En el programa de vacunaciones de Murciasalud, con información actualizada en abril de 2014, se incluye información sobre la seguridad de las vacunas (ir a la página) y, respecto a la relación entre la vacunación y el desarrrollo de trastornos del espectro autista (TEA), se aporta una revisión de los estudios más recientes que desmontan las tres posibles teorías que proponían una relación causal: a) el hecho de que la vacuna triple vírica (sarampión-rubeola-parotiditis) pudiese aumentar la permeabilidad del intestino permitiendo el paso a la sangre de proteínas tóxicas, b) la presencia del componente mercurial timerosal en algunas vacunas y c) la administración simultánea de varias vacunas sobrecarga o debilitación del sistema inmune al administrar simultáneamente varias vacunas. Como conclusión se establece que “el peso de la evidencia científica actualmente disponible no avala la hipótesis de que algunas vacunas originen autismo”.
La revisión de sumarios de evidencia de reciente actualización revela similar información:
El sumario de evidencia de Dynamed sobre los TEA(1) incluye entre los factores no asociados con un mayor riesgo a la vacunación, especificando que no se ha encontrado correlación entre los TEA y el uso la vacuna frente al sarampión, parotiditis y rubéola (triple vírica) y que los estudios tampoco muestran asociación entre esta patología y las vacunas que contienen timerosal.
Por otra parte dos sumarios de evidencia de Uptodate(2,3), destacan que:
- Múltiples estudios epidemiológicos, grandes y bien diseñados, y revisiones sistemáticas no han encontrado suficiente evidencia que apoye una asociación entre la vacuna triple vírica y el autismo(2). Se comenta además que en su revisión de 2004, el Cómite de seguridad vacunal del Instituto de Medicina de los Estados Unidos de Norteamérica(4), encontró que "la evidencia favorece un rechazo de la relación causal a nivel poblacional entre la vacuna triple vírica y los TEA".
- Múltiples estudios epidemiológicos, grandes y bien diseñados, y revisiones sistemáticas no han encontrado suficiente evidencia que apoye una asociación entre el timerosal y el autismo u otros trastornos del desarrollo. En este punto se añade que aunque la Academia Americana de Pediatría y el Servicio de Salud Pública de los EE.UU. recomienda, siempre que sea posible, el uso de vacunas sin timerosal para niños, el riesgo de no vacunar a los niños por no disponer de vacunas sin timerosal supera el riesgo de exposición a vacunas con timerosal(3).
- La administración de las vacunas infantiles ha llevado a la disminución de la incidencia de las enfermedades infantiles que pueden tener secuelas graves. La no administración de las vacunas a un niño a causa de un riesgo hipotético coloca al niño en riesgo de una infección real que puede tener consecuencias reales graves(2,3).