Tras la revisión de guías de práctica clínica (GPC)(1-4), sumarios de evidencia(5-7) y dos revisiones narrativas(8,9) que abordan el manejo de la mastitis durante la lactancia, no se identifican motivos que hagan considerar necesario suspender la lactancia materna de forma definitiva (salvo el deseo materno de suspenderla).
Todos los documentos coinciden en que una de las medidas terapéuticas más importante a seguir cuando una mujer tiene una mastitis o un absceso mamario, es la extracción efectiva de la leche del pecho afecto (bien sea mediante el mantenimiento de la lactancia al pecho del bebé o mediante la extracción de la leche manual o con un extractor), sin que haya evidencia de que esta medida tenga algún efecto adverso en la salud del niño amamantado. Además, indican que el interrumpir el amamantamiento durante un ataque de mastitis aumenta el riesgo de que empeore o se complique la afección. E incluso en el supuesto de que la mujer desee suspender definitivamente la lactancia, se sugiere aconsejar a la madre que lo haga tras la resolución del cuadro clínico (pues la extracción de la leche ha mostrado favorecer la resolución del proceso).
En el sumario de evidencia de Dynamed Plus(7) y en una de las revisiones narrativas(9), apoyados ambos en la información que aporta la GPC de la Organización Mundial de la Salud(4), se destaca que sólo si la madre es VIH-positiva es necesario para el niño interrumpir la alimentación del pecho afectado hasta que éste se haya recuperado.
El sumario señala que en mujeres con infección por VIH y mastitis:
- se ha de evitar la lactancia del lado afectado, mientras que la condición (mastitis, fisura o absceso) persiste;
- se ha de extraer la leche del pecho afectado incluso si la mujer decide interrumpir la lactancia materna;
- se puede seguir alimentando al bebé con el otro pecho si la mujer desea continuar la lactancia materna;
- la leche extraída de pecho afectado puede ser utilizada si es hervida.