No se han encontrado ensayos que evalúen el uso de las intervenciones dietéticas para favorecer la mejoría en pacientes adultos en tratamiento con Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) por trastorno ansioso depresivo.
Pero en dos estudios valoran la influencia de la dieta/nutrición en personas ancianas sobre síntomas como la depresión y/o la ansiedad.
Por otra parte dos Guías de Práctica Clínica (GPC) hacen algunas puntualizaciones someras sobre dieta, nutrición o alimentación.
Una pregunta anterior (septiembre 2015) incluida en el Banco de Preguntas del Servicio Preevid (acceso desde el final de la página) hace aportaciones concretas sobre el triptófano (complemento alimentario) en la depresión y trastornos del humor.
Un estudio (1) describe un programa, procedimientos de evaluación utilizados y algunos resultados preliminares de un estudio piloto que pretende evaluar las intervenciones sobre estilo de vida para los pacientes con depresión y/o ansiedad: por parte de un profesional con doble titulación (dietista y fisioterapeuta) de apoyo al médico de cabecera, sobre dieta y sobre ejercicio.
El programa consistió en: derivación por parte del médico de cabecera al profesional de apoyo (dietista/fisioterapeuta), una evaluación inicial, cuatro consultas individuales con el dietista y fisioterapeuta, y una evaluación final. Los pacientes estaban siendo tratados de depresión (51%), ansiedad (19%) o depresión y ansiedad (30%). Se incluyeron en el estudio piloto 25 pacientes (9 varones y 16 mujeres de entre 19 y 73 años), y se invitó a todos los médicos (n=19) a participar. Aunque la razón formal de derivación era mejorar los problemas de salud mental, algunos médicos hicieron la derivación por razones físicas que se beneficiarían de la dieta y el ejercicio (obesidad o diabetes).
Se concluye que este modelo de atención proporcionada por un profesional aliado con doble titulación (dietética y fisioterapia) parece ser un medio innovador y práctico de apoyar el tratamiento dado por los médicos de familia a los pacientes que reciben tratamiento por depresión y ansiedad. Los resultados de la evaluación de la eficacia del programa están pendientes, pero los datos del estudio piloto son prometedores, los protocolos modificados han dado lugar a una buena adherencia del paciente y la retroalimentación informal de los médicos participantes ha sido muy positiva.
Un Ensayo Clínico Aleatorio(2) determina el impacto de un programa de intervención nutricional intensiva dirigida por un dietista en el estado de salud y nutricional de 68 adultos mayores (<75 años) que fueron asignados al azar a un tratamiento de intervención dietética (TID), a una intervención nutricional intensiva (IN) dirigida por un dietista o un tratamiento médico, o a un grupo de atención estándar dirigido por un médico (con folletos de carácter educativo sobre requisitos y recomendaciones dietéticas). 59 participantes adicionales que no pudieron participar en la asignación al azar se incluyeron como grupo no aleatorio "no tratados nutricionalmente" (NTN).
Durante los 6 meses de seguimiento, el grupo TID mostró una mejoría significativa en la función cognitiva (de 25,8 ± 4,5 a la el 26,8 ± 4, p = 0,04), y en la puntuación de la depresión (de 7,3 ± 3,9 a 5,4 ± 3.9, p = 0,04) en comparación con los otros 2 grupos. El grupo TID mostró una mejora significativa en la ingesta de hidratos de carbono (+ 15% frente a + 1% en el IN y + 3% en el NTN), proteína (+ 8% vs. + 2% en el IN y -3% en la NTN), vitamina B6 (+ 20% frente a + 7% en el IN y + 8% en el NTN), y vitamina B1 (+ 22% frente a + 11% en el IN y 0% en el NTN).
Se concluye que una nutrición adecuada puede promover un envejecimiento saludable mediante la prevención de la enfermedad y la discapacidad; mejorar los resultados de la salud, función cognitiva y síntomas depresivos; y el mantenimiento de la autonomía. Las consecuencias de la malnutrición son de amplio alcance y aumenta la duración de las estancias hospitalarias mientras que disminuye las posibilidades de que el tratamiento obtenga los resultados esperados, en última instancia afecta a la calidad de vida (depresión y cognición), así como las tasas de morbilidad y mortalidad. No reconocer los riesgos de malnutrición puede afectar seriamente la morbilidad, la calidad de vida y las tasas de mortalidad en la población adulta mayor. El tratamiento de la malnutrición requiere el uso de herramientas de evaluación apropiadas para identificar a los adultos en riesgo nutricional, y las evaluaciones iniciales de los adultos mayores en la comunidad debe incluir información sobre salud física y psicológica, capacidad funcional, factores socio-ambientales, y nutrición. Se recomienda la derivación a un especialista en dietética para proporcionar asesoramiento dietético personal a medida y tratamiento nutricional intensivo para esta población.
Una de las GPC(3) para el tratamiento de la depresión en Atención Primaria, señala que, entre las enfermedades físicas asociadas a depresión, la diabetes, y que la gravedad de los síntomas depresivos se asocia con una dieta inadecuada, además de mal cumplimiento de la medicación y descuidos en el auto-cuidado.
Sobre las estrategias de autocuidado señala que deben ser estimuladas y promovidas, dando información relevante y direcciones sobre recursos disponibles: actividad física, dieta, higiene del sueño, programación de la actividad, manejo del estrés, y evitar el uso de alcohol y drogas de uso recreativo. Y, aunque no hay actualmente una buena evidencia sobre la efectividad de las intervenciones en la dieta para tratar la depresión, sin embargo se recomienda estimular una dieta equilibrada y abundancia de líquidos para promover la salud general.
Entre las principales estrategias para contrarrestar los efectos secundarios recomienda el control no farmacológico (por ejemplo de la dieta y el ejercicio para el aumento de peso)
La GPC también señala algunas plantas y suplementos nutricionales: folatos, inositol, ácidos grasos poliinsaturados, S-adenosil-L-metionina, etc. pero considera que no hay evidencia suficiente en la que se pueda basar una recomendación específica.
La otra GPC(4) para el manejo de la depresión en el adulto, señala que es frecuente su asociación con trastornos de la conducta alimentaria. Pero no hace recomendaciones con respecto a la realización de intervenciones dietéticas. Por otra parte en la hoja informativa para pacientes y familiares, indica en cuanto a la depresión leve, que no se recomiendan algunas terapias alternativas, como ciertos suplementos alimentarios, aunque algunas personas los utilizan.