En una Guía de Práctica Clínica (1) para el manejo del herpes genital, del grupo de eficacia clínica de la asociación británica para la salud sexual y el VIH, se señala que si se requiere la cateterización urinaria en pacientes con herpes genital, es preferible utilizar la cateterización suprapúbica para prevenir el riesgo teórico de infección ascendente, para reducir el dolor asociado al procedimiento y para permitir que sea restaurada la micción normal sin recateterizaciones múltiples (Nivel de evidencia IV, C).
Una revisión (2) del libro eMedicine sobre la uretritis, señala que la condición inflamatoria de la uretritis,puede dificultar o hace imposible la colocación de un catéter uretral, por lo que es necesario un cuidadoso manejo de la uretra con un citoscopio flexible que puede permitir el paso de una guía, a través de la cual puede ser colocado el catéter. Esto se debe realizar generalmente con anestesia local (como jalea de lidocaína). Sin embargo, si no se puede realizar fácilmente en la tentativa inicial, este procedimiento se debe abortar para evitar el trauma uretral adicional y debe ser colocado un catéter suprapúbico.
Un ensayo (3) sobre las manifestaciones clínicas y factores de riesgo de infección por pseudomonas aeruginosas en pacientes con SIDA. El ensayo analiza a 58 pacientes con Virus de Inmunodeficiencia Humana adquirida (VIH) usando metodología de caso-control. De 73 episodios de infección por pseudomonas aeruginosas, 45 (62%) fueron bacteremias asociadas sobre todo a los catéteres venosos centrales (16), a pulmonía (12), a infecciones de tejido blando (4) y a infección urinaria (4). Veintiocho episodios (el 38%) eran no bacterémicos, con la pulmonía 13), las infecciones suaves del tejido fino (6), y contabilidad de la sinusitis (4) para la mayoría de infecciones. Cincuenta episodios (el 68%) fueron adquiridos en la comunidad. La mortalidad total atribuible a la infección de pseudomona aeruginosa era el 22%. El uso del catéter central, terapias venosa, urinaria y con esteroides eran considerablemente más frecuentes en casos que en controles (P < 05). Así, la infección por pseudomona aeruginosa en pacientes con VIH avanzada se adquiere en la comunidad y se asocia a menudo a mortalidad substancial y en algunos casos, a factores de riesgo específicos.
Un estudio de cohortes (4) compara la incidencia de infecciones nosocomiales (IN) entre pacientes VIH-POSITIVOS y VIH-NEGATIVOS en una unidad brasileña de enfermedades infecciosas. El control diario fue realizado con los criterios de prevención del Centers for Disease Prevention and Control de las IN. La IN por 1000 pacientes-día era 8.16 para los pacientes VIH-POSITIVOS y 3.94 para los pacientes VIH-NEGATIVOS (P = 01). El catéter venoso central (CVC) y la utilización de catéter urinario eran perceptiblemente más altos entre los pacientes VIH-POSITIVOS que entre los pacientes VIH-NEGATIVOS (P < 001). Las infecciones de la circulación sanguínea (ICS) causaron la mayoría de IN, seguido por infecciones de la zona urinaria, infecciones vasculares y pulmonía. Era mas probable que los pacientes VIH-POSITIVOS tuvieran una ICS que los pacientes VIH-NEGATIVOS (P = 005). Cuando solamente era analizada la ICS en pacientes con un CVC, no había diferencia en la incidencia de la ICS entre los 2 grupos de pacientes (P = 24). Los pacientes VIH-POSITIVOS tenían mas probabilidad de tener una IN causada por estafilococo áureo que los pacientes VIH-NEGATIVOS (P = 04). Las conclusiones fueron que los pacientes VIH-POSITIVOS eran más propensos a tener IN que los pacientes VIH-NEGATIVOS. Los pacientes VIH-POSITIVOS están en riesgo creciente de una IN causada por estafilococo aureus o una ICS. Aunque los pacientes VIH-POSITIVOS tenían más CVC-día, no había diferencia en el número de ICS entre ambos grupos, sugiriendo que la incidencia de esta en el grupo VIH-POSITIVO no está relacionada exclusivamente con el CVC.