Puesto que los tóxicos pueden absorberse a través de diversas vías: oftálmica, cutánea, nasal, pulmonar, digestiva y parenteral, las medidas de rescate variarán según sea la vía de entrada. Al conjunto de estas acciones se le da el nombre genérico de descontaminación.
El lavado del ojo(s) afectado(s) es la medida más importante. Hay que actuar rápidamente mediante lavado conjuntival con suero fisiológico al 0.9%, o con agua corriente en abundancia durante 15 minutos, manteniendo los párpados separados. Esta es una solución urgente y eficaz a aplicar "in situ" ante todo contacto ocular con sustancias cáusticas o irritantes, que pueden afectar a las capas profundas de la cornea con el consiguiente defecto visual. En caso de erosiones corneales, el lavado debe ir seguido de una cura oclusiva y la valoración urgente por con un oftalmólogo. No aplicar nunca colirios anestésicos o pomadas sedantes, ya que si quedan residuos de un cáustico el paciente no se quejará, y, por otro lado, los anestésicos alteran el trofismo de la córnea, favoreciendo así la difusión del tóxico. Nunca se debe realizar una neutralización química.
La vía transdérmica o cutánea es, como fuente de intoxicación, poco frecuente en el medio urbano, pero no así en los medios agrícola e industrial. Hay tóxicos que por su liposolubilidad son absorbidos transcutáneamente y otros que son cáusticos. La base de la descontaminación cutánea, para ambos, la constituyen las siguientes medidas, ordenadas secuencialmente:
La absorción respiratoria cesa en el momento en que se separa al paciente del ambiente contaminado o atmósfera tóxica (inhalación de gases y humos) y no es preciso, por ello, realizar otras medidas especiales de descontaminación. Si que es muy importante recordar que al introducirse en un ambiente contaminado (cloro, sulfhídrico de los pozos muertos) deben tomarse precauciones (sistemas autónomos de respiración) para prevenir la intoxicación del personal que participa en el rescate.
Tras la inyección parenteral de un tóxico, la absorción se produce con relativa rapidez o es instantánea, por lo que, habitualmente, no hay posibilidad de actuar frenando esta absorción. Dos ejemplos frecuentes son la administración i.v. de drogas de abuso o la inoculación de veneno por picadura o mordedura de animales. La actitud a adoptar puede variar en función de las circunstancias (ver protocolos de tratamiento específico), pero como normas generales debemos señalar la conveniencia de no hacer incisiones, succiones locales o aplicar torniquetes sobre la zona de mordedura, por ser medidas inficaces. Tras una inyección subcutánea o intramuscular, en general, tampoco puede actuarse, aunque está descrita la escisión quirúrgica local tras una dosis masiva de insulina.
La ingesta tiene gran importancia epidemiológica ya que en el 70-80% de los pacientes que se atienden por una intoxicación aguda medicamentosa, es ésta la vía a través de la cual ha penetrado el tóxico en el organismo y, por ello, la descontaminación digestiva (DD), cuyo objetivo es impedir o atenuar la absorción digestiva de los tóxicos, es el tratamiento aplicado con mayor frecuencia (60% de los casos), en la sobredosis aguda.
Existen una gran diversidad de opciones y criterios de indicación para la DD: jarabe de ipecacuana (JI), carbón activado (CA), lavado gástrico (LG), catárticos, lavado intestinal con polietilenglicol de cadena larga o incluso la combinación de algunos de ellos. Tres factores esenciales han de ser tenidos en cuenta para elegir la opción más adecuada: