Tras la revisión de la documentación seleccionada concluimos que no está justificada la utilización de protectores del tiroides durante la realización de una mamografía, teniendo en cuenta la escasa radiación que recibe la glándula tiroides durante la prueba y los potenciales daños asociados al uso de protección (puede interferir con la posición adecuada de la paciente y causar artefactos que afecten a la precisión del diagnóstico).
En un estudio de simulación por ordenador de 2008(1) se valoró la dosis de radiación que recibían los órganos y tejidos circundantes a la mama durante la realización de una mamografía bilateral en sus dos proyecciones estándar (craneo-caudal y medio-lateral oblícua). En el estudio se utilizó un fantoma antropomórfico para simular el cuerpo humano de una mujer adulta que se somete a una mamografía y los algoritmos basados en el método Monte Carlo para determinar las dosis de radiación que se dispersa a otros órganos del cuerpo diferentes a la mama irradiada. El fantoma incluyó un total de 66 órganos, incluyendo la glándula tiroides, e informó de la dosis relativa recibida por órgano (DRO), definida como la dosis absorbida en cada órgano por unidad de dosis media glandular a la mama mamografiada. En este trabajo se estableció que todos los órganos fuera del campo de rayos X primario recibían menos del 0,7% de la dosis glandular recibida por el pecho objeto de estudio. A excepción de la mama contralateral, los órganos que absorben la mayor dosis de radiación durante una mamografía son el cristalino y el pulmón, con una DRO máxima de 0,16% y 0,12%. En el caso de tiroides, esta glándula estaría entre las partes corporales que reciben una DRO < 0,10% (en cualquiera de las dos proyecciones), DRO que en el estudio se considera insignificante.
En un estudio posterior(2), publicado en 2012, se planteó evaluar la posible asociación entre la mamografía y el aumento de la incidencia de cáncer de tiroides que, según se comentaba, había motivado la solicitud por parte de las mujeres de utilizar protección para el tiroides durante la mamografía. Para ello, basándose en la metodología y resultados del estudio previo(1) se calculó la DRO de la glándula tiroides que osciló de 0,016% a a 0,045%, dependiendo de la imagen mamográfica adquirida y el espectro de rayos X utilizado. Sobre la base de que la dosis media glandular a la mama en una mamografía bilateral en dos proyecciones es de 3,7 mGy para la mamografía digital y de 4,7 mGy para la mamografía de barrido y suponiendo que la DRO máxima para el tiroides es de 0,045%, se estableció que la dosis media máxima al tiroides en caso de mamografía bilateral en dos proyecciones sería de 3,3 μGy para la mamografía digital y de 4,3 μGy para la mamografía de barrido.
Utilizando el factor de ponderación de 0,04 para el tiroides definido por la International Commission on Radiological Protection (ICRP)(3) para el cálculo de la dosis de radiación efectiva, la exposición del tiroides en una única mamografía bilateral en dos proyecciones se estimó supone una dosis efectiva media máxima de 0,13 μSv para la técnica digital y de 0,17 μSv para la mamografía de barrido. En comparación con la dosis de radiación ambiental anual en los Estados Unidos de 3,1 mSv, la dosis recibida por la glándula tiroides durante una mamografía sería igual o menor a la equivalente a 30 minutos de exposición a la radiación ambiental, lo que indica que la dosis radiación del tiroides durante la mamografía no es significativa.
El trabajo expone además que el riesgo a lo largo de la vida de inducción de cáncer de tiroides debido a un único examen mamográfico para una mujer de 40 años de edad, es de 6 por billón (o 1 por 166 millones); el riesgo acumulado de cáncer de tiroides como resultado de una evaluación anual con mamografía desde los 40 años a los 80 años sería de aproximadamente 56 por billón (o de 1 por 17,8 millones).
En base a estos datos, los autores concluyen que es innecesaria la protección del tiroides durante la mamografía. Además matizan que su utilización pueden interferir con la colocación adecuada de la paciente y hacer que aparezcan artefactos en el tejido mamario que motiven la necesidad de realizar nuevas mamografías y en consecuencia, provacar un aumento injustificado de la dosis de radiación recibida por la paciente, al tener que repetirse el examen.
En este sentido se posicionaron sociedades científicas como el “American College of Radiology”y la “Society of Breast Imaging” que en un comunicado publicado en 2012(4) establecían que no se recomienda el uso de un protector de tiroides durante la mamografía.
Por su parte, utilizando como referencia los resultados del trabajo de Sechopoulos y Hendrick(2), la SEPR (Sociedad Española de Protección Radiológica) y la SEDIM (Sociedad Española de Diagnóstico por Imagen de la Mama) emitieron en 2012 una nota técnica(5) que concluía que “se considera que durante la realización de la mamografía no es necesario utilizar el protector plomado de tiroides, y su uso puede ser perjudicial para la paciente desde el punto de vista del correcto diagnóstico y de la optimización de la protección radiológica.”
En 2013, la “American Thyroid Association” publicó un documento de consenso(6) sobre la protección del tiroides durante la realización de pruebas radiológicas y, en concreto sobre la mamografía, comenta que se desconoce si la mamografía supone un riesgo para el cáncer de tiroides, aunque, si de hecho un existe un riesgo, este es extremadamente bajo, mucho menor que el beneficio que se supone aporta la mamografía, en caso de que esta se considere necesaria. Con respeto a la relación riesgo-beneficio para el uso de un protector tiroideo durante la mamografía, se indica que dada la pequeña dosis de radiación que recibe el tiroides, el riesgo de un falso positivo asociado al uso de protección tiroidea (incluyendo la posible necesidad de repetir el examen, la ansiedad y indicación de las pruebas adicionales innecesarias , tales como biopsias) es mayor que el potencial beneficio que podría aportar dicha protección. El documento concluye que los datos disponibles en ese momento no justificaban el uso de protectores de tiroides para la mamografía.
En un estudio de cohortes de 2014(7), realizado con el objetivo de analizar la asociación entre el cáncer de tiroides y otros cánceres hematológicos y la exposición a la radiación durante la mamografía, encontró que la exposición a la radiación de esta técnica no se asoció significativamente con un mayor riesgo de cáncer de tiroides o hematológico (hazard ratio [HR] ajustada: 1,201, intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,813-1,774 para el cáncer de tiroides; HR: 1,228; IC del 95%: 0,838-1,800 para el cáncer hematológico). En la discusión de los resultados los autores comentan que los datos obtenidos proporcionan una valiosa evidencia que podría ayudar a los radiólogos y resto de personal médico a informar a las pacientes y disipar sus temores en relación a los riesgos de la mamografía, así como transmitirles que la no es necesario proteger el tiroides durante su realización añadiendo que, además, el uso de medidas de protección puede afectar a la posición adecuada de la paciente y causar artefactos que pueden afectar a la precisión del diagnóstico.
En recientes sumarios de evidencia abordan los daños asociados a la radiación ionizante de una mamografía(8,9) o la etiopatogenia del cáncer de tiroides asociado a la radiación(10) , y en una revisión sistemática(11) de 2016 sobre los daños de la mamografía, no se encuentra mención a la necesidad de adoptar medidas de protección del tiroides durante la realización de una mamografía.