Una guía de práctica clínica sobre el manejo domiciliario de la exposición al mercurio elemental (forma en la cual se encuentra el mercurio que contienen los termómetros)(1), con recomendaciones basadas en el consenso de expertos, indica que la aparición de efectos tóxicos después de la exposición por inhalación depende de la concentración en el aire y de la duración de la exposición: la exposición a elevadas concentraciones de vapor de mercurio (habitualmente como resultado del proceso de calentar o de mantener expuesto a altas temperaturas incluso pequeñas cantidades de mercurio) puede producir síntomas en horas, mientras que la exposición repetida a bajas dosis puede requerir que transcurran semanas o meses antes de que se desarrollen los síntomas.
Respecto a la exposición aguda (< de 8 horas) a esta sustancia, comenta que la inhalación de elevadas cantidades de vapor de mercurio produce fundamentalmente síntomas respiratorios agudos como tos, dolor de garganta, dificultad para respirar y dolor en el pecho. Otros síntomas identificados serían fiebre, escalofríos, problemas gastrointestinales, sabor metálico, dolor de cabeza y debilidad. La inhalación crónica durante semanas o meses, por exposición prolongada a vapor de mercurio, incluso en concentraciones de aire inferiores a las que provocarían efectos agudos, puede provocar la aparición gradual de síntomas neurológicos que incluyen temblores, ataxia,
parestesias, pérdida de la sensibilidad en guante, ruborización fácil, irritabilidad, fatiga, dolor de cabeza, cambios de personalidad, gingivitis, y anorexia. En niños con inhalación crónica al mercurio elemental se ha descrito la aparición de acrodinia (“pink disease”) cuyas manifestaciones clínicas incluyen dolor en las extremidades, enrojecimiento facial, enrojecimiento de manos y pies, exantema cutáneo, taquicardia, gingivitis, hipertensión, diaforesis, fotofobia, e irritabilidad.
En cuanto a los niños la guía también añade que cuando estos se exponen a los mismos niveles de vapor de mercurio que los adultos pueden recibir dosis más grandes y tienen un mayor riesgo de toxicidad debido a que presentan una mayor superficie pulmonar, un menor peso corporal, y además, debido a su menor estatura, pueden estar expuestos a niveles más altos que los adultos en la misma ubicación, ya que el mercurio es más pesado que el aire y se acumula en áreas inferiores (con lo cual los niveles más altos de vapor de mercurio se encuentran más cerca del suelo).
Similar información en cuanto a la semiología de la intoxicación por mercurio, encontramos en un documento de consenso publicado por la “Agency for Toxic Substances & Disease Registry (ATSDR)”(2).
De la búsqueda realizada en la base de datos Medline se ha seleccionado por su reciente publicación y porque aanaliza una muestra considerable de casos, una serie de casos(3) de 26 niños que, tras la rotura accidental de un termómetro en el colegio, se expusieron al mercurio bien sólo por inhalación (21 casos), por inhalación y contacto (3 casos) o por contacto (2 casos). Los niños incluidos en la población de estudio tenían un rango de edad entre 11 y 13 años. Los 21 pacientes que sólo inhalaron el vapor de mercurio tuvieron un periodo de exposición al vapor de entre 2 y 5 horas y, de ellos, 11 niños manifestaron síntomas de los cuales los más frecuentes fueron dolor de cabeza (5 casos), dolor abdominal (5 casos), y prurito (3 casos). En la primera evaluación, ninguno de los 11 niños con exposición aguda a vapor de mercurio inhalado presentó otros síntomas neurológicos tipo irritabilidad o excitabilidad aunque a las 2 semanas de seguimiento 3 niños manifestaron ansiedad que había cesado al mes de seguimiento.