En las Guías de Práctica Clínica revisadas sobre esquizofrenia(1, 2, 3), en el apartado de diagnóstico diferencial se recomienda siempre descartar el trastorno orgánico cerebral. Las Guías recomiendan, antes de establecer el diagnóstico de esquizofrenia, realizar siempre una anamnesis detallada, y una exploración física y neurológica completa. En función de los hallazgos, indican solicitar un TAC o Resonancia Magnética Nuclear (RMN) y/o Electroencefalograma. Se considera que, de forma excepcional, un paciente con un primer episodio de psicosis y sin hallazgos en la anamnesis ni en la exploración neurológica, podría tener una enfermedad orgánica cerebral no sospechada y que se descubra con un estudio de imagen con TAC o RMN(2).
Una Guía de Esquizofrenia, incluida en Guiasalud,(3) establece que El diagnóstico diferencial de la esquizofrenia referido a cuadros orgánicos debería llevarse a cabo con tumores cerebrales (frontales, temporales); enfermedad del lóbulo temporal; epilepsia; encefalopatía vírica-encefalitis; abscesos cerebrales; postencefalitis; tirotoxicosis; porfiria aguda intermitente; y trastorno psicótico debido a delirium, demencia.
La búsqueda ha encontrado un estudio que, aunque realizado hace más de una década, refleja la importancia del diagnóstico diferencial entre estos dos procesos. Se trata de un estudio descriptivo realizado en un hospital psiquiátrico en el que se estudiaron, a lo largo de 7 años, los cambios diagnósticos producidos en un total de 936 pacientes ingresados más de 4 veces durante este período(4). En un 22%, de los 256 pacientes diagnosticados inicialmente como esquizofrénicos, se modificó posteriormente el diagnóstico; siendo diagnosticados 15 de ellos (el 26,8%) de un trastorno orgánico cerebral. Entre los pacientes que el diagnóstico fue cambiado a esquizofrenia, un 22,4% (50 pacientes) fueron diagnosticados inicialmente de enfermedad orgánica cerebral.