MurciaSalud
Servicio de Epidemiología
VIH/SIDA
La infección por virus de la inmunodeficiencia humana o VIH es una enfermedad que produce un deterioro de la respuesta inmune normal ante la aparición de agentes patógenos en el organismo.
Algunas semanas después de contraer la infección por el VIH, puede presentarse un cuadro febril similar a la mononucleosis, con fatiga, fiebre, dolores generalizados¿ Tras este fenómeno inicial, el virus se refugia en diversos tipos de células pertenecientes al sistema inmune, que son progresivamente destruidas por diversas vías. Esta afectación puede tardar años en dar la cara en forma de manifestaciones clínicas, que corresponden habitualmente con la aparición de infecciones poco habituales en personas sanas o presentaciones atípicas de estas. La fase final de este proceso, en la que se producen las infecciones de mayor gravedad, se denomina sida o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, en el que también pueden manifestarse algunos procesos tumorales característicos.
Son infecciones características del sida la tuberculosis y diversas infecciones por hongos, protozoos y virus.
La transmisión es posible, en general, a través del contacto de líquidos y secreciones corporales infectantes (sangre, semen, secreciones vaginales) o materiales contaminados con mucosas o piel no intacta. La saliva, orina, lágrimas o secreciones bronquiales en ausencia de sangre no han probado ser vehículos establecidos de contagio.
La vía principal de transmisión es el sexo penetrativo anal o vaginal sin protección. El contagio a partir de materiales para inyección contaminados, como en el caso de personas que usan drogas intravenosas es también un mecanismo relevante. Otras formas de contagio son la transmisión entre madre e hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia; o la transfusión de sangre o sus derivados contaminados.
Por último, la transmisión se ve influenciada por la carga viral, por lo que la capacidad transmisora de las personas que siguen un tratamiento farmacológico correctamente supervisado es muy reducida, si bien sigue siendo recomendable disminuir al máximo las conductas de riesgo.
Debe hacerse un uso correcto de métodos de barrera en las relaciones sexuales. La población que hace uso de drogas inyectables también tiene un riesgo mayor de contagio, y deben establecerse medidas para la prevención de su consumo y proporcionar asesoramiento y herramientas para la reducción de riesgos.
La profilaxis post-exposición (PPE) es una herramienta adicional que puede emplearse en aquellos casos en que haya tenido lugar una exposición de riesgo al VIH, y es más eficaz en las 6 primeras horas tras dicha exposición. La profilaxis pre-exposición (PrEP) consiste en la administración preventiva de antirretrovirales de forma sistemática en aquellas personas que se encuentren en situaciones con riesgos elevados de adquirir la infección por VIH.
La PPE y la PrEP no sirven para prevenir otras infecciones de transmisión sexual, como la clamidiasis, la infección por gonococo, la sífilis o la hepatitis B, entre otras. Sigue siendo recomendable el empleo de métodos de barrera como el preservativo.
La transmisión materno-infantil del VIH puede reducirse en gran medida con el uso de fármacos antirretrovirales en la madre.
Existe a disposición de toda la población un teléfono gratuito de información sobre las infecciones de transmisión sexual y una consulta anónima para obtener asesoramiento en su prevención (+info).
Guía: Cómo prevenir el SIDA y otras infecciones de transmisión sexual
Actualmente el seguimiento correcto de una pauta terapéutica con antirretrovirales efectivos permite convivir con la infección por VIH de manera prácticamente asintomática. Es recomendable, no obstante, un diagnóstico lo más temprano posible, por lo que las personas con exposiciones de riesgo repetidas deberían solicitar pruebas de detección de forma periódica.