,84), 1,70 (0,99–2,92) y 2,72 (1,45–5,09), respectivamente. Durante un seguimiento medio de 5 años, hubo 569 casos de fracturas incidentes. En comparación con los no consumidores, aquellos participantes con consumo diario de refrescos tenían un hazard ratio (HR) de 4,69 (IC 95 %: 2,80-7,88) para la fractura incidente (después de ajustar los factores sociodemográficos y de estilo de vida, incluidos los patrones dietéticos generales).
En otro estudio de cohortes(7) la exposición principal evaluada fue la ingesta total de “sodas'''', entendidas como bebidas carbonatadas no alcohólicas, en 72.342 mujeres postmenopáusicas inicialmente reclutadas para el estudio “Women''s Health Initiative” (WHI). El periodo de seguimiento medio fue de 11,9 años y se constataron un total de 2.578 fracturas de cadera (3,5%). Se analizaron por separado los refrescos con cafeína y sin cafeína y la ingesta se midió en términos de consumo que iba desde nunca o < 1 ración (354 mililitros) por mes, hasta 6 o más raciones por día.
En aquellas mujeres (n = 6.108) en las que se valoró el efecto sobre la DMO (t-score), no se observaron asociaciones entre la cantidad de consumo de sodas y las puntuaciones t-score totales de la cadera o la columna lumbar después del ajuste por edad, etnia, IMC y micronutrientes dietéticos. Los resultados no difirieron para las bebidas con cafeína y sin cafeína. Además, la DMO no difirió significativamente entre las mujeres en la categoría de mayor consumo de sodas en comparación con las no bebedoras.
En cuanto al riesgo de fractura con las sodas se observó un riesgo 26 % mayor de fractura de cadera entre las mujeres que bebían en promedio 14 raciones por semana o más en comparación con ninguna ración (HR ajustado 1,26; IC 95 % 1,01-1,56). La asociación entre el alto consumo de sodas y la fractura de cadera también se observó para las consumidoras de bebidas sin cafeína, con un aumento del riesgo de fractura de cadera del 32 % (HR 1,32; IC 95 %: 1,00-1,75) entre las mujeres que consumían >14 raciones por semana en promedio frente a las no bebedoras. Sin embargo, no se observaron asociaciones significativas para el grupo de bebidas con cafeína (HR 1,16; IC 95%: 0,86-1,57).
En un análisis de sensibilidad restringido a 1.275 mujeres con fracturas de cadera, se observaron asociaciones significativas para las tres exposiciones a refrescos (sodas en total, sodas con cafeína y bebidas sin cafeína).
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