En base a la información recabada no se pueden establecer conclusiones respecto al uso de la estimulación de la médula espinal (SCS, por sus siglas en inglés, “spinal cord stimulation”) en pacientes con dolor de miembro fantasma (DMF).
Una revisión sistemática sobre los tratamientos de estimulación cerebral y de médula espinal para el DMF(1) concluía que los estudios de eficacia, efectividad y seguridad de los tratamientos de neuroestimulación no brindan resultados sólidos y confiables, en gran parte debido a una combinación de diseño de estudio y limitaciones de informes, tamaños de muestra pequeños y períodos de seguimiento cortos. En consecuencia, se consideraba que existía mucha incertidumbre acerca de qué tratamientos de neuroestimulación son los mejores para tratar el DMF crónico, lo que dificultaba las decisiones de tratamiento informadas en la práctica clínica.
En la misma línea, otra revisión sistemática previa(2) establecía como conclusión que aunque existía alguna evidencia de que la SCS es relativamente segura y puede proporcionar analgesia en pacientes con DMF, se necesita más investigación para determinar si es una intervención adecuada en comparación con estrategias de manejo alternativas.
Se han revisado varias guías de práctica clínica(3-7) y sumarios de evidencia(8-10) sobre el manejo del dolor neuropático, crónico o sobre el síndrome de dolor regional complejo y no encontramos recomendaciones o indicaciones precisas respecto al uso de SCS en pacientes con diagnóstico específico de DMF.
Tampoco se incluye ningún estudio con pacientes afectos de DMF en una reciente revisión sistemática Cochrane(11) sobre intervenciones de neuromodulación espinal implantada para el dolor crónico en adultos. De forma similar, otras dos revisiones sistemáticas de 2021(12) y 2020(13), no incluyen estudios en los que se valore la SCS en pacientes con DMF.
Realizado en nuestro contexto identificamos un reciente informe de evaluación de tecnologías sanitarias(14) sobre la estimulación de la médula espinal en dolor neuropático refractario en adultos. Tampoco en él encontramos indicaciones en cuanto a la utilización de la SCS en pacientes con DMF [aunque comenta en la introducción que “El uso habitual de la SCS es el tratamiento del dolor crónico refractario en pacientes con síndrome de la cirugía fallida de columna, radiculopatía y lumbago, dolor regional complejo, neuropatía diabética y otras neuropatías, dolor de tipo fantasma, dolor crónico isquémico debido a isquemia grave de las extremidades, angina de pecho y enfermedad vascular periférica o dolor neuropático secundario a tumor. La SCS debe considerarse parte de una estrategia terapéutica que contribuya a la reducción del dolor, más que a su supresión, lo que difícilmente puede darse sin combinar con otros tratamientos (fisioterapia, analgésicos).”]
No obstante, en un documento de consenso de 2014(15) se recomendaba proceder con terapias de neuromodulación pero subrayaba la necesidad de tener precaución, teniendo en cuenta que la etiología del dolor puede variar por las razones señaladas y los resultados pueden ser impredecibles.
Por otra parte, la búsqueda en las bases de datos de estudios Medline/Pubmed y Embase identifica una revisión narrativa(16), donde se comenta que, en casos de DMF intratable con el tratamiento farmacológico tradicional, las terapias de neuromodulación han mostrado ser altamente efectivas con perfiles mínimos de efectos secundarios, y varios informes y series de casos(17-23) de pacientes con DMF en los que el uso de SCS obtiene resultados beneficiosos en la reducción del dolor.