Es una especie autóctona de la Región de Murcia y otras zonas del Mediterráneo. Arbusto cuyos tallos miden 1-2 metros de altura que normalmente se encuentra en la proximidad de cursos de agua y lindes de bosques. Florece entre marzo y mayo, madurando los frutos en verano. Uso ornamental en jardinería, repoblación y también como verde de complemento en floristería.
Por su hábitat de crecimiento y por la morfología de sus frutos maduros (formados por 4 ó 5 gránulos muy compactos, de color morado oscuro que aprisionan la corola que también adquiere ese color) es consumida erróneamente al confundirla con la zarzamora o mora común. Se han descrito intoxicaciones por consumo de caracoles o de leche de cabras que habían comido la planta.
En las hojas abunda un alcaloide tóxico (la corianina) y en el fruto un glucósido (la coriamirtina). Esta última actúa como antagonista del aminoácido glicina y produce así una hipercontracción muscular (tetania) y, por un mecanismo de acción similar a la estricnina, afecta al sistema nervioso central y provoca convulsiones. Los niños son muy sensibles a esta planta.
El cuadro clínico se inicia al cabo de 1 ó 2 horas de la ingesta con náuseas, vómitos, diarreas y fuertes dolores abdominales. Si la dosis ingerida es alta aparecen las manifestaciones neurológicas con sensación de "embotamiento" mental, estado de embriaguez, excitabilidad psicomotriz, alteraciones sensitivas, convulsiones y coma. En fases avanzadas puede aparecer apnea y parada cardiaca.
Es necesario monitorizar la función cardiorrespiratoria, así como realizar un lavado gástrico y/o la administración de carbón activado. Nunca debe utilizarse el jarabe de ipecacuana por el riesgo de convulsiones. Es recomendable forzar la diuresis. Si aparecen convulsiones se administran benzodiacepinas. No hay antídoto. Las técnicas de depuración artificial o extrarrenales no están indicadas.