Aunque hay un riesgo potencial de que el tratamiento continuado con testosterona pueda producir cáncer de endometrio y/o de ovario, no hay una evidencia clara de que este riesgo sea mayor en las personas transexuales en tratamiento con testosterona, que en la población general; habiendo tan solo casos aislados comunicados de neoplasias ginecológicas en las personas transexuales en tratamiento con testosterona. El riesgo sería pues más teórico que real, pero por precaución se recomienda vigilar esta posibilidad durante el tiempo que la persona esté en tratamiento con testosterona para completar la transición hormonal (se recomienda como mínimo un año) y antes de plantearse la necesidad de realizar histerectomía y anexectomía (extirpación de útero y de ovarios).
De los documentos revisados, sumarios de evidencia(1-3), guías de práctica clínica(4-7) , evaluaciones del fármaco testosterona(8,9) y una amplia revisión narrativa(10) podemos concluir que la evidencia que relaciona tratamiento con testosterona e incidencia de cáncer genital en personas en transición de mujer a hombre es muy limitada; y tan solo hay casos aislados comunicados de cáncer de ovario, de endometrio y de vagina.
- La revisión narrativa publicada en 2014 sobre los efectos del tratamiento hormonal en personas transexuales de femenino a masculino(10), contó una búsqueda amplia de la literatura y tan solo identificó que se habían comunicado un caso de cáncer de vagina, tres de cáncer de ovario y uno de endometrio, en todos los estudios de seguimiento realizados hasta ese momento. El caso de cáncer de endometrio se dio en una persona que de 51 años que estuvo en tratamiento con testosterona durante 7 años(11).
- La búsqueda no ha identificado ningún caso más comunicado posteriormente, ni nuevos estudios que relacionen en esta población testosterona con cáncer de útero.
- Los efectos secundarios más frecuentes de la testosterona, y que obligan a monitorizar periódicamente, serían el aumento de glóbulos rojos (eritrocitosis) y la dislipemia. También se asocia, entre otros, con ganancia de peso, acné. síndrome de ovario poliquístico, alopecia y elevación de transaminasas. Por todo ello se aconseja una evaluación cuidadosa del riesgo cardiovascular, insistiendo en el consejo de no fumar.
- Ni la evaluación del fármaco de Micromedex(8), ni la ficha técncia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios(9) incluyen entre los efectos adversos de la testosterona el desarrollo de cáncer de útero, ni de ovario.
Los sumarios de evidencia (1-3) y guías de práctica clínica (4-7) revisadas coinciden en mantener como mínimo un año la terapia hormonal con testosterona, esperando así a que la transición hormonal esté completada, antes de plantearse realizar la histerectomía y anexectomía.
La guía de práctica clínica de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición de 2012(4) comenta en relación a la terapia hormonal con testosterona, en el cambio de femenino a masculino, que:
- Cuando se retrasa la histerectomía, existe riesgo potencial de cáncer de endometrio, lo que justificaría la revisión ginecológica anual.
- Es necesaria la monitorización del peso, presión arterial, hemograma, función renal y hepática, metabolismo de la glucosa, ácido úrico y perfil graso.
- La histerectomía más doble anexectomía es aconsejable no demorarla más de 2-3 años tras el inicio del tratamiento, dado que el uso prolongado de andrógenos se ha asociado a la aparición de neoplasia ovárica.