Son, como se ha indicado, uno de los pilares básicos del tratamiento. Todos los pacientes expuestos de forma aguda a un tóxico, al igual que en otra patología urgente, deben ser sometidos a una rápida valoración clínica de sus funciones vitales, a un apoyo sintomático de aquellas funciones que se encuentren comprometidas (apoyo a los órganos que han entrado en fallo a consecuencia de la acción del tóxico) y, en caso necesario, a unas medidas de tratamiento específico y de descontaminación, permitiendo de esta manera mantener la homeostasis del paciente. Aunque el médico debe intentar siempre identificar el tóxico responsable, su búsqueda no debe retrasar nunca el inicio de estas medidas terapéuticas que pueden ser vitales para el enfermo. La reanimación en toxicología no difiere básicamente de la que se aplica ante cualquier urgencia vital. No obstante hay algunos puntos que la caracterizan y la diferencian (tabla 3):
Precocidad | A diferencia de otras patologías graves, la patología toxicológica aguda presenta una escasa letalidad si se procede a una reanimación precoz continuando con el tratamiento restante |
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Mantenimiento vía aérea | Es la medida de mayor importancia en toxicología ya que la mayor morbilidad y mortalidad se produce por fallo respiratorio o broncoaspiración |
Paro cardiaco por fármaco cardiotóxico (digital, beta-bloqueante, ect) | El masaje cardíaco externo debe prolongarse hasta los 100 minutos en contra de los veinte minutos habituales. En esta etapa reanimadora, aparte de los fármacos habituales (adrenalina, bicarbonato, lidocaína, etc.) deben utilizarse determinados antídotos, denominados antídotos-reanimadores |
Antídotos reanimadores |
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