En relación al tratamiento rehabilitador en el paciente con ictus extraemos las siguientes recomendaciones de la guía de práctica clínica (GPC) española publicada en 2005(1):
- El tratamiento rehabilitador iniciado precozmente (la primera semana) proporciona mejores resultados (Grado de recomendación B) [Ver Grados de recomendación y Niveles de evidencia abajo]. Los pacientes que inician la rehabilitación durante la primera semana después del ictus tienen menos discapacidad y más calidad de vida a largo plazo que los que la inician más tarde.
- Con respecto a la intensidad del tratamiento rehabilitador, hay que garantizar que el paciente haga la máxima actividad terapéutica que pueda tolerar (Grado de recomendación D). Hay evidencia de que los tratamientos rehabilitadores intensos mejoran los resultados funcionales. Si se aumenta el tiempo de terapia en los 6 primeros meses postictus mejora la independencia en las actividades de la vida diaria (AVD).
- El tratamiento rehabilitador tiene que finalizar cuando no se identifiquen nuevos objetivos funcionales para lograr o cuando el paciente no quiera continuar (Grado de recomendación D).
- En los pacientes con limitación de la actividad tras los primeros 6 meses debe evaluarse la indicación de un periodo de tratamiento rehabilitador planificado por objetivos (Grado de recomendación A).
- Tras el primer año postictus, la aparición de deterioro funcional por depresión, caídas, fracturas o espasticidad puede requerir tratamiento rehabilitador puntual, de corta duración, para volver al nivel funcional previo. En la fase crónica, cuando las secuelas se han estabilizado, los pacientes tienen que tener acceso a los servicios de rehabilitación para revisar las necesidades a largo plazo (Grado de recomendación D).
- En cuanto al tratamiento rehabilitador
específico para la alteración de la función motora la guía comenta que no hay ningún estudio de calidad que demuestre la superioridad de
ninguna de las técnicas fisioterapéuticas (las clasifican en tres
grandes grupos: 1) técnicas de compensación, 2) técnicas de
facilitación (incluyen las terapias tradicionales: Bobath, Brunnstrom,
facilitación neuromuscular propioceptiva) y 3) técnicas más modernas,
entre las cuales destaca el reaprendizaje motor orientado a tareas) en
la mejora de la capacidad funcional y que, dado que hay evidencia científica
de que se obtienen mejores resultados con un tratamiento más intenso,
hay que tener en cuenta los sistemas automatizados (p. ej. robótica
–robotic-assisted therapy—, rapy treadmill, etc.), aunque se desconocen
los efectos a largo plazo en la función, la actividad y la
participación. Como recomendaciones específicas establecen:
- Los pacientes que han sufrido un ictus tienen que ser movilizados lo antes posible (Grado de recomendación B).
- El aleccionamiento específico en tareas concretas mejora la ejecución de estas tareas (por ejemplo, adiestrando la marcha mejora su velocidad) (Grado de recomendación B).
- En pacientes con déficit motor leve de una extremidad superior se tiene que considerar tratamiento rehabilitador intensivo (Grado de recomendación A).
- Hay que considerar los programas combinados de ejercicios de potenciación muscular y condicionamiento físico (actividad aeróbica) en pacientes con secuelas de ictus (Grado de recomendación A).
- Otras GPCs revisadas de publicación posterior coinciden en similares recomendaciones respecto al inicio precoz (hablan en este caso de evaluación por rehabilitador en las primeras 24-48 h en el paciente ingresado y preferentemente dentro de las 2 primeras semanas, en el paciente con ictus que no es ingresado) y el mantenimiento del tratamiento rehabilitador(2,3,4).
- Matizando el aspecto de la movilización temprana que recomiendan la guías, una revisión sistemática de 2009 de la librería Cochrane(5) concluye que actualmente la evidencia disponible es insuficiente para apoyar o refutar los efectos de la movilización inmediata (< 48 horas) como tratamiento habitual después de un accidente cerebrovascular: un único ensayo identificado con 71 pacientes que no encuentra diferencias significativas, en cuanto mortalidad o discapacidad a los 3 meses, entre el grupo con movilización muy precoz frente al grupo con atención convencional.
Grados de recomendación | Niveles de evidencia |
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