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Servicio de Epidemiología
Tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad bacteriana producida por el bacilo Mycobacterium tuberculosis.
Habitualmente no produce síntomas de forma inmediata, sino que queda alojada de forma latente en el cuerpo del huésped. Existen pruebas que permiten detectar la infección en esta fase, de las cuales la más conocida es una prueba de reacción cutánea (intradermorreacción con tuberculina) que permite detectar si el sistema inmune del huésped ya ha entrado en contacto con la bacteria.
En un pequeño porcentaje de casos la infección se hará sintomática en algún momento de la vida del sujeto (tuberculosis activa). Los niños pequeños, adolescentes, adultos jóvenes, ancianos y personas inmunodeprimidas tienen mayor riesgo de que esto suceda. En estas ocasiones, la enfermedad puede afectar a los pulmones u otros órganos, como ganglios, pleura, aparato genitourinario, huesos y articulaciones, meninges¿
Los síntomas que acompañan a la afección pulmonar suelen ser tos, fatiga, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. La tos es inicialmente no productiva y con el tiempo pasa a acompañarse de esputo.
La forma más habitual de transmisión consiste en que una persona con infección pulmonar sintomática expulse bacilos tuberculosos al toser, estornudar, cantar¿ Las gotitas emitidas en estas actividades pueden ser inhaladas por las personas cercanas. No obstante, la transmisibilidad depende de la cercanía y duración de la exposición; del número de bacilos que emita la persona enferma; la ventilación de las estancias y su exposición al sol¿
La tuberculosis es una enfermedad ampliamente extendida por el mundo, pero es más frecuente y letal en la población pobre y desfavorecida de zonas urbanas. Existe una vacuna antituberculosa, aunque en países como España no se administra de forma sistemática dado que el riesgo de infección es bajo.
Si ha estado en contacto con una persona enferma de tuberculosis pulmonar de forma continua y constante (familiares, amigos, compañeros de trabajo), debe acudir a su médico para que le realicen las pruebas pertinentes. Las autoridades de Salud Pública en países como España realizan un estudio de contactos en cada caso diagnosticado de tuberculosis, especialmente en los casos de tuberculosis pulmonar. El objetivo es identificar a otros casos infectados y, de ser posible, localizar la fuente de infección del caso original.
Los contactos íntimos o convivientes, así como los niños menores de 5 años y las personas inmunodeprimidas, son prioritarios, y sólo si se identifican casos en estos grupos, se avanzará la investigación a contactos de otro tipo (personas próximas como compañeros de trabajo, amigos¿ llegando incluso a contactos casuales). Tras la identificación de los contactos, se procede a preguntarles por síntomas o antecedentes médicos relacionados con la tuberculosis. Asimismo se les practican pruebas microbiológicas para determinar si han sido infectados, la más conocida de las cuales es una prueba cutánea llamada prueba de tuberculina o test de Mantoux.
Como se ha explicado más arriba, la presencia de infección no implica necesariamente el desarrollo de síntomas. No obstante, si el resultado de la prueba es positivo, es recomendable seguir un tratamiento preventivo con antibióticos para eliminar la bacteria del organismo, a fin de evitar un eventual desarrollo de síntomas.
En las personas más vulnerables, como los niños menores de 5 años y las personas inmunodeprimidas, también se da un régimen de tratamiento preventivo antibiótico aunque no se haya detectado infección, dado que el riesgo de haberla contraído y de desarrollar la enfermedad se considera mucho mayor.
Las pautas de tratamiento preventivas difieren de las pautas que se dan a las personas enfermas de tuberculosis en los fármacos y el tiempo que estos han de tomarse.
La tuberculosis activa debe tratarse con una pauta de antibióticos combinados que habitualmente dura 6 meses, siguiendo las indicaciones de su médico. De lo contrario, es probable que no logre eliminarse la bacteria del organismo, y que esta pueda adquirir resistencias frente a los antibióticos empleados. Al cabo de 2-4 semanas de tratamiento se detiene la transmisibilidad a otras personas.
Es aconsejable que las personas diagnosticadas de tuberculosis activa se hagan pruebas para la detección de VIH, puesto que la tuberculosis es una enfermedad característicamente adquirida cuando el sistema inmune se debilita tras la acción del VIH.