Tras la búsqueda sobre los beneficios del consumo de ajo en la prevención de enfermedades cardiovasculares hemos seleccionado 2 Revisiones Sistemáticas (RS), 1 Sumario de Evidencias (SE) de Uptodate y 3 revisiones narrativas. Señalan que aunque tradicionalmente se le ha otorgado al ajo un efecto terapéutico y preventivo en el riesgo cardiovascular, no debería recomendarse, debiéndose realizar más ensayos y más amplios que lo comparen con placebo, las distintas dosis recomendadas, los posibles eventos adversos, las interacciones con los fármacos, etc.
Una RS(1) determina la repercusión del ajo en los eventos cardiovasculares y en la mortalidad en pacientes con hipertensión. Sobre la base de los datos de dos ensayos controlados aleatorios (ECAs) que compararon el ajo con placebo en pacientes hipertensos, al parecer el ajo tendría algún efecto hipotensor, comparado con el placebo; aunque las pruebas actualmente disponibles son insuficientes para determinar si el ajo proporciona una ventaja terapéutica comparado con el placebo en cuanto a la reducción del riesgo de morbimortalidad cardiovascular. Se necesitan mas datos sobre la seguridad del ajo, como agente terapéutico, en esta población, por lo que se recomienda realizar más ensayos (y más amplios) que comparen distintas dosis de ajo con placebo para detectar las posibles diferencias en la mortalidad, los eventos adversos graves y la morbilidad cardiovascular.
La otra RS, anterior,(2) evalúa los efectos del ajo (tanto de forma desecada como en preparaciones no pulverulentas) en el tratamiento de la enfermedad oclusiva arterial periférica, pues se había mostrado que el ajo afecta algunos de los factores de riesgo asociados con la aterosclerosis, tales como los niveles de colesterol en la sangre. Solamente se incluye un pequeño ensayo (78 participantes) a corto plazo (período de seguimiento solo de 12 días) sobre el tratamiento con ajo para la aterosclerosis, el cual no mostró un efecto significativo: el aumento de la distancia recorrida en marcha libre de dolor en el grupo que recibió ajo no tuvo una diferencia estadísticamente significativa con el aumento del grupo con placebo; no se encontraron diferencias en las alteraciones de la presión arterial sistólica ni diastólica, en la frecuencia cardíaca o la presión en tobillos o brazos; no se registraron efectos secundarios graves y nueve de los pacientes que tomaban ajo (28%) y cuatro de los que recibieron placebo (12%) manifestaron tener un fuerte olor a ajo. El ajo merece ser estudiado con más detalle, pero no puede recomendarse como tratamiento.
El SE de Uptodate(3) sobre suplementos dietéticos o dieta con acción hipolipemiante indica que el ajo se ha recomendado como método para reducir las concentraciones de colesterol en suero. Aunque había datos contradictorios sobre su eficacia en una serie de ensayos clínicos pequeños y sus metaanálisis, posteriormente, un ECA(4) más amplio y bien realizado comparó tres preparados diferentes de ajo (extractos de ajo crudos, suplementos de extracto de ajo en polvo y de extracto envejecido, a una dosis diaria de aproximadamente lo equivalente a un diente de ajo de 4 gramos) y placebo en 192 adultos con concentraciones de C-LDL de 130 a 190 mg/dL (3,36 a 4,91 mmol/L). Los pacientes tomaron los preparados durante seis días a la semana a lo largo de seis meses, y ninguna de las preparaciones de ajo tuvo un efecto significativo en el LDL-C o de otros niveles de lípidos. Por lo que no se recomienda el ajo para el tratamiento de la hipercolesterolemia.
Tres revisiones narrativas(5-7), de 2014 y 2015, repasan las acciones de diversas plantas vegetales (incluido el ajo) sobre las enfermedades relacionadas con el estilo de vida. Señalan que los estilos de vida poco saludables inducen a factores de riesgo como: hipertensión, dislipemia, obesidad e hiperglucemia. Estos factores de riesgo promueven la arteriosclerosis que lleva a serias complicaciones vasculares (enfermedades trombóticas), infarto de miocardio y el infarto cerebral.
El motivo de estas revisiones es que el ajo, y otras plantas o vegetales, se han utilizado tradicionalmente en el tratamiento de enfermedades del corazón durante años, pues se supone que su ingesta reduce las tasas de mortalidad y morbilidad de estas enfermedades a través de su efecto antitrombótico, hipolipemiantes e hipoglucémicos.
Sin embargo, para confirmar esto se deben realizar mas ECAs, bien diseñados y con suficiente tamaño de muestra. La investigación multidisciplinaria sigue siendo necesaria para explotar el vasto potencial de estas plantas, así como los efectos secundarios adversos y sinérgicos potenciales de las interacciones de dichas plantas con los fármacos. Estos enfoques ayudarán a establecer las plantas como el ajo como remedios para las enfermedades cardiovasculares y su inclusión en el sistema de salud.