Una Guía de Práctica Clínica (GPC) (1) de la Nacional Institute Clinical excellence (NICE), para la mejora de los resultados en cánceres hematológicos, realizada el año 2003, recomienda que en todas las unidades con pacientes que reciben terapia prolongada y que probablemente van a tener neutropenia prolongada, se debe tener un número de cuartos individuales con todas las instalaciones para reducir al mínimo la contaminación microbiana aerotransportada. De la misma forma en el caso de las áreas de cuidados para pacientes no internados hay que protegerlos contra la transmisión de agentes infecciosos. En cuanto a tipos de ventilación, señala una actuación diferente según la dosis de la terapia a la que esta o ha estado sometido el paciente: en pacientes con neutropenia que reciben terapia a dosis convencionales<, la evidencia no permite hacer ninguna conclusión definitiva en cuanto a la necesidad de aislar a estos pacientes, ni en cuanto al papel de la filtración del aire. Señala que, aparentemente, la simple medida del lavado de manos es importante y debe ser parte de un programa más amplio de educación para prevenir la infección hospitalaria. En pacientes que han experimentado terapias en altas dosis, es esencial reducir el riesgo de que sufran una infección, por lo que las habitaciones deben disponer de la suma de la circulación de aire laminar más la filtración de partículas del aire de gran eficacia (HEPA). Estas deben estar disponibles particularmente cuando hay riesgo de contaminación de organismos ambientales tales como el aspergillus, por ejemplo durante períodos de renovación del edificio.
Se ha encontrado un documento de consenso (2) propuesto por la Sociedad Chilena de Infectología, que se centra en el manejo racional de los pacientes oncológicos, adultos y niños, que cursan con un episodio de neutropenia febril (NF) durante el tratamiento quimioterápico. Como apoyo para las recomendaciones seleccionaron principalmente Guías de Práctica Clínica, revisiones sistemáticas y estudios clínicos randomizados. Si no se encontraban dichos diseños se evaluó otros tipos de estudios con menor grado de evidencia. Este documento habla de que el paciente oncológico con un episodio de NF debe estar en un ambiente protegido, entendiendo como tal habitaciones individuales que cuenten con filtros HEPA, que retienen y filtran todas las partículas de aire desde un tamaño de 0,3 µ, con una eficiencia > 99,7%, asociado a presión positiva con renovaciones de aire sobre 12 veces por hora. En el consenso se dice que Hoy, este tipo de ambiente protegido con filtros HEPA ha demostrado su eficacia sólo en la prevención de aspergilosis, si bien parece razonable pensar que el aire filtrado puede disminuir la incidencia de otras infecciones transmitidas por vía aérea. Otras alternativas de filtración de aire, aunque de menor eficiencia, son de costo más asequible. Una de ellas es el empleo de filtros portátiles que pueden utilizarse con los siguientes requisitos: seleccionar aquellos que recirculen todo o casi todo el aire, que provean más de 12 cambios de aire por hora; no reutilizar filtros que han sido previamente usados en la cercanía de obras de construcción; y ubicar el equipo portátil de manera que filtre todo el aire de la habitación. Concluyen los autores en que el ambiente protegido no es necesario para la mayoría de los pacientes, aunque sí debe practicarse, como excepción, cuando exista alto riesgo de infecciones por Aspergillus, con los pacientes en que es predecible una neutropenia prolongada (mayor de 10 días) y los que experimentarán una intensa mucositis post-quimioterapia.
Un ensayo restrospectivo de cohortes (3) describe e investiga la causa de un brote de 10 casos de infección nosocomial con el aspergillus flavus en una unidad de oncología hematológica. Incluyen en el estudio a 91 pacientes admitidos en dicho servicio entre el 1 de enero y 31 de diciembre de 1992, durante días 4 o más consecuti vos. Diez (el 18%) de 55 pacientes admitidos a partir de julio a diciembre 1992 fueron diagnosticados con aspergillo invasor comparado con 0 (0%) de 36 pacientes admitidos a partir de enero a junio de de 1992 en la misma unidad. La fuente del brote era los altos registros de aspergillus determinados en el muestreo del aire en el ala de trasplantes de médula durante el brote. Después fueron instalados como medida de control de la infección filtros HEPA y hubo solamente dos casos de aspergillosis nosocomial en los 2 años que seguían el brote. Concluyeron los autores en que este brote ocurrió entre pacientes hematológicos con granulocitopenia prolongada en un ambiente sin filtros HEPA ni unidades laminares del flujo de aire. También concluyen que los datos demuestran que en el ajuste de un brote de aspergillosis, los filtros HEPA son altamente protectores para inmuno compromiso a pacientes oncohematológicos y son eficaces para controlar los brotes con los conidios del aspergillus debido a la contaminación del aire.