Entendemos que el tipo de población a la que va dirigida la pregunta hace referencia a pacientes de edad avanzada, encamados de forma prolongada, y que se encuentran en situación estable, es decir, en los que no concurre una patología aguda o agravamiento de su patología de base. Respecto a este tipo de pacientes no se han encontrado guías o estudios específicos en los que se sugiera que deba ser administrada heparina rutinariamente para prevenir el tromboembolismo venoso.
En base a la guía de práctica clínica PRETEMED sobre prevención de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) en patología médica(1), se debería cuantificar el riesgo de ETV de cada uno de los pacientes según sus factores de riesgo y el peso ajustado que se adjudica a cada uno de ellos, para así poder hacer el balance riesgo-beneficio de la profilaxis antitrombótica y decidir si es apropiado instaurarla. La ponderación del riesgo teniendo únicamente en cuenta la edad > 60 años (peso ajustado: 1) y el encamamiento (> 4 días en > de 50 años, peso ajustado: 2) sería de 3, lo cual supone un riesgo de ETV del 10-19,9% y, ante un riesgo ajustado de ETV de 3, la guía establece como recomendación el considerar el uso de medidas físicas. Las medidas físicas o no farmacológicas que contempla la guía son:
- Medidas físicas generales: posición de Trendelemburg mediante la elevación de las patas caudales de la cama un mínimo de 10-15 cm; cuando el paciente permanece sentado evitar la posición declive de las piernas.
- La compresión elástica externa mediante medias o vendajes.
- Presoterapia con dispositivos de compresión neumática.
En el caso de que en el paciente concurran otros factores de riesgo de ETV se sumaría a este valor de 3 el peso ajustado de cada uno de estos factores añadidos para calcular la ponderación total del riesgo y decidir sobre la actuación a seguir: con un riesgo ajustado de 4 se sugiere profilaxis con heparina de bajo peso molecular (HBPM) y si el riesgo ajustado es > 4 se recomienda profilaxis con HBPM.
Un estudio de cohorte publicado en 2004(2) evaluó si la inmovilización prolongada (mayor de tres meses) suponía un mayor riesgo de ETV clínicamente significativa. La población de estudio fue residentes de instituciones de ancianos a los que se siguió durante un período de diez años. La edad media de los residentes fue de 85 +/-8,4 años. Se diagnosticó un evento tromboembólico clínicamente significativo en 18 de los residentes móviles y en 8 de los residentes encamados de los 1.137 y 573 residentes-año de seguimiento que fueron evaluados respectivamente. Se mostró por tanto una incidencia de ETV similar en el grupo de residentes crónicamente inmovilizados y en el grupo de residentes móviles (13,9 y 15,8 por cada mil pacientes/año, respectivamente, p = 0,77). El riesgo relativo para tener un evento tromboembólico en el grupo de pacientes inmovilizados en comparación con el grupo móvil fue de 0,88 (IC 95%,0,33 a 2,13). No se encontraron diferencias entre los dos grupos en cuanto a características basales, factores de riesgo y tasas de mortalidad por diversas causas. En conclusión, los autores establecen que los residentes crónicamente encamados no son más propensos a presentar eventos tromboembólicos venosos clínicamente manifiestos que aquellos individuos institucionalizados que se mantienen móviles y que no hay evidencia que respalde la prevención primaria de ETV después de los primeros tres meses de inmovilización.