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Vacunación
Herpes Zóster - FAQ para ciudadanos
La vacunación frente a herpes-zóster estará indicada en personas con las siguientes condiciones:
- Para el año 2023: miembros de la población general nacidos en 1958 (65 años). En 2024 se continuará con los nacidos en 1959, y así sucesivamente durante los años siguientes, de manera que se vacunen las personas que cumplen 65 años a lo largo de cada año.
- Personas mayores de 18 años en las que se dé alguna de estas condiciones:
- Trasplante de progenitores hematopoyéticos (conocido como trasplante de médula ósea) en los últimos 2 años. También en caso de recibir tratamiento inmunosupresor o desarrollar enfermedad injerto contra huésped (EICH), independientemente del tiempo que haya transcurrido desde el trasplante.
- Trasplante de órgano sólido con tratamiento inmunosupresor, o personas que se encuentren en lista de espera para el mismo.
- Tratamiento con fármacos anti-JAK (por ejemplo, tofacitinib, baricitinib, ruxolitinib y upacitinib).
- VIH.
- Enfermedades malignas de la sangre, tales como leucemias, linfomas o trastornos linfoproliferativos crónicos.
- Tumores sólidos en tratamiento activo con quimioterapia o que la hayan recibido en los últimos 6 meses.
- Antecedente de 2 o más episodios de herpes zóster.
- Personas a partir de los 50 años de edad en tratamiento con otros fármacos inmunosupresores.
Igualmente está financiada y recomendada en personas con riesgo por su edad, como las personas que cumplen 65 u 80 años en el año en curso. En el 2024 se comenzará por las personas nacidas en 1959 y 1944 respectivamente. En el año 2023 ya se comenzó a vacunar a los nacidos en 1958, por lo que en este 2024 también se podrán vacunar si no lo han hecho con anterioridad.
Podrá acudir a vacunarse cuando cumpla los 65 u 80 años (en el año 2024 los nacidos en 1959 y 1944 respectivamente). Al cumplir la edad recibirá una carta informativa, recordándole que además revise su estado vacunal frente a neumococo y que es candidato a vacunación antigripal en temporada. Aunque no haya recibido la carta, cuando cumpla los 65 u 80 años podrá solicitar cita en su centro de salud o su puesto de vacunación habitual.
Las personas a partir de 50 años de edad que deseen vacunarse pero no pertenezcan a grupos en los que está financiada la vacunación, pueden adquirir la vacuna Shingrix® en la farmacia, siempre con receta médica.
Las vacunas adquiridas de manera privada deberán administrarse en su centro de salud o puesto de vacunación habitual, con el correspondiente registro de la dosis en su historia clínica, y se harán constar en el Registro Regional de Vacunaciones de la Región de Murcia.
Recuerde que la vacuna Shingrix® se encuentra financiada para personas con determinadas condiciones de riesgo y para quienes cumplan 65 y 80 años en 2024 (nacidos en 1959 y 1944 respectivamente), así como los nacidos en 1958 no vacunados.
Sí. Shingrix® se puede administrar a la vez que otras vacunas del adulto, incluyendo la vacuna frente al COVID-19. Si fuera necesaria la administración simultánea de más de una vacuna, se procurará inyectarlas en lugares anatómicos distintos o, al menos, con 2,5 cm de separación entre ellas en la zona del deltoides.
Es importante conocer que algunos efectos secundarios de la vacuna contra el herpes zóster pueden ser similares a los síntomas de COVID-19. Así como saber que algunos efectos secundarios de la vacuna frente a herpes zóster son los mismos que los de la vacuna frente a COVID-19, como enrojecimiento, dolor, hinchazón en el lugar de la inyección, o fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolores musculares.
Sí. No existen contraindicaciones para la vacunación en personas que hayan superado una infección por COVID-19 ni tampoco es necesario esperar un tiempo determinado para administrar la vacuna frente al herpes zóster.
No obstante, en caso de que usted padezca cualquier infección (incluida COVID-19) con sintomatología moderada o grave, se recomienda posponer la vacunación hasta que se encuentre recuperado.
Sí, y el momento más adecuado dependerá del estado en que se encuentre su sistema inmunológico:
- En personas con problemas de defensas se puede iniciar la vacunación con Shingrix® independientemente del tiempo transcurrido desde la última dosis de Zostavax®.
- En personas sin problemas de defensas, que se vacunen por edad (65 años) o por antecedente de 2 o más episodios de herpes zóster, se puede iniciar la vacunación con Shingrix® a los 5 años desde la vacunación con Zostavax®. Este intervalo podría acortarse en personas que recibieron la última dosis de Zostavax® a partir de los 70 años.
Si usted forma parte de la población diana (población en la que está recomendada la vacunación frente a herpes zóster) el tiempo que debe transcurrir dependerá del estado en que se encuentre su sistema inmunológico:
- En personas con problemas de defensas y personas que hayan padecido dos o más episodios de herpes zóster, la vacuna se podrá administrar una vez que la persona esté recuperada de la infección aguda y no tenga lesiones activas (desaparición de las vesículas).
- En personas sin problemas de defensas, se recomienda retrasar la vacunación de 6 meses a un año para obtener una mejor respuesta, aunque la administración de Shingrix® es segura en cualquier momento tras haber sufrido un herpes zóster y recuperarse de las lesiones.
Se debe tener en cuenta que Shingrix® no es un tratamiento curativo para el herpes zóster ni sus secuelas.
Actualmente se recomienda la vacunación de todas aquellas personas mayores de 18 años que hayan padecido dos o más episodios de herpes zóster a lo largo de su vida, aunque no pertenezcan a ningún grupo de los considerados de riesgo.
No se recomienda la administración de Shingrix® durante el embarazo, es preferible retrasar su administración hasta después del parto ya que no hay información sobre su uso en gestantes.
Si se administrase en una mujer embarazada que no fuera consciente de estarlo, no se prevén riesgos asociados, ya que se trata de una vacuna inactivada y no puede causar infección ni a la madre ni al feto.
Esta vacuna no supone ningún riesgo, ni para las madres lactantes ni para sus hijos. Por lo tanto, la vacunación está recomendada en aquellas madres lactantes en las que esté indicada por su patología.
En su caso, su médico o enfermera de Atención Primaria u Hospitalaria realizará una solicitud de la vacuna cumplimentando un formulario destinado para ello y adjuntando un informe suyo actualizado, ya que habitualmente, por su condición de riesgo, no solo tendrá indicada la vacunación frente a herpes zóster, sino también frente a otras enfermedades. Es conveniente que, desde el Programa de Vacunaciones se revisen todas sus vacunas y se haga un informe con todas las que precisa. La vacunación se llevará a cabo en Atención Primaria o en el punto de vacunación habitual del paciente.
En caso de que la solicitud de su vacunación se realice desde un hospital en el que se disponga de consulta de vacunaciones en el Servicio de Medicina Preventiva, será el médico de este servicio quien realice la revisión de todas sus vacunas, comenzando allí mismo la vacunación. Las vacunas que precise por su condición de riesgo las continuará recibiendo en su centro de salud o puesto de vacunación habitual, a no ser que, por sus citas hospitalarias, sea más conveniente para usted hacer coincidir sus vacunas con sus revisiones allí.
En personas sin patología de riesgo, durante 2023 se administrará la vacuna a los nacidos en 1958 (65 años). En 2024 se continuará con los nacidos en 1959, y así sucesivamente durante los años siguientes, de manera que se vacunen las personas que cumplen 65 años a lo largo de cada año.
Para la vacunación en personas con condiciones de riesgo se tendrán en cuenta una serie de consideraciones en función de la patología que padezcan.
- Trasplante de médula en los últimos 2 años; tratamiento inmunosupresor o enfermedad injerto contra huésped (independientemente del tiempo transcurrido desde el trasplante): la primera dosis se administrará a partir de los 6 meses desde el trasplante.
- Trasplante de órgano sólido con tratamiento inmunosupresor: la primera dosis se administrará entre 4 y 8 meses después del trasplante. Si se encuentra en lista de espera, se recomienda la vacunación completa 14 días antes del trasplante. En el caso de que tuviera que ser trasplantado habiendo recibido sólo una dosis, la segunda se administrará entre 4 y 8 meses después del trasplante.
- Tratamiento con fármacos anti-JAK (normalmente utilizados para la artritis reumatoide, por ejemplo, tofacitinib, baricitinib, ruxolitinib y upacitinib): siempre que sea posible, se iniciará la vacunación antes de comenzar el tratamiento o se buscará un periodo ventana (momento en el que la respuesta inmunitaria puede ser más sólida).
- VIH: no precisa ninguna ventana especial de vacunación. En caso de que presente un nivel de CD4<200/µl, su médico valorará retrasar la vacunación si se prevé una mejoría del estado inmunitario en 2-3 meses tras el inicio del tratamiento antirretroviral.
- Enfermedades malignas de la sangre, tales como leucemias, linfomas o trastornos linfoproliferativos crónicos: la primera dosis se administrará al menos 10 días antes de iniciar el primer ciclo de tratamiento. Si esto no es posible, se buscarán períodos ventana de menor inmunosupresión y estabilidad de la patología para su administración.
- Tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia: la primera dosis se puede administrar después de completar el curso de terapia antitumoral o buscar periodos ventana de menor inmunosupresión y estabilidad de la patología para su administración. Si la vacunación se inicia antes de comenzar la quimioterapia, la primera dosis se administrará al menos 10 días antes del tratamiento.
- Antecedente de 2 o más episodios de herpes zóster: se pueden vacunar inmediatamente tras la recuperación del herpes zóster.
- Otros tratamientos inmunosupresores. Lo ideal sería realizar la vacunación completa antes de iniciarse el estado de inmunosupresión.
El riesgo de herpes zóster (HZ) es mayor a mayor edad, debido al envejecimiento del sistema inmune, motivo por el que se recomienda la vacunación a los 65 años.
Se han identificado patologías y situaciones que producen inmunosupresión y que están asociadas a un mayor riesgo de padecer HZ como son leucemias y linfomas, tumores de órganos sólidos, trasplantes de progenitores hematopoyéticos (médula ósea) y de órganos sólidos o la infección por VIH. El riesgo de padecer HZ es casi 4 veces mayor en personas con linfoma, 5 veces mayor para personas con VIH y casi 14 veces mayor para receptores de trasplante de médula, comparado con adultos sanos.
El creciente envejecimiento de la población y el aumento del número de personas con enfermedades asociadas hace que cada vez haya más casos de reactivación de la infección latente por el virus varicela-zóster y, por tanto, más casos de herpes zóster.
Sí, aunque no es frecuente. La mayoría de las personas que padezcan herpes zóster sólo lo tendrán una vez en su vida, pero se dan casos en los que aparece una segunda o más veces, especialmente en situaciones en las que el funcionamiento del sistema inmune se encuentra comprometido.
El herpes zóster no se contagia como tal. Quienes lo padecen sí que pueden transmitir el virus varicela-zóster (VVZ) a aquellas personas que no hayan tenido anteriormente infección por varicela o no hayan sido vacunadas frente a ella. Este es un fenómeno poco frecuente y se produciría a través del contacto directo con las vesículas.
Es más probable que las personas con varicela propaguen el VVZ a que lo hagan las personas con herpes zóster. La transmisión se puede producir mientras haya lesiones activas (vesículo-pustulosas), generalmente entre 7 y 10 días.
La transmisión del VVZ a las personas que no lo hayan tenido previamente podría ocasionar en ellas el padecimiento de varicela, que es la enfermedad que produce el VVZ la primera vez que infecta a una persona (primoinfección).
El herpes zóster (HZ) suele ser benigno, aunque aproximadamente en un 30% de los casos puede producir complicaciones.
Cerca del 10-15% de los afectados sufren dolor durante al menos 90 días; esta situación se conoce como neuralgia postherpética (NPH). Además, con menor frecuencia, puede producir daño neurológico en forma de parálisis de los nervios craneales, hemiparesias (parálisis de la mitad del cuerpo) o deterioro visual secundario al herpes zóster oftálmico que puede provocar queratitis, ulceración corneal, conjuntivitis, retinitis, neuritis óptica y/o glaucoma.
En muy raras ocasiones, el virus de la varicela-zóster puede diseminarse a los pulmones, el hígado, el intestino y el cerebro, dando lugar a neumonía, hepatitis, encefalitis (inflamación del cerebro) o trastornos graves de la coagulación, así como pérdida de audición, ceguera, problemas de cicatrización o incluso la muerte.
La enfermedad diseminada es más probable que ocurra en personas de mayor edad o en aquellos que están severamente inmunocomprometidos (trasplantados, personas con tratamiento con fármacos anti-JAK, con VIH, hemopatías malignas o tumores sólidos). En estos casos, según la información disponible, entre el 5% y el 15% de los pacientes fallecen (tasa de letalidad del 5 al 15%), y la mayoría de las muertes son debidas a neumonía.
El herpes zóster se manifiesta como una erupción cutánea dolorosa con ampollas, causada por la reactivación del virus varicela-zóster.
Aparece un exantema doloroso, asociando sensación de picor y hormigueo en el dermatoma (región de piel inervada por un nervio raquídeo) correspondiente al ganglio donde se encuentra el virus acantonado de la varicela-zóster, que podrá persistir unas 2-4 semanas. El lugar de la erupción del herpes zóster dependerá de la raíz nerviosa donde se encuentre y se replique el virus, que suele ser la que más se afectó en la infección inicial de la varicela.
Los lugares más frecuentes son:
- En más del 50% de los casos: aparece en la espalda o cintura.
- En el 20% de los casos: aparece en la zona lumbar, pudiendo aparecer en las piernas o brazos.
- En el 15% de los casos: aparece en la zona del nervio trigémino (el cual recoge la sensibilidad de la cara) de los cuales del 7-10% se dan en la zona oftálmica (afectando a los ojos y la visión). La afección del trigémino ocasionará un dolor especialmente agudo comparado con otros nervios afectados.
- En el 12% de los casos: aparece en la zona cervical, se tratará de un herpes zóster en la cabeza o en el cuero cabelludo, incluso herpes zóster en la frente.
- En el 5% de los casos: aparece en la zona sacra.
En individuos mayores o inmunocomprometidos, esta erupción puede involucrar a múltiples dermatomas..
Se trata de una enfermedad generalmente benigna, pero que en algunas personas deja como secuela un dolor crónico en la zona afectada, denominado neuralgia postherpética.
Cualquier persona que haya tenido varicela tiene riesgo de desarrollar herpes zóster (HZ), lo que supone más del 90% de la población adulta. Sin embargo, el HZ ocurre con mayor frecuencia en personas mayores e inmunodeprimidas. Aproximadamente el 30% de las personas que han padecido varicela desarrollarán HZ a lo lardo de la vida y hasta el 50% de los adultos que lleguen a 85 años o más.
La posibilidad de desarrollar HZ aumenta con la edad, debido a la pérdida de inmunidad. Aunque el herpes zóster puede aparecer a cualquier edad, es más frecuente después de los 50 años. De hecho, dos de cada tres casos ocurren en personas mayores de 50 años. Además, la gravedad de la enfermedad asociada con HZ y sus complicaciones también aumenta notablemente con la edad.
Suele desconocerse la causa por la que el virus se reactiva, pero a veces la reactivación se produce cuando se debilita el sistema inmunitario por otra afección, como la infección por VIH o el linfoma de Hodgkin, o bien a causa de medicaciones que inhiben el sistema inmunitario (por ejemplo, para prevenir el rechazo de un órgano trasplantado).
El herpes zóster o ¿culebrilla¿ es una enfermedad producida por el virus varicela zóster (VVZ), el mismo virus responsable de la varicela, de la familia de los herpesvirus (herpesvirus humano tipo 3).
La primera vez que el VVZ afecta a una persona causa la varicela. Durante el padecimiento de esta enfermedad, el virus se disemina al torrente sanguíneo y llega hasta los ganglios nerviosos de los nervios de la columna o el cráneo. Una vez en los ganglios, el virus puede permanecer en un estado inactivo, como ¿dormido¿ (latente), y no volver a causar síntomas o puede reactivarse muchos años después.
Cuando se reactiva, se produce el denominado herpes zóster. El virus viaja por las fibras nerviosas hasta la piel, donde produce una erupción dolorosa. Pasados unos días, aparecen pequeñas vesículas que pueden durar varias semanas. El brote de herpes zóster casi siempre aparece en una franja de piel inervada por las fibras nerviosas donde se encontraba acantonado el virus, lo que se conoce como dermatoma. Habitualmente aparece solo en un lado del cuerpo, aunque también puede aparecer en los dermatomas situados junto al dermatoma afectado.
Última actualización: 28/08/2024
