En pacientes adultos con fractura supracondílea de fémur y que no esté relacionada con la implantación de una prótesis de rodilla, tan solo hemos localizado dos ensayos clínicos randomizados de muestra pequeña y un estudio comparativo que valoran directamente las dos opciones: clavo intramedular o placa de fijación externa. Los resultados de los ensayos clínicos no muestran diferencias en los resultados funcionales y en las complicaciones de las dos técnicas, y las únicas diferencias se presentaron durante el acto operatorio, siendo el sangrado menor cuando la opción era el clavo intramedular. No hemos encontrado, en adultos, guías de práctica clínica que establezcan una recomendación sobre el procedimiento quirúrgico de elección en este tipo de fracturas.
Uno de los ensayos clínicos randomizados se realizó en 68 pacientes que presentaron una fractura cerrada supracondílea de fémur (1). La edad media fue de 48 años y en la mayoría de casos la fractura se produjo tras un accidente de tráfico. De forma aleatoria se distribuyeron los pacientes en dos grupos: a uno se le aplicó un clavo intramedular retrógado supracondíleo y al otro una placa de fijación condílea dinámica. El seguimiento se realizó durante 2 a 3 años. En el grupo de la placa de fijación, la duración de la intervención quirúrgica fue menor; sin embargo en este grupo la pérdida de sangre fue mayor que en el del clavo intramedular. No hubo diferencias significativas entre los dos grupos en los otros resultados evaluados: tasa de uniones, amplitud de movimientos de la rodilla, funcionalidad global y complicaciones. Concluyen que no hay una opción que se pueda definir como mejor que la otra y que, aunque la implantación del clavo retrógrado intramedular es el procedimiento habitual de elección, el implante de una placa de fijación en las fracturas distales femorales todavía debe considerarse una buena alternativa.
El otro ensayo clínico randomizado se realizó en 23 pacientes, en un estudio multicéntrico(2). Los enfermos fueron distribuidos a un grupo de fijación con clavo interno intramedular, o a otro de placa de fijación con un ángulo fijo. El seguimiento osciló entre 1 a 3 años. El resultado primario fue la necesidad de una cirugía de revisión y la salud general de los pacientes. Tres pacientes del grupo de clavo intramedular precisaron una intervención para revisión o reimplante de los componentes, frente a ninguno del otro grupo. Se observó una tendencia, sin diferencias estadísticamente significativas, a presentar un mayor grado de dolor en el grupo al que se implantó el clavo intramedular; sin que hubiera diferencias en el resto de resultados evaluados.
El estudio comparativo fue realizado en 80 pacientes ancianos(3), con una edad media de 73,2 años (rango de 60 a 88 años). Para el mismo tipo de fractura fueron distribuidos alternativamente a la implantación de una placa de fijación dinámica condílea, o de un clavo retrógrado intramedular (para el primer paciente se escogía un método al azar, y al siguiente paciente se le aplicaba el otro). EL tiempo de intervención fue mayor en la fijación con placa, con una media de 145 minutos (rango de 115 a 180 minutos), mientras que en el otro grupo fue de 92 minutos (rango de 76 a 110) (p<0.001). La hemorragia durante la intervención fue mayor en el grupo de placa de fijación con una pérdida media de sangre estimada en 310 cc (rango 120 a 450 cc) comparado con los 118 cc de media (rango de 90 a 165 cc), para el clavo intramedular (p<0.001). La media de seguimiento del estudio fue de 28 meses y los resultados de funcionamiento, de acuerdo a una escala subjetiva, y de complicaciones fueron similares para ambas técnicas. El estudio concluye que el clavo retrógrado intramedular es preferible en este grupo de pacientes por el menor tiempo quirúrgico y menor pérdida de sangre.