Con esta técnica se pone en contacto la sangre del paciente con el carbón activado contenido en un cartucho, con elevada capacidad de adsorción y gran superficie de contacto (300-1.000 m2/g), lo que permite la adsorción y la consiguiente extracción del tóxico. La HP no tiene "exigencias técnicas especiales" para ser indicada, ya que pronto estará disponible utilizando las mismas máquinas que nos sirven para hacer HF/HDF a las que se ha de adaptar un set de circuitos y un software específico. Las posibles complicaciones son las mismas que ya hemos señalado para otras técnicas que utilizan un circuito extracorpóreo, a las que cabe añadir trombocitopenia, hipocalcemia e hipoglucemia.
Su capacidad extractiva es idéntica para tóxicos hidrosolubles y liposolubles, no se encuentra limitada por el grado de unión del tóxico a las proteínas plasmáticas y permite depurar tóxicos de elevado peso molecular (hasta 5.000 Da), pero no está indicada para tóxicos que tienen un volumen de distribución alto (superior a 8 l/Kg) y una transferencia intercompartimental baja, como sucede con los antidepresivos cíclicos, digoxina, fenotiazinas o los insecticidas organofosforados, en donde la extracción no es efectiva o rentable aunque la capacidad de depuración de la HP sea elevada (técnica eficaz, pero inefectiva).
La HP está indicada, valorando los riesgos frente a las medidas generales de apoyo al paciente, en las intoxicaciones agudas por barbitúricos de acción corta o intermedia, carbamazepina, meprobamato, metacualona, teofilina, tiroxina y quinidina. Hay controversia sobre su posible beneficio en las intoxicaciones por metrotexato (HD combinada con HP) y paraquat. Se han publicado casos aislados que se han beneficiado de la HP en intoxicaciones por valproato y también por cafeína, diclofenaco y sulindaco.