No se han encontrado estudios que evalúen la eficacia de la administración rutinaria de furosemida tras la aplicación de una transfusión de concentrado de hematíes, en pacientes sin un diagnóstico previo de patología cardiovascular.
Los pocos ensayos encontrados, dos en adultos y uno en recién nacidos prematuros, hacen referencia a la administración de furosemida de forma previa a la transfusión y no demuestran un beneficio claro clínico en la prevención de complicaciones posteriores a la transfusión.
Dos ensayos clínicos realizados en adultos, con una muestra muy pequeña :
- Uno publicado en 1983(1), incluyó 20 pacientes a los que se iba a realizar una transfusión de concentrado de hematíes por anemia severa. Los pacientes fueron distribuidos al azar en dos grupos de 10: a uno se administró 40 mg de furosemida intravenoso de forma previa a la transfusión y en el otro grupo no. En el grupo control , comparando con los valores previos a la transfusión, se elevó la presión capilar pulmonar, mientras que este aumento no se comprobó en el grupo de furosemida, siendo las diferencias de las presiones entre los dos grupos estadísticamente significativas.
- El otro ensayo publicado en 1986(2), curiosamente realizado con el mismo número de pacientes incluidos (20), aunque también encontró diferencias a favor del grupo de furosemida en la presión capilar pulmonar, estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.
Una revisión narrativa publicada en 1997(3) llamaba la atención de lo extendido que estaba, en la práctica clínica en Reino Unido, la administración de furosemida en niños recién nacidos en los que era preciso una transfusión de concentrados de hematíes por anemia severa. En la búsqueda que realizaron no encontraron ninguna evidencia basada en ensayos clínicos, ni en series de casos que demostrara un efecto beneficioso de esta práctica que, además, podía provocar daños. La situación no era tan clara en niños con displasia broncopulmonar, aunque los datos publicados hasta ese momento no eran convincentes a favor de la administración de furosemida.
Un ensayo clínico randomizado, publicado en 2011(4), fue realizado con el objetivo de evaluar el efecto de la administración previa de furosemida a una transfusión de concentrado de hematíes en niños durante la primera semana de vida.
- Se incluyeron 51 niños prematuros (media de 27 semanas de gestación y peso medio al nacer de 900gr), finalizando el estudio 40 niños.
- De forma aleatoria fueron distribuidos en dos grupos, en uno se administró furosemida intravenosa (1mg/kg) y en el otro placebo (suero salino).
- La variable de resultado principal fue la medición de la fracción de oxígeno inspirado (FiO2) evaluando las diferencias antes y en las 24 horas después de recibir la transfusión. Como variables secundarias se analizaron valoraciones clínicas, bioquímicas y ecocardiográficas.
- Hubo una pequeña diferencia, pero estadísticamente significativa, en el incremento de la fracción de oxígeno inspirado (FiO2) en el grupo de placebo, comparado con el del grupo de furosemida, en relación a la que presentaban en el período pre-transfusional (incremento relativo del 7%, equivalente a un incremento absoluto en el grupo de control de 0,27 a 0,29)
- No hubo diferencias en las otras variables analizadas.
- Los autores concluyen que la administración rutinaria de furosemida, en niños prematuros de bajo peso a los que se les realiza una transfusión de concentrado de hematíes, confiere mínimos beneficios clínicos. La prevención de una elevación clínicamente insignificante de FiO2, necesita ser contrastada con los potenciales efectos secundarios.